Tag

Islas Malvinas

Browsing

Pedía que lo llamaran Alejandro y no Alexander. «Soy argentino», decía con un castellano que mezclaba el acento inglés con el cordobés. Betts, nacido en 1947, fue cuarta generación de isleños nacidos en Islas Malvinas . En 1976 comenzó a defender los derechos argentinos sobre el archipiélago y, durante la guerra, ayudó a los soldados argentinos . Desde mediados del ’82 vivió en el continente, primero en Ushuaia (donde murió ayer) y después en Córdoba.

En 2011, el Estado argentino le otorgó una pensión como veterano de guerra civil por su colaboración durante la guerra y, tres años más tarde, en la sede de Naciones Unidas, el entonces canciller Hector Timerman le entregó su DNI argentino.

Betts, quien se instaló en Agua de Oro cuando llegó a Cordoba, contaba que tenía «cierta facilidad» para aprender el castellano porque lo hizo de manera informal, cuando en su familia todos hablaban inglés.

Su tatarabuela paterna, Rebecca Mc Cullen, era escocesa y se casó en las islas con John Charles Betts, llegado de Inglaterra. Por parte de madre, su familia llegó con los primeros viajes de los colonos, en 1842. Los papás de Alejandro, Cyril Betts y Malvina Goss, eran dueños del Bar Victoria.

Tenía siete hermanos, tres de los cuales viven en las islas, al igual que su hija más grande. Él no regresó al archipiélago porque le advirtieron que podía quedar preso por traición a la patria. «A la patria de ellos, no a la mía, que es la Argentina», repetía. El Reino Unido lo catalogó como desertor de guerra.

A los 14 años dejó Puerto Argentino para trabajar en «casi todas» las estancias que había en Malvinas como esquilador de ovejas. Allí se contactó con los chilenos, quienes le enseñaban el castellano. Su primera esposa murió muy joven; con ella tuvo a Dawn y Pablo. De un segundo matrimonio, en Agua de Oro, tuvo a Verónica, Leonardo y Juan Manue.

Pasó por muchos empleos, peón, domador, tractorista, controlador aéreo en Puerto Argentino, traductor y ayudante en el único supermercado de las islas. También trabajó para Líneas Aéreas del Estado e YPF. Corregía a quienes le preguntaban cuándo había llegado a la Argentina. «Salí del territorio insular argentino», repetía de manera amable pero firme.

Dejó las islas con personal civil argentino a fines de junio del ’82. Su defensa de la soberanía sobre las islas le generó problemas con su familia. Uno de sus hermanos, Terry, es empresario pesquero y un fuerte defensor de la postura británica. Fue integrante del Consejo Legislativo de las islas y se mudó a Londres, donde se dedicó a la política y a vender licencias a empresas pesqueras.

Ambos hermanos se cruzaron en distintas oportunidades en el Comité de Descolonización de Naciones Unidas. Alejandro integraba la delegación argentina y Terry, la británica. Pablo, hijo de Alejandro que vive en Rosario, contó que bromeaban con su papá diciendo que era un «inmobiliario pesquero».

Hasta los 34 años, Alejandro sólo tuvo el status de isleño, no de ciudadano. «Nacido en Falkland Islands». En 1983, por decreto de la entonces primera ministra Margaret Thatcher, se les reconoció a los habitantes de las islas cierto grado la ciudadanía británica. Él insistía en que su DNI argentino era el de más valor.

En Agua de Oro, pueblo del que intento ser intendente en 2007 por la Unión Vecinal, a Alejandro le decían «el Inglés». Desde que llegó participó de la vida institucional, fue concejal por el radicalismo y dos veces secretario de Gobierno de la municipalidad. En 2015 fue candidato a integrar el Parlasur.

Sus vecinos manifestaron su pesar por su muerte. Lo vieron por última vez en enero, cuando viajó a Ushuaia para sumarse a la Secretaría provincial de Malvinas. A los pocos días le detectaron un tumor en la médula espinal, derivado de un cáncer que sufría. Lo operaron sin éxito y ayer murió.

En medio de los anuncios de proyectos para reafirmar la soberanía argentina en las Islas Malvinas, la vicecanciller británica Wendy Morton llegó al país y se reunirá con distintas autoridades del Gobierno para explorar oportunidades de cooperación bileteral tras la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

La Secretaria para Europa y las Américas del Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino Unido arribó a Buenos Aires en la tarde de este lunes procedente de Montevideo, donde asistió a la asunción presidencial de Luis Lacalle Pou.

