El periodista Tuny Kollman reveló que tres médicos del sanatorio Ipensa de La Plata, en el que Diego Maradona ingresó tres días después de su cumpleaños 60, declararon ante los fiscales de San Isidro que aquella operación en la cabeza que se le hizo al astro no era necesaria ni urgente. Esto complica la imputación sobre el médico Leopoldo Luque.
«A esto se suma que en el análisis de los mensajes que intercambió Luque con la psiquiatra Agustina Cosachov y los enfermeros que estaban en la casa de Tigre se perciben enormes improvisaciones y gravísimas lagunas. Esos últimos elementos sumados a la causa judicial en los últimos días se agregan a las conclusiones que surgieron de los estudios histopatológicos y toxicológicos: que Maradona no murió de manera súbita, de un infarto masivo, sino que fue un proceso de varias horas de acumulación de líquido en el que los médicos debieron intervenir y no lo hicieron, y que, además, el Diez recibía medicación contraindicada para su situación cardíaca ya que es medicación que suele producir arritmias. Habrá que ver cómo juega en todo el cuadro la voluntad de Maradona, que no aceptaba prácticamente nada: ni que entren a la habitación ni que lo visiten médicos ni que le realicen ningún control», escribió Kollman en su artículo.
Los fiscales de San Isidro coordinados por John Broyard no se tomarán la feria judicial. El equipo trabajará durante enero con la idea de convocar a una junta médica que pondrá las bases científicas del expediente, es decir harán un primer dictamen que establezca si hubo o no negligencia y, en consecuencia, homicidio culposo, como caratuló el juez Orlando Díaz.
Durante la semana pasada se estuvo trabajando en el contenido de los celulares secuestrados a los protagonistas, en esencia a Luque y Cosachov. Según los fiscales, el neurocirujano, que en la última época apareció siempre como el médico personal de Maradona, esconde materiales, historias clínicas, porque en los mensajes se mencionan estudios que no aparecieron hasta el momento. Respecto de Cosachov, en la fiscalía de San Isidro sostienen que encriptó mensajes después del allanamiento a la casa y el consultorio de Luque, es decir que consideran que hubo algún nivel de obstrucción de la investigación. El lunes próximo se abrirá el último celular que falta, el del chofer Maximiliano Trimarchi, empleado del abogado principal de Maradona, Matías Morla. El día de la muerte del Diez, Trimarchi llevó hasta la casa de Tigre a Cosachov y a un psicólogo, Carlos Díaz. El chofer estuvo dentro de la vivienda, y nunca declaró lo que vio y escuchó.
Por lo que se percibe de los mensajes analizados hasta el momento, según los fiscales, existieron altísimos niveles de improvisación, ineficiencia y negligencia.
En las próximas semanas se trabajará en el armado de la junta médica. La idea es convocar a los mayores especialistas de cada rama, no sólo al Cuerpo Médico Forense. Por ejemplo, al presidente de la Sociedad Argentina de Cardiología y así sucesivamente respecto de cada una de las especialidades.
Para redondear los materiales que se van a analizar, el equipo de fiscales está pidiendo las historias clínicas que faltan, del Sanatorio Los Arcos, el Mater Dei y de internaciones anteriores en la Clínica Olivos. También se están buscando materiales que, según los fiscales, Luque ocultó.
Cahe también apuntó al trabajo de Luque. Sostuvo que no debió hacerse la operación de la cabeza y que no hubo ningún seguimiento a la situación de Maradona en la casa de Tigre. “No se lo cuidó como correspondía. Falleció de una manera insólita”, afirmó Cahe.
Fuente: Minuto a Minuto