El pasado 25 de noviembre en el programa televisivo «Sin Hilo», que se emite en el Canal 12 de la provincia de Chubut, el Ministro de Ambiente provincial, Eduardo Arziani, nos citó maliciosamente al utilizar de modo inexacto el concepto de «extractivismo sensato», que nosotros retomamos del investigador Eduardo Gudynas.
No nos sorprende porque es evidente que frente a la falta de licencia social y las crecientes movilizaciones, en su desesperación, el Gobierno de la provincia de Chubut hoy pretende engañar a la población tergiversando información y falseando argumentos, tal como sucedió recientemente con la investigación del geógrafo Guillerno Velázquez, y ahora con nosotros.
El concepto de «extractivismo sensato» sólo puede darse en un contexto de transición socioecológica, jamás de avance de la frontera extractivista como está ocurriendo en estos días en la provincia de Chubut con la nueva embestida de la megaminería.
Además, la megaminería jamás podrá ser «extractivismo sensato» atento que se diferencia respecto de la minería tradicional fundamentalmente en su (enorme) escala y en su modalidad de explotación, lo que la hace inherentemente contaminante, insostenible e imposible de controlar.
En la medida en que la gran minería avanza sobre los territorios y entra en competencia con otras actividades por la utilización del agua, la tierra, energía y otros recursos. Para extraer los minerales diseminados en grandes extensiones de territorio, esta actividad se realiza a cielo abierto, con el uso de colosales cantidades de energía, explosivos, agua y sustancias extremadamente tóxicas para separar la roca del mineral.
Así, por ejemplo, el emprendimiento minero Pascua Lama (San Juan) removerá rocas por 1.806 millones de toneladas en todo su proceso extractivo; La Alumbrera (Catamarca) tiene autorizado el empleo de más de 86 millones de litros de agua por día, mucho más que el consumo total de la provincia y, a su vez, en materia eléctrica representa el 85% del consumo total de la energía de la provincia. En materia de explosivos, también los datos son espeluznantes: sólo en Pascua Lama se arrojarán durante el proceso extractivo la friolera de 493.500 toneladas, casi la mitad de los lanzados en la Segunda Guerra Mundial. Los tres principales proyectos mineros de nuestro país -La Alumbrera, Pascua Lama y Agua Rica- concentrarían un nivel de consumo energético (subsidiado) de 395 MW, lo que supera la producción de la central nuclear de Atucha (375 MW).
Asimismo no existe en el mundo ninguna región que haya logrado desarrollo socioeconómico con la gran minería (por el contrario). Pese a las reiteradas promesas, la minería metalífera representa menos del 0,045% de la población económicamente activa (PEA) de la Argentina. Incluso en Perú, país minero, la minería ocupa el 2% de la PEA, contra el 23% agricultura, el 16% comercio y 10% manufactura. Después de más de 20 años de explotación de la mina La Alumbrera, el paisaje socioeconómico de Catamarca es desolador: Los índices industriales y construcción cayeron y la pobreza es de los más altos nacionales y con la mayor cantidad de población asistida por planes sociales. En Catamarca, con 25 años de megaminería en la provincia, el 67% de su población económicamente activa tuvo que recurrir al Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y el 50% en la provincia de San Juan.
Las regalías mineras en San Juan generan menos del 1% del presupuesto provincial. Las regalías del proyecto minero Navidad solo alcanzaría para pagar el 1,6% de los sueldos públicos de la provincia de Chubut. Es así en todas las partes del mundo: donde hay megaminería hay conflicto social y ambiental y saqueo económico.
Maristella Svampa y Enrique Viale.