De los 29 Diputados que firmaron el Acta de Independencia el 9 de julio de 1816, 17 eran abogados, 1 teólogo y abogado y 11 (casi el 40 %) clérigos. Más aún: hubo otros 7 que participaron del cónclave en distintos momentos, pero no rubricaron el documento fundacional de nuestra Patria. Pero, ¿qué los movió a ir, a quién representaban y cuáles eran sus circunstancias.
En primer lugar, veamos cómo llegaron a Tucumán: en carretas, a caballos y mulas, según la distancia que separaba la ciudad de San Miguel de donde provenían. El viaje desde Buenos Aires llevaba entre 25 y 30 días en galera o carreta. ¿Caminos? Ni hablar, en realidad eran huellas o senderos muchas veces plagados de bandidos o fieras salvajes. Según la tradición dicen que al salir para el cumplir con el Congreso a realizarse en Tucumán, muchos acudieron a la “confesión general e indulgencia plenaria en caso de fallecimiento” y otros escribieron su testamento. Si quieren visualizar más o menos como sería estos trayectos, pueden ver dos películas del director argentino Lucas Demare: “Pampa bárbara” y “El último perro”. Creo que no tomamos real dimensión de los que significaba aquella travesía. Hoy lo vemos tan romántico, anecdótico, tan sublime y tan sacrificado que describimos el hecho en dibujos para colorear con temperas al agua y nos hace ilusión esa época…pero no, de ilusión, romántico y demás no tenía absolutamente nada de nada. En la actualidad tardamos |desde Buenos aires a Tucumán, 12 a 15 hs en auto y se escuchan nuestros ayes por la distancia a recorrer… ¿y si nos quedamos sin señal de la Red?, ¿habrá estación de servicio cada 20 km?, y muchas preguntas más… Ni hablar si vamos en avión, 1 hora y monedas…
Prosigamos, el tema religioso del Congreso no era cosa menor por aquellos tiempos. En todo gravitaba la Iglesia Católica y era por una simple razón: no se podía ser español y no católico. La corona de España y Roma eran una, y las Provincias de Ultramar no estaban exentas de ese modo de ser.
Las sesiones preparatorias comenzaron el 24 de marzo de 1816 y al día siguiente se celebró la fiesta de la Anunciación del Señor. Los congresales fueron al Templo de San Francisco de la ciudad de San Miguel de Tucumán a Misa, y de allí al domicilio del diputado Pedro Medrano a prestar juramento, en el cual se destaca el de “¿Juráis a Dios Nuestro Señor y prometéis a la Patria conservar y defender la religión Católica Apostólica Romana?”, al que todos los presentes respondieron al unísono: “sí juro”.
Ambrosio Romero Carranza, uno de los fundadores de la Democracia Cristina, nos advierte que “siempre hubo unanimidad entre los congresistas de Tucumán en que la forma de Estado de las provincias del Plata fuese cristiana. Todos, sin excepción, unos con más fuerza que otros, hicieron firmes, claras y sinceras declaraciones de la necesidad de unir, en nuestra patria, los principios cristianos con los principios políticos”.
Y en referencia al mismo tema, Nicolás Avellaneda en sus “Escritos y discursos”, Tomo 1, podemos leer: “El Congreso de Tucumán se halla definido por estos dos rasgos fundamentales. Era patriota y era religioso, en el sentido riguroso de la palabra; es decir, católico como ninguna otra asamblea argentina. Su patriotismo ostenta sobre sí el sello inmortal del acta de la Independencia, y su catolicismo se halla revelado casi día por día en las decisiones o en los discursos de todos los que formaban la memorable asamblea. Los congresistas se emanciparon de su rey, tomando todas las precauciones para no emanciparse de su Dios y de su culto (…) Querían conciliar la vieja religión con la nueva patria”.
¿Quiénes fueron los congresistas clérigos?
Fray Justo de Oro nació en San Juan en 1772. Cumplió en el Congreso una actuación muy destacada. Será el más republicano de todos. El 15 de julio, cuando se presentó la moción para constituir una monarquía incaica, se retiró del recinto, comentando que esa decisión no podría ser sin antes consultar al pueblo. También propondrá el 14 de septiembre para que se eligiese por “patrona de la Independencia a Santa Rosa de Lima” y así fue, desde ese día Santa Rosa es la patrona de la Independencia Nacional. Así que ya teníamos patronazgo celestial y la Santa limeña no solo sería recordada por una tormenta a fines de agosto.
