En cuanto alguien le pregunta a Lucia DeClerck cómo logró llegar a los 105 años, responde sin titubear. “Oración. Oración. Oración”, dice. “Un paso a la vez. Nada de comida chatarra”. Sin embargo, en lo que se refiere al coronavirus, añade que su supervivencia quizá se deba también a otro elemento esencial en su vida: las nueve pasas sultanas remojadas en ginebra que religiosamente comió cada mañana la mayor parte de su vida.
“Lleno un frasco”, explicó. “Nueve pasas al día después de dejarlas reposar nueve días”. Sus hijos y nietos conocen este ritual, uno de los muchos hábitos curiosos que DeClerck adoptó a lo largo de su vida, como beber jugo de aloe vera directamente del envase y lavarse los dientes con bicarbonato (esta estrategia también le funcionó: no tuvo caries hasta los 99 años, según cuentan sus parientes).
“Solo pensábamos: ‘Abuela, ¿qué haces? Estás un poco loca’”, comentó su nieta de 53 años, Shawn Laws O’Neil, de Los Ángeles. “Ahora nos tenemos que morder la lengua. Superó todos los contratiempos”. La lista es larga. Nacida en 1916 en Hawaii, de padres originarios de Guatemala y España, sobrevivió la gripe española, dos guerras mundiales y la muerte de tres esposos y un hijo.
Se mudó a Wyoming, California y luego de nuevo a Hawaii, para después terminar en Nueva Jersey, donde vivió con su hijo mayor. Después de cumplir 90 años, se mudó a una comunidad para adultos mayores en Manahawkin, Nueva Jersey, en la zona costera de Jersey Shore, donde se mantuvo activa hasta que se lesionó debido a una caída hace unos cuatro años. “Sencillamente, es el epítome de la perseverancia”, comentó O’Neil. “Su mente es de lo más lúcida. Recuerda cosas que pasaron cuando yo era niña, de las que ni siquiera yo me acuerdo”.
DeClerck, la ocupante de mayor edad en su residencia de ancianos en el sur de Jersey, supo que había contraído el virus el día de su cumpleaños número 105, el 25 de enero, un día después de haber recibido la segunda dosis de la vacuna de Pfizer-BioNTech, según Michael Neiman, administrador del lugar. En un primer momento, dijo estar asustada. No le gustó estar aislada, y le hicieron mucha falta las charlas diarias con todos los cuidadores de Mystic Meadows Rehabilitation and Nursing, residencia con 120 habitaciones en Little Egg Harbor.
Neiman informó que DeClerck tuvo muy pocos síntomas y después de dos semanas estaba de vuelta en su habitación, con las cuentas de su rosario en la mano y sus característicos lentes de sol y gorro tejido. Sus dos hijos que todavía viven, sus cinco nietos, doce bisnietos y once tataranietos, que le dicen abuela Lucia, le dieron un nuevo sobrenombre, comentó O’Neil: “La campeona de 105 años que hizo trizas al COVID-19”.
El 22 de enero, el gobernador Phil Murphy habló de ella y de una conversación telefónica que sostuvieron durante una sesión de noticias sobre el coronavirus. “Fue una conversación que me levantó el ánimo”, relató el gobernador. La familia de DeClerck se reunió en Mystic Meadows para celebrar su cumpleaños número 104 en enero de 2020, antes de que estallara la pandemia. Cuando supieron que había contraído el virus, se prepararon para lo peor. “Estábamos muy preocupados”, dijo su hijo, Phillip Laws, de 78 años.
“Pero su tenacidad es increíble”, añadió. “Y trae ese rosario todo el tiempo”. Una católica devota, DeClerck organizaba el rezo del rosario cada semana en la residencia y, antes de la pandemia, no se perdía la misa semanal. Crio a tres hijos y atendió una tienda de la esquina durante décadas con su primer esposo, Henry Laws Jr., en Los Ángeles. Contrajo nupcias otras dos veces después de regresar a Hawaii, donde trabajó como cuidadora en casas particulares y sus nietos la visitaban todo el verano.
Además de DeClerck, otros 61 residentes de Mystic Meadows se contagiaron del virus; cuatro murieron, tres de los cuales recibieron cuidados paliativos, informó Neiman. “Tomamos todas las precauciones posibles”, aseguró, “pero esta enfermedad encuentra la manera de escabullirse”. En enero, se les realizaron pruebas a los residentes dos veces por semana, y una prueba rápida la última semana del mes indicó que DeClerck había contraído el virus. “En un principio se mostró un poco aprensiva, un poco asustada, pero dijo: ‘Dios va a protegerme’”, relató Neiman.
Ya había recibido la vacuna, hecho que muy probablemente contribuyó a su recuperación. Los primeros estudios del programa masivo de inoculación del Reino Unido dados a conocer el 22 de enero contienen muchas pruebas de que incluso una dosis de la vacuna puede ayudar a reducir las hospitalizaciones relacionadas con el coronavirus. DeClerck no es la persona de mayor edad que derrotó al virus.
La residente de mayor edad en Europa de la que se tiene conocimiento, la hermana André, contrajo el virus a los 116 años. Celebró con una copa de champagne el día de su cumpleaños número 117 este mismo mes en una residencia de Tolón, una ciudad del sudeste de Francia. Al igual que la hermana André, DeClerck quizás esté lista para brindar. Aunque lo más probable es que su brindis sea con ginebra y unas cuantas pasas sultanas. Su familia le hará segunda.