En la agenda de la funcionaria británica se encuentra una reunión con su par argentino Pablo Tettamanti, y también una audiencia con el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, con quien conversará sobre posibilidades de ampliar el comercio y la inversión entre los países.

«Este viaje resalta el compromiso del Reino Unido de trabajar con los gobiernos de América Latina, ampliando nuestras relaciones en las áreas de comercio, cambio climático y seguridad global», expresó Morton.

La visita de la vicecanciller británica al país ocurre horas después de que el presidente Alberto Fernández anunciara ante la Asamblea Legislativa, en la inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso, tres proyectos para reafirmar la soberanía argentina en las Islas Malvinas.

El primer proyecto es la creación del Consejo Nacional de Asuntos Relativos de las Islas Malvinas, con integración «plural», para «asegurar políticas de estado» referidas al archipiélago. El segundo texto que presentará el Poder Ejecutivo es una norma para «la demarcación del límite exterior de la plataforma marítima argentina».

En tanto, el tercer proyecto es un «Régimen Federal Pesquero», para «endurecer las sanciones a los que pescan ilegalmente sobre los recursos naturales del país».

La petrolera británica Rockhopper Exploration PLC informó que los contratistas del proyecto Sea Lion, en la Cuenca Norte de las Islas Malvinas, “han llevado a cabo un extenso proceso de debida diligencia y garantía, y están a punto de llegar a un acuerdo final para proporcionar los fondos” con los que financiará la explotación, por lo que gestiona una prórroga de la concesión.

El financiamiento está sujeto “a la finalización de la documentación”, cuyo detalle será elevado a los prestamistas en el cuarto trimestre de este año, aclaró el presidente de la compañía, Keith Lough, al presentar en Londres los resultados de mitad de ejercicio.

El memorando de información preliminar y un conjunto completo de informes de expertos independientes, que formaron la base de un paquete de solicitud de garantía de financiamiento, se presentaron en julio pasado a los posibles prestamistas senior, incluidas las agencias de crédito a la exportación.

El comunicado de Rockhopper recuerda que la concesión por el área de Sea Lion Discovery expirará el 15 de abril del año próximo, por lo que se espera que se apruebe formalmente antes de esa fecha la Declaración de Impacto Ambiental y el Plan de Desarrollo de Campo por parte del FIG (Falkland Island Government, las autoridades británicas del archipiélago cuya soberanía reivindica la Argentina).

“El compromiso constructivo y de apoyo con el FIG continúa en una variedad de asuntos ambientales, fiscales y regulatorios, con el fin de obtener los consentimientos y acuerdos necesarios para llegar a una decisión final de inversión”, resaltó la empresa.

Sin embargo, añadió, dada la naturaleza del financiamiento del proyecto que se está buscando, “como precaución prudente se han iniciado conversaciones con el FIG en relación con una extensión por 6 a 12 meses de la licencia de Lion Discovery Area”.

La operadora del proyecto será la empresa Premier Oil plc, también británica, y según se indicó, a través del proceso de optimización posterior a la ingeniería, el proyecto eliminó sustancialmente los riesgos desde una perspectiva técnica, de costos y de cronograma, así lo reseña Télam.

Un total de cuatro electores con domicilio en las Islas Malvinas figuran en el padrón electoral para votar en las PASO del próximo domingo en Tierra de Fuego.

Osvaldo Hillar es el único de los cuatro que reside actualmente en la ciudad de Ushuaia y cuyo Documento Nacional de Identidad (DNI) exhibe la dirección “Eduardo A. Vallejo 103. Puerto Argentino”, como “homenaje simbólico” al soldado con ese nombre que murió entre el 11 y 12 de junio del 1982 cerca suyo por las esquirlas de un bombardeo naval inglés.

Sin embargo, en el padrón para las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) elaborado por la Justicia Electoral figuran también José Luis Chantada, María Marta Villanueva y Pamela Margaret Mac Leod, todos con domicilio en las Islas Malvinas, corroboraron fuentes oficiales, así lo informó telam.

Chantada, de 68 años, aparece en la lista de votantes con la dirección “Fitz Roy Road 37”, y hace tres mesesjula 24. se mudó de las Malvinas y actualmente reside en Edimburgo, la capital de Escocia.

“Hicimos el trámite en Rio Gallegos (Santa Cruz) para tener una dirección argentina. Estando tan lejos no creo que me costeen el pasaje para poder votar”, sostuvo el hombre que es argentino, se casó con una isleña y hasta hace un tiempo se dedicaba a coordinar viajes turísticos a las Islas Malvinas.

Personas que han utilizado sus servicios contaron que Chantada esperaba personalmente a sus clientes en el aeropuerto y se ocupaba de trasladarlos a su lugar de alojamiento, aliviando la situación de los que solo hablaban en español.

En el padrón de votantes fueguinos también aparece Mac Leod que es la esposa de Chantada y eso explica que ambos hayan declarado el mismo domicilio para el trámite ante el Registro Civil.

Por su parte, sobre María Marta Villanueva, que aparece en el padrón con el domicilio “The Dolphins S/N. Islas Malvinas”, fuentes judiciales revelaron que “podría tratarse de una mujer nacida en 1945 y que llegó a las islas en 1972, convirtiéndose en uno de los cuatro argentinos residentes antes del conflicto de 1982”.

Villanueva adquirió luego la nacionalidad británica y se volvió crítica del reclamo de soberanía de Argentina sobre el archipiélago, mientras que tras casarse con el naturista británico Ian Strange se la conoció más con el nombre de María Marta Strange y ocupó cargos en el gobierno local como consejera y representante hasta su retiro, agregaron las fuentes.

La propuesta de la cartera educativa tiene como finalidad mantener viva la causa Malvinas y promover la reflexión en las aulas sobre la historia reciente.

Durante el acto realizado hoy, en Puerto Madryn, para recordar el 37° aniversario del regreso de las tropas argentinas al continente tras la guerra de Malvinas, el ministro de Educación, Leonardo De Bella, anunció la puesta en marcha del programa educativo “Malvinas:  lecciones del pasado para fortalecer la nación”.

 

“Aprovechamos este día especial, entre otros que recordamos de la Gesta de Malvinas, para decirles que ponemos en marcha en la provincia el proyecto educativo sobre Malvinas con el firma propósito de que se siga manteniendo viva en la provincia del Chubut la memoria de nuestros héroes, no solamente de los caídos, sino también de los que podemos abrazar y escuchar como son ustedes”, dijo el Ministro De Bella a los veteranos de guerra de todo el país que llegaron a Puerto Madryn para participar en una emotiva jornada de reencuentro.

“Son nuestros héroes de carne y hueso, que tienen que llevar su testimonio a nuestros chicos a las aulas, para que esa antorcha de la causa Malvinas se siga manteniendo vivo”, subrayó.

Un tema permanente

Esta propuesta busca desarrollar un trabajo interdisciplinario, con el apoyo operativo y testimonial de la red de los Centros de Veteranos de Guerra del territorio provincial.

A través de las vivencias y testimonios de nuestros soldados, se propicia que las generaciones más jóvenes conozcan en profundidad lo que miles de argentinos vivieron en el archipiélago, defendiendo la soberanía argentina sobre las islas Malvinas.

“Es muy importante que Malvinas sea un tema permanente en las escuelas y que ese hecho de nuestra historia reciente nos estimule a reflexionar sobre nuestra sociedad, la soberanía, la justicia, nuestra identidad. Debatir, hablar, reflexionar, leer junto con nuestros chicos es imprescindible para sostener el recuerdo y para construir la memoria colectiva como sociedad”, señaló el Ministro.

Por su parte, el veterano de guerra Luis Oscar Calcara, que llegó desde Córdoba para participar del acto, mostró su satisfacción tras las palabras del ministro De Bella. “Me parece que es una idea excelente y ya le pedimos a la gente del Ministerio de Educación que nos faciliten el proyecto para intentar replicarlo en nuestra provincia porque a pesar de que miles de cordobeses fueron a Malvinas, no es un tema que se trate con frecuencia y que se sostenga en las escuelas”, indicó.

Conocer para entender

Además de recuperar los testimonios, se abordará la cuestión Malvinas desde el aspecto teórico, de la mano del profesor Rodrigo Gómez, referente del tema en nuestra provincia.

“La intención es que los chicos también conozcan sobre el contexto histórico, por qué se toma como una usurpación la acción británica de 1833, cómo evolucionó la cuestión Malvinas en el siglo XIX y el siglo XX a partir de que el tema llegó a las Naciones Unidas hasta la necesidad de que en la actualidad las fuerzas políticas consensúen una posición para que el país tenga una política de estado sólida y estable a lo largo del tiempo en la negociación con Gran Bretaña”, explicó.