Pedro Miguel Aráoz nació en San Miguel de Tucumán en 1759. Se doctoró en Teología en la Universidad de Córdoba. Su preocupación más importante durante el congreso fueron los temas concernientes a la educación.
José Ignacio Thames nació en San Miguel de Tucumán en 1762. Estudió en la Universidad de Córdoba. En 1813, la Asamblea le otorga el título de “canónigo de la Catedral de Salta” en reconocimiento a sus servicios en la tarea de emancipación. Fue presidente de la Junta Electoral de Salta.
Antonio Sáenz nació en Buenos Aires en 1780. Se formó en la Universidad de Charcas donde realizó estudios eclesiásticos y jurídicos y fue ordenado sacerdote en Buenos Aires en 1806. Se le otorgó como designación ser el “defensor de pobres en lo civil, defensor general de los derechos y acciones de la Catedral y del cabildo eclesiástico”. Fue uno de los redactores del proyecto de Constitución de las Provincias Unidas del Sud.
Fray Cayetano José Rodríguez nació en San Pedro, provincia de Buenos Aires, en 1761. Se doctoró en la Universidad de Córdoba y allí fue ordenado sacerdote. Fue el periodista de las Asambleas, el director de los dos Redactores, el de la Asamblea del Año XIII y del Congreso Nacional reunido en Tucumán. Propulsor de la educación. Fue el primer bibliotecario de la Biblioteca Pública creada por la Junta. Después del Congreso, Rodríguez volvió a sus responsabilidades religiosas.
Pedro Ignacio de Castro Barros nació en 1777 en Chuquis, La Rioja. Estudió en Santiago del Estero y Córdoba, graduándose de doctor en Teología en 1800, y ordenándose sacerdote a fines de ese año. Ejerció como profesor en la Universidad de Córdoba. Regresó en 1804 a La Rioja, donde fundó una escuela y un colegio. De vuelta en Córdoba, obtuvo una cátedra de filosofía en la Universidad. En 1810, fue párroco de la iglesia matriz de La Rioja. Allí construyó en tres años la nueva iglesia, actual catedral. Fue partidario de una constitución monárquica, pero se convenció de postergar la decisión, ante el argumento de Fray Justo Santa María de Oro de que primero había que consultar a las provincias.
José Andrés Pacheco de Melo nació el 17 de octubre de 1778 en Salta. Fue compañero de estudios, en esa ciudad, de Martín Miguel de Güemes. Luego abordó sus estudios eclesiásticos en Córdoba. Desempeñó el curato de Livi Livi, en el Alto Perú, contribuyendo activamente a la causa revolucionaria… Fue electo diputado de Chichas para el Congreso de Tucumán en 1816, firmando la Declaración de la Independencia.
Manuel Antonio de Acevedo y Torino nació en Salta en 1770. Fue ordenado sacerdote por el obispo de Tucumán Monseñor Ángel Mariano Moscoso en 1795. Fervoroso partidario de la causa patriota, estuvo con Belgrano en Tucumán curando heridos. Fue uno de los primeros oradores del Congreso en la cronología y en la jerarquía. El 25 de marzo pronunció un discurso en referencia al inicio de las sesiones del Congreso. Estaba a favor de la institución de la monarquía incaica en la sesión del 12 de julio de 1816.
José Eusebio Colombres nació en Tucumán en 1778. Realizó estudios universitarios en Córdoba, donde se doctoró en teología en 1803. Ese mismo año fue ordenado Sacerdote. Fue párroco de Piedra Blanca cuando se realizaron las elecciones para diputados por Catamarca al Congreso de Tucumán. Pero es mucho más conocida su obra por ser quien cimentó la industria azucarera en Tucumán. En diciembre de 1858 fue nombrado obispo de la Diócesis de Salta, pero murió a solo dos meses de haber asumido.
Pedro Francisco de Uriarte nació en 1758. Estudió artes y teología y se ordenó de presbítero en 1783, doctorándose en cánones en la Universidad de Córdoba. En Buenos Aires fue capellán de la famosa Casa de Ejercicios fundada por la beata María Antonia de San José, y a fines de 1793 fue destinado al curato de Loreto en Santiago del Estero. La ciudad de Santiago y nueve curatos rurales lo eligieron diputado al Congreso de Tucumán el 3 de octubre de 1815.
