En febrero fue de 4,7%. Naftas, alimentos y tarifas recalientan los precios locales. A eso se suma el alza de valores internacionales, que complica aún más cualquier medida antinflacionaria.
Este martes el Indec difundió la inflación de febrero que se ubicó en 4,7%. En tan solo dos meses acumuló 8,8%.
Según las últimas proyecciones de las consultoras -según publica TN-, la inflación en 2022 podría llegar al 55%, la más alta desde el 84% de 1991, apenas terminaba la hiperinflación.
¿Cómo se llegó a este punto? Fue una combinación complicada de inflación pasada, emisión y precios “pisados” al que se sumó la guerra entre Rusia y Ucrania, que hizo un desastre en los precios internacionales de los commodities como el petróleo y el trigo.
Alimentos y nafta: el impacto de la guerra en los precios
En las últimas semanas la suba del trigo y el maíz comenzó a traslucir en las góndolas argentinas. Primero fueron los panaderos: advirtieron que el kilo de pan se iría al menos a $300, muy lejos de los acuerdos firmados con el Gobierno para mantenerlo a un valor menor.
Siguieron los dueños de fábricas de pastas y luego los almaceneros. Los aumentos son semanales y de dos dígitos, según la categoría. Lo que se cocina es complicado y los datos lo confirman. En febrero, la canasta alimentaria en la Ciudad subió un 10%.
La dinámica de los alimentos es “alarmante”, explica Matías De Luca, analista de la consultora LCG, y agrega que el rubro viene aumentando arriba del 4% por mes desde hace unas ocho semanas.
Sobre ese combo complicado se montó una nueva suba de naftas, que esta semana aumentaron un 9,5% en el caso del litro de súper. Cuando sube la nafta, sube casi todo: es parte del combo de costos para transportar cualquier bien de un punto a otro.
A ese escenario general se suman dos gastos importantes del hogar que tendrán subas en 2022.
Por un lado, las tarifas. Y, por el otro, la vivienda: los alquileres todavía no tienen solución y siguen con alzas por encima de la inflación, pero además las expensas tendrán una suba promedio del 40%.
“La suba de tarifas, de la que todavía no conocemos demasiado, parece insuficiente para cumplir con la meta acordada con el Fondo de reducir el déficit”, señala María Castiglioni, socia de C&T Asesores Económicos.
“A eso se suma un contexto internacional que pesa en el precio de los alimentos y una dinámica de inflación reprimida que se está ‘cobrando’ lo que no se cobró el año pasado”, suma.
El único factor que podría ayudar en la contención de precios en este combo complicado, dice Castiglioni, es el acuerdo con el FMI y el compromiso de reducir el déficit y la emisión hacia futuro.