Se promueve de esta manera que las comunidades educativas ejerciten la comprensión de un episodio histórico ya que su tratamiento enriquecerá el compromiso democrático. “Realizamos esta propuesta bajo el lema conocer para entender/entender para participar en la toma de decisiones para comprometerse con una democracia vital, dinámica y participativa”, destacó De Bella.

En el segundo semestre el programa estará a disposición de escuelas del Valle Inferior del Río Chubut y de Puerto Madryn, para luego realizarlo en la meseta, la cordillera y la región sur de la provincia. Aquellos establecimientos interesados en recibir esta charla, deberán comunicarse al correo malvinas.educhubut@gmail.com

El profesor Rodrigo Gómez, formó parte entre 2009 y 2011 del seminario docente Enseñar Malvinas para comprender la Nación, que la cartera educativa realizó por toda la provincia. En 2012, Gómez estuvo en Malvinas para realizar una cobertura periodística que se difundió a través de la pantalla de Canal 7 de Rawson; además integró el equipo docente Aprender Malvinas desde 2014 hasta 2017 y es integrante desde hace cuatro años del programa radial Qué hicimos en y por Malvinas.

El gobierno nacional publicó un mapa que denomina a las islas Malvinas como «Falkland Islands». Lo hizo a través del sitio oficial de la Secretaría de Cultura de la Nación.

Quien lo señaló fue el diputado nacional Daniel Filmus, quien desde su cuenta de Twitter expresó: «En el día que recordamos a un gran luchador por la soberanía, Martín Miguel de Güemes, la página oficial de Puntos de Cultura de la Secretaría de Cultura no se enteró que las Islas Malvinas son argentinas».

«Exigimos que se baje inmediatamente de la web de la Secretaría de Cultura ese mapa, que atenta contra los reclamos históricos de Argentina sobre la soberanía de las Islas Malvinas, expresados en la Constitución Nacional, en los acuerdos unánimes del Congreso Nacional y en el corazón de todas/os las/os habitantes del país», reclamó el legislador, lo cual fue concretado a las pocas horas.

En diálogo con el sitio de noticias Infobae, desde el organismo oficial admitieron el error pero se lo adjudicaron a Google, empresa que, según afirmaron, diseñó el mapa.

No es la primera vez que la administración macrista comete errores sobre Malvinas. En 2017, el entonces Ministerio de Modernización incurrió en la misma falta, y la Anses compartió en las redes sociales una imagen que mostraba el mapa de Argentina, pero sin las Islas. Este mismo año, la empresa estatal Radio Televisión Argentina publicó un mapa donde figuraban como «Falkland».

El Gobierno reafirmó este lunes que la recuperación de la soberanía sobre las Islas Malvinas constituye «un objetivo permanente e irrenunciable» de los argentinos, y destacó a la relación «constructiva» con el Reino Unido propiciada por la actual gestión como una señal de la «plena disposición aun diálogo abierto y sustantivo» con ese país, «que incluya todos los temas».

Islas Malvinas
Islas Malvinas

 

«La recuperación del ejercicio pleno de nuestra soberanía sobre las Islas, respetando el modo de vida de sus habitantes y de conformidad con el Derecho Internacional, constituye un objetivo permanente e irrenunciable de todos los argentinos, tal como lo establece la Cláusula Transitoria Primera de nuestra Constitución Nacional», afirmó la Cancillería en un comunicado oficial difundido en el Día de la Afirmación de los Derechos Argentinos sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, y los espacios marítimos circundantes.

«En esta fecha tan significativa para todos los argentinos, reafirmamos una vez más nuestros derechos de soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur, Sandwich del Sur, y los espacios marítimos circundantes, por ser todos ellos parte integrante de nuestro territorio nacional», indicó el ministerio de Relaciones Exteriores y Culto en su mensaje.

Macri recibe a ex combatientes de Malvinas en Olivos
Macri recibe a ex combatientes de Malvinas en Olivos

 

Remarcó además que desde el 2016, en el inicio de la gestión de Cambiemos, «el Gobierno argentino ha impulsado una relación constructiva con el Reino Unidoque nos ha permitido avanzar en áreas de interés mutuo en el Atlántico Sur, lo que refleja nuestra plena disposición a un diálogo abierto y sustantivo que incluya todos los temas».