Mariano Sánchez de Loria fue electo diputado por Charcas. Al morir su esposa en 1817, retornó a Bolivia, específicamente a Chuquisaca, donde fue ordenado como sacerdote, convirtiéndose luego en canónigo de la Catedral de Charcas. Cuando falleció ejercía de párroco de Tacobamba en Potosí.
Miguel Calixto del Corro nació en Córdoba en 1775. Estudió en el Colegio Montserrat y en la Universidad de Córdoba, hasta graduarse de doctor en Teología en 1798. En 1800 se ordenó sacerdote, y en 1803 obtuvo una silla en el Cabildo Eclesiástico. Ya en 1809 abordaba temas sobre la independencia, en un opúsculo que hizo circular y que alarmó a las autoridades. Fue electo diputado al Congreso de Tucumán en reemplazo del Deán Gregorio Funes. Pero en el interín fue enviado a neutralizar la oposición de los federales dirigidos por José Artigas al Congreso. Estuvo ausente el 9 de julio y no pudo firmar el acta de la declaración de independencia de la Argentina. Al padre Corro, como les escribí al principio, no lo cubrió la gloria de ser unos de los firmantes de nuestra acta de emancipación, pero; como tuvo la intención, lo incluimos…
Otros clérigos que participaron del Congreso de Tucumán ingresaron después del 9 de julio a julio de 1816 como ser: Diego Estanislao de Zavaleta, José Benito Lascano, Felipe Antonio de Iriarte, Domingo Victorio de Achega, el Deán Gregorio Funes y Luis José Chorroarín.
Como vemos, la unión entre los clérigos y la cuestión política iba de la mano. Muchos de ellos, luego del Congreso, obtuvieron cargos de gestión pública, algo que no presentaba inconveniente alguno. Por ejemplo, el 15 de mayo de 1854 se incorporó a la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires Mons. León Federico Aneiros, cargo que honró con fidelidad patriótica y finalizó su mandato en 1856. Hasta nuestra contemporaneidad cercana tuvimos sacerdotes en política. Durante el primer gobierno de Perón, el padre Virgilio Filipo, párroco de la iglesia de la Inmaculada Concepción del barrio porteño de Belgrano, fue diputado nacional por el peronismo. Desde el retorno de la democracia, el padre Emilio Abecia fue intendente de Villa del Rosario en Entre Ríos por más de 20 años; Juan Bosco Mendonca, un sacerdote ordenado en Roma por el Papa Juan Pablo II y nacido en la India fue intendente de Campo Gallo, en Santiago del Estero. También la hermana Gioconda Perrini fue diputada nacional por el justicialismo de Tucumán. Y en la convención de 1994 para la reforma de la Constitución, hubo varios, pero destacamos a Mons. Jaime de Nevares (Don Jaime, para todo el mundo). Pero no avancemos tanto en el tiempo y volvamos a lo que aconteció en 1816 y poco después…
Había que celebrar el hecho, y con tanto clérigo presente no cabía otra opción que una “Misa mayor con Tedeum y sermón”. El miércoles 10 de Julio de 1816 era un día muy frío en San Miguel, más de lo habitual. La ciudad amaneció con su tranquilidad cotidiana. A las 5:00, las campanas de todas las iglesias anunciaban que a las 6:00 comenzarían las misas del día. Pero algo rompió la cotidianidad: a las 9:00, desde la casa de los Bazán salió una procesión encabezada por el “Cristo de los Bazán” (Imagen de Jesús Crucificado que se custodiaba en la casa), hasta la iglesia de San Francisco. La procesión era acompañada por soldados con uniformes de fiesta y por todos los congresales que el día anterior habían firmado el acta de declaración de Independencia. Caminaron las tres cuadras desde la casa hasta la iglesia. Y allí se celebró una misa de acción de Gracias por la declaración del día anterior, con cántico del Te deum y sermón. Un puñado de curiosos se reunió en la plaza mayor para ver el hecho.
Esas vidas dieron todo por crear una Nación. Merecen nuestros respetos, homenajes, nuestra memoria y, porqué no, la emulación en sus actos de libertad contra aquellos que deseaban oprimir a las voluntades de los pueblos soberanos, los cuales con sus aciertos y errores desean una patria justa para el presente, con raíces en la memoria y proyectada a un futuro mucho mejor.