Economía

Inflación: Los intensos dolores de cabeza que disimula la sonrisa de Sergio Massa

La inflación de enero será más alta que la de diciembre. Y existe una relación inversa entre las posibilidades de una candidatura del actual ministro de Economía y el índice de precios

Hace pocas horas, Sergio Massa recibió una noticia esperable pero, a la vez, muy complicada. La inflación del mes de enero, calculada por sus propios técnicos, superará a la de diciembre, que a su vez fue más alta que la de noviembre. De modo que, cualquiera que mida la evolución de los precios durante el último trimestre, concluirá que el ritmo inflacionario ha vuelto a acelerarse, luego del primer trimestre de la gestión de Massa, cuando ocurrió lo contrario. Es un indicio de que la primavera ha terminado y empiezan los problemas en serio. Para colmo, el ministro había prometido que el índice del mes de abril arrancaría con 3. Le costará sangre, sudor y lágrimas y, tal vez, ni siquiera así lo consiga, publicó Infobae.

Que Massa no se da por vencido está claro. El viernes, condujo una puesta en escena en la que quedó reflejado el consenso que recoge en el así llamado círculo rojo. En el mismo acto, reunió a algunos de los principales líderes sindicales -encabezados por Rodolfo Daer-, a varios dirigentes empresarios -conducidos por el titular de la UIA, Daniel Funes de Rioja- y a un puñado de intendentes del conurbano, entre los que sobresalía, en primera fila, la camporista Mayra Mendoza. El motivo convocante fue el anuncio de que los formadores de precios y los principales sindicatos intentarán que los precios y los salarios de la economía no se muevan muy por encima del 3,2 por ciento mensual durante el próximo trimestre.

La reunión del viernes expone -y así estuvo pensada- uno de los principales activos del ministro. Casi nadie en la política argentina lograría reunir en la misma sala a un grupo tan contradictorio. Su capacidad infinita de elongación le permite vincular, a través suyo, a Máximo Kirchner con Kristalina Georgieva, a Cristina Kirchner con Paolo Rocca, tiene además relaciones aceitadas con Anthony Blinken pero también con el gobierno chino. El relato massista sostiene que esa red ha sido central en la moderación de las expectativas que salvó a la Argentina de la hiper que asomaba en agosto. A eso se le suma, el relativo orden que imprimió a la gestión económica luego de la caótica resolución de la ofensiva de Cristina Kirchner sobre Martín Guzmán, durante el primer semestre del año.

Esa amalgama se lubrica con dinero. Con muchísimo dinero. Si el Gobierno necesita reservas, está dispuesto a pagar cualquier cosa con tal de que los exportadores liquiden sus dólares, aun a costa de acentuar la distribución regresiva del ingreso. Si necesita controlar los precios, ofrece a las empresas dólares baratos a cambio. Eso va generando un gap entre lo que el Gobierno paga para conseguir dólares y lo que recibe al entregarlos, y puede provocar serios problemas en el largo plazo. Pero, como se sabe, en el largo plazo todos estamos muertos, y en el corto hay elecciones. Massa, como cualquier político argentino, tiene muy en claro sus prioridades al respecto.

La principal pregunta, el principal dolor de cabeza, es si esa estrategia alcanza. O, mejor dicho, hasta dónde alcanza: cuál sería el resultado de sumar orden político, más el intento de coordinación con los distintos sectores de poder, más recorte de gasto, más acumulación de reservas a cualquier costo. El índice que se conocerá en los próximos días reflejará que no alcanza para demasiado. Si hasta aquí parecía posible que, en medio del páramo en el que se ha transformado el Frente de Todos, Massa consolidara una candidatura presidencial, ahora el mundillo del poder se llenará de preguntas. Más aún porque los consultores económicos más influyentes son escépticos respecto de la posibilidad de que se cumplan las promesas del ministro.

Uno de ellos lo graficó de esta manera: “Los salarios formales se actualizan al cien por ciento anual. Eso obliga al banco central a devaluar a un ritmo acelerado. Si no lo hiciera, en pocos meses el circulante dañaría mucho las reservas. Por una vía o por la otra, por la devaluación controlada o por la devolución forzada, habrá contagio sobre los precios. La tasa de interés supera al cien por cien. ¿Por qué razón habría una inflación del 4 en un contexto donde las principales variables suben muy por encima de eso?”. Además, algunos elementos complican más la situación: precios regulados que aumentarán en las próximas semanas; el aumento de la carne, que tiene una gran incidencia en el índice y todavía no impactó en toda su plenitud.

Los efectos políticos de todo esto son potentes, ya que hay una relación inversa entre las posibilidades de una candidatura de Massa y el índice de inflación. Cuanto más alto es este, más caen aquellas. Y viceversa. Por eso, la pelea por bajar el numerito será despiadada.

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