Subrayó la convicción de que «este clima de diálogo también generará un marco para reanudar las negociaciones sobre soberanía,en los términos establecidos por resoluciones de Naciones Unidas y su Comité Especial de Descolonización»

El Observatorio de la Energía, Tecnología e Infraestructura para el Desarrollo (Oetec) aseguró que “la empresa estatal noruega Equinor, ganadora de 7 áreas para la exploración hidrocarburífera en el offshore argentino, cuenta con una directora que fue asesora petrolera del ilegítimo gobierno colonial de las Islas Malvinas”. De las 7 áreas adjudicadas a esa firma, 2 de ellas se ubican en la Cuenca Malvinas Oeste, en donde trabajará de manera conjunta con YPF y Total Austral.

También hay cuestionamientos sobre la adjudicación de áreas a la empresa Tullow. El municipio de Río Grande presentó un amparo colectivo para frenar el beneficio “a empresas vinculadas al ilegítimo gobierno británico en Malvinas” y hará lo propio la gobernación fueguina y el municipio de Ushuaia.

Días atrás, el Gobierno Nacional aprobó la adjudicación de permisos de exploración hidrocarburífera en 18 áreas del Mar Argentino a 13 compañías petroleras. La zona está ubicada frente a la costa de Tierra del Fuego y sur de Santa Cruz y se extiende hasta el área de las Islas Malvinas. Las empresas adjudicatarias son Exxonmobil, Qatar Petroleum, Tullow Oil, Pluspetrol, Wintershall, Equinor, YPF, Eni, Mitsui, Tecpetrol, Total Austral y BP. Según el Oetec, “la empresa Tullow operó 7 licencias otorgadas por los kelpers en la Cuenca Malvinas Sur en 2007, licencias que terminaron en manos de Rockhopper, la británica que está a punto de comenzar la producción comercial de crudo en la Cuenca Malvinas Norte”.

Por otro lado, Federico Bernal, director del Oetec, agrega que “Anne Drinkwater, actual miembro del directorio de la empresa Equinor, tiene vinculación directa con el gobierno colonialista isleño. Drinkwater fue directora de Tullow –otra firma adjudicataria– entre 2012 y julio de 2018 y mientras ocupó ese cargo fue asesora petrolera de las autoridades ilegítimas e ilegales en Malvinas. Elaboró para los kelpers en 2013 una hoja de ruta al 2018 con recomendaciones para el éxito de la actividad hidrocarburífera alrededor de las islas”.

Para saber si Drinkwater continúa ejerciendo ese rol de asesoría, el Observatorio Oetec envió una consulta al gobierno isleño el pasado 16 de mayo y recibió la respuesta al día siguiente. “No comentaremos sobre qué arreglos se mantienen para especialistas que asesoran al gobierno de las Islas Falkland en la actividad de petróleo y gas”, respondió Stephen Luxton, Director de Minería kelper desde 2011. “El tiempo verbal usado por Luxton no deja resquicio a dudas: Drinkwater sigue siendo asesora petrolera kelper. Y por tal motivo, las autoridades ejecutivas isleñas no pueden hacer público su estado de situación contractual, como él mismo se encargó de señalar”, indica Bernal.

“Drinkwater pasó por Tullow y de allí saltó a Equinor, ambas empresas ganadoras de 5 áreas en la Cuenca Malvinas Oeste, entre Tierra del Fuego y las islas. Su cargo como directora en dichas firmas coincide con su asesoría en hidrocarburos para el ilegítimo gobierno isleño. Semejante detalle no fue advertido por la Comisión Evaluadora de la Secretaría de Energía y fue desestimado por el Poder Ejecutivo Nacional y el canciller Jorge Faurie”, agregó Bernal. En la misma línea está la presentación ante la Justicia de las autoridades del municipio de Río Grande. “Presentamos este recurso de amparo colectivo para lograr que se frene esta entrega. El gobierno nacional ha asumido una postura de desentenderse de la cuestión de soberanía”, dijo el intendente Gustavo Melella. La Justicia ya envío el expediente a la Secretaría de Energía. También presentarán amparos la gobernadora Rosana Bertone y el intendente de Ushuaia, Walter Vuoto –según publica Página 12-.

El Observatorio de la Energía dirigido por el investigador Federico Bernal (OETEC) sostiene que una de las petroleras que ganaron la reciente licitación para explorar áreas off shore cerca de Malvinas, denominada Tullow, ha sido operadora de 7 licencias exploratorias otorgadas por el gobierno isleño, además de que tendría vinculación con Rockhooper, una de las petroleras que hoy busca explotar el petróleo de las islas, pese a que la legislación argentina impide esas acciones. El intendente de Río Grande impulsa un amparo para frenar la adjudicación.

Según el informe publicado por el Observatorio, Tullow Oil accedió a la adjudicación de 3 áreas en la cuenca Malvinas Oeste. “Es meter al zorro en el gallinero», dijo Bernal. «Conoce la geología de la cuenca Malvinas, que es similar a la de la cuenca sur, que ya exploró en 2007, donde hizo sísmica 2D y luego esas áreas las terminó agarrando Rockhooper, que es la que está explorando la cuenca Malvinas norte y está buscando financiamiento para explotar. Con lo cual, tienen toda la información por parte de la Secretaría de Energía, con el agravante de una empresa que ya trabajó para los kelper, por lo que el gobierno argentino está cediendo parte del territorio nacional a una empresa británica que no respetó nuestra soberanía nacional, al operar para el gobierno colonialista isleño”.

La Secretaría de Energía de la Nación informó que Tullow Oil se alzó con la adjudicación de 3 áreas en la cuenca Malvinas. De éstas, en dos accede en sociedad con Plustpetrol y Wintershall, mientras que en la restante lo hace como operador único.

Un amparo para frenar la entrega

Para el OETEC, las implicancias de este hecho podría hacer caer toda la licitación vinculada a la cuenca Malvinas Oeste.  Otras dos áreas en la misma cuenca Malvinas fueron adjudicas a la noruega Equinor. ¿Cuál es el cuestionamiento a esta última? Su actual directora, Anne Drinkwater, fue también directora de Tullow entre entre 2012 y 2018. “En paralelo, asesoró al gobierno colonial isleño en hidrocarburos, elaborando para sus autoridades una hoja de ruta para el sector hasta el 2018”, dijo otro de los investigadores del OETEC, Agustín Gerez. Y agrega otro dato fundamental para entender el problema: “Entre las dos cuencas existe continuidad geológica, con lo cual los resultados de la exploración bajo el paraguas del Concurso N°1 serán determinantes para la campaña prospectiva al sur y este de las Malvinas, por cierto, en manos de Rockhopper».

Recientemente, el intendente del municipio de Río Grande, Gustavo Melella, anunció que presentará un recurso de amparo en contra de la adjudicación de las áreas, que deberían adjudicarse el 16 de mayo. Según dijo el jefe comunal en declaraciones publicadas por el portal Infofueguina.com,  se apunta a “frenar la entrega de nuestros recursos naturales y soberanía”, al tiempo que señaló que “adjudicarle siete áreas a una empresa ligada al gobierno ilegítimo británico de Malvinas va en contra de todas las luchas que nuestros veteranos y todos los habitantes hemos llevado adelante durante muchos años”.

Vale recordar que la legislación argentina impone severas penas a la exploración y explotación petrolífera en el territorio nacional y en el Mar Argentino sin autorización de las autoridades nacionales. La Ley 26.195, promulgada en 2013, impone penas de prisión de cinco a diez años y multas severas a quien encargue o realice, “por cuenta propia o de terceros, cualquier actividad de búsqueda de hidrocarburos mediante la exploración en el lecho o en el subsuelo del mar territorial o en la plataforma continental argentinos”. En 2015, una jueza de Río Grande ordenó el embargo por 156 millones de dólares en contra de compañías que realizan operaciones en Malvinas. Entre éstas, se encontraba el consorcio formado por Rockhooper y Premier Oil.

“Como viene denunciando OETEC desde su mismísima creación en 2013, Rockhopper Exploration (RE) es la única petrolera activa que no sólo avanza a paso firme en materia exploratoria en la Cuenca Norte (norte de las Malvinas) –afirma el informe del Observatorio-, sino que, de conseguir financiamiento, comenzaría la campaña de explotación comercial dentro de los próximos 12 meses”.

 

 

ADN Sur

«Viva la Patria. Viva el Belgrano».

Fue el grito de esperanza que una centena de náufragos pronunciaron hace 37 años con el resto que les quedaba. Al ver que sus posibles rescatistas se acercaban, los cuerpos helados hicieron un último esfuerzo por sobrevivir. Habían podido superar el temporal del Océano Atlántico desatado desde la noche anterior, luego de que su crucero ARA General Belgrano se hundiera en el fondo del mar. Llevaban más de un día a la deriva, amparados de las corrientes de agua y el cielo tormentoso dentro de sus balsas de goma que, pese a estar averiadas, los mantenían a flote, aunque no a todos vivos.

El día previo

El sábado primero de mayo de 1982, casi un mes después del desembarco de las Fuerzas Armadas Argentinas en las Islas Malvinas , reinó por un instante la paz sobre las aguas. Al norte las vigilaba el portaaviones ARA Veinticinco de Mayo y desde el sur el grupo de tareas 79.3, que formaban el crucero ARA General Belgrano y los destructores ARA Piedrabuena y ARA Bouchard. Sus tripulaciones estaban listas para ingresar en el área de 200 millas de exclusión impuestas por el gobierno británico sobre ese territorio. Pero nunca llegaron a penetrarlo.

Antes del ocaso, la orden de combate ya había sido dada a las autoridades de la flota, que intuían un posible ataque submarino del enemigo. Por eso, los respectivos comandantes de los destructores, Horacio Grassi y Washington Bárcena, volaron en helicóptero hasta el crucero para reunirse con su par y líder del grupo, Héctor Bonzo y su segundo comandante, Pedro Galazi. Esa tarde sellaron un pacto.

«Llegamos a la conclusión de que en caso de no poder detectar a los submarinos ni poder atacarlos por falta de medios, teníamos que separarnos en un primer momento para evitar que todos fuéramos abatidos. Después debíamos ver como evolucionaba la situación para decidir como actuar», relata Grassi, el capitán que velaba por la vida de sus 284 tripulantes, en una entrevista con LA NACION.

Para Bárcena, «la calma total» que había sentido ese día en el ambiente por la falta de viento comenzaba a desaparecer. Ya de regreso en su buque, debía alistar a la tripulación para la siguiente misión. Según recuerda a sus 81 años de edad, por la noche convocó a una reunión «de carácter voluntaria» a los 333 tripulantes, la mayoría de los cuales llevaba sólo poco más de un año a bordo. En cumplimiento de su función y guiado por su convicción, transmitió las instrucciones para el plan de ataque previsto. Se sorprendió y emocionó al ver que todos estaban presentes.

El comandante Washington Bárcena en el ARA Bouchard.
El comandante Washington Bárcena en el ARA Bouchard. Crédito: Gentileza Bernardo Bárcena

 

«Izamos la bandera de guerra. Era de tela de seda suave bordada con hilos de oro. Toda la dotación libre de guardia subió al puente de señales a cantar el himno a capela contra el viento que arrasaba», cuenta Eugenio Facchin, el entonces jefe de comunicación del Bouchard. Aún se acuerda con intensidad de las caras expuestas al frío y las voces de cada uno de sus compañeros mientras un guardia de la marina -ya fallecido- y el jefe de artillería hacían una especie de salva con las pistolas 1125 que utilizan los oficiales en caso de hundimiento. «Al otro día arriamos la bandera hecha trizas, la mitad ya no estaba, porque el viento la había desgarrado», lamenta.

Este capitán de navío, que estaba también a cargo del «armamento» -como se conoce en la jerga militar a los recursos humanos del buque-, confiesa: «La operación en secreto funcionó bastante bien con nosotros. Los de plana mayor no sabíamos nada, excepto contadas personas como el jefe de operaciones, el jefe de máquinas, el segundo comandante y el comandante. Estábamos en alta mar cuando nos enteramos que íbamos a operar en Malvinas para su recuperación». Luego reflexiona: «Nos causó una sensación muy especial. Como todos los argentinos teníamos esa cosa pendiente, y especialmente nosotros como militares teníamos esos deseos de ver la patria completa».

El día del hundimiento

El 2 de mayo la vida de los 1093 tripulantes del crucero ARA General Belgrano cambió para siempre. 300 cuerpos no volvieron, otros 23 fueron rescatados sin vida y 770 náufragos sobrevivieron.

Pasada la medianoche y entrada la madrugada, la misión que tenían los destructores gemelos de incursionar junto al crucero por el sector sudeste de las islas para atacar a la flota británica había sido abortada. Las desfavorables condiciones meteorológicas y la falta de viento del día anterior habían impedido el lanzamiento de los naves aéreas A4Q desde los portaaviones. Para quienes debían tomar las decisiones, el tiempo apremiaba. Sabían que habían sido descubiertos y debían comenzar a salvaguardarse. Debían cambiar de zona para protegerse.

Los destructores, que formaban el arco naval en flanco que escoltaba al Belgrano y sus 1093 personas a bordo, lo siguieron en la retirada para cambiar el sentido de navegación hacia el oeste. Durante el regreso hacia la costa argentina mantuvieron la protección submarina del crucero por el estribor -el lado derecho- por el que presumiblemente podía llegar la amenaza. El Piedrabuena navegó directamente a proa y el Bouchard por la amura, a unos 45° y 5000 metros de distancia. Ambos, con sus cuatro misiles modernos Exocet MM38 capaces de impactar a 40 o 50 kilómetros de distancia entre plataformas de mar, mantuvieron todo el tiempo sus rumbos sincronizados y en contacto permanente, hasta que el enemigo dio batalla.

«El submarino HMS Conqueror, en una maniobra muy hábil se posicionó al sur nuestro, nos esperó y disparó tres torpedos en dirección al Belgrano. Le apuntaron a popa, centro y proa», cuenta con perplejidad Rafael Rey Alvarez, quien fuera jefe de navegaciones del Bouchard.

«Eran las cuatro de la tarde de un día con lloviznas, nubes y mucho viento cuando lo primero que sentimos fue una detonación. Se sintió como un cimbronazo que hizo mover el buque», detalla sobre el impacto que causó uno de los torpedos al estallar cerca, a unos 100 metros de distancia, con más de 300 kilos de explosivos. También reconoce su suerte: «Si nos impactaba a nosotros, nos hundíamos enseguida, porque era un buque más chico que el Belgrano. Pero sólo generó dos rumbos en la obra viva, que es la parte sumergida del barco».

El destructor ARA Bouchard comandado por Washington Bárcena
El destructor ARA Bouchard comandado por Washington Bárcena Crédito: Archivo

 

En ese momento que ocurrió la avería se tocó el «zafarrancho de combate», por el cual se cerraron todas las puertas estancas y continuó con la huida del lugar. Para Facchin, se trató de «una situación de mucha tensión» porque cada uno estaba en su posición de ataque. Durante un instante de abstracción, llegó a pensar en su esposa, porque no quería dejar a una «maravillosa mujer» sola con los dos hijos. Luego pensó en sus padres, inmigrantes italianos que habían perdido gran parte de la familia en la guerra y vinieron a la Argentina «para escapar justamente de las bombas». Con gracia y sin culpa, en ese momento también soñó con la moto que tanto le gustaba y no se había comprado todavía. Por todo eso, tenía una razón más para volver. «Fueron las tres cosas que pensé durante tres minutos, lo suficientemente largos como para sentirme unidos a ellos y a mí. Y no pensé en nada más que operar el buque en lo que me tocaba», confiesa.

Se abocó al objetivo más inmediato del buque: salir de la puntería del submarino porque si volvían a darle ya no estarían en condiciones de volver a rescatar a nadie. Al respecto detalla: «Cuando sentimos la explosión, puse a toda la gente a trabajar. Fui al puente de comando y envié la orden de poner máxima velocidad en el sector de máquinas para que produzcan vapor para las turbinas y el buque alcanzara casi los 35 nudos».

En esa zona además había comenzado a entrar agua por debajo de la línea de flotación. Los maquinistas tenían que tapar las grietas con cemento y apuntalar los mamparos para sellar el casco. «Cada integrante de la dotación sabía que tenía que hacer. Cumplimos con la doctrina y la lista de chequeo que establecen lo que se debe hacer en cada momento. Mantuvimos el plan de operaciones ordenado a los comandantes», reconoce orgulloso el capitán de navío

Al igual que él, Rey Alvarez rememora: «Cuando se quiso informar la situación de nuestro destructor a Bonzo, que dirigía el grupo de tareas, no funcionó ningún circuito de comunicación. Al rato nos dimos cuenta de que el Belgrano había quedado parado y entonces empezamos a asumir que había sido atacado».

El crucero a pique

Oscar Vásquez, un joven de 18 años y cabo segundo de mar, ya estaba luchando por su vida en ese momento en que el crucero se iba a pique y comenzaba a hacer la digestión de la merienda que recién había terminado.

Casi se queda dormido esa tarde, pero «El mono» -su compañero de camarote- llegó a despertarlo para el cambio de guardia de las 16 horas. En el traspaso de tareas, algunos puestos del barco quedaban desatendidos y la flota marina británica, por su vasta experiencia bélica, lo sabía bien. Entonces el submarino efectuó el lanzamiento.

Vásquez justo cerraba la puerta de la torre uno de la proa y se sentaba frente a los cañones cuando presintió venirlo. El barco se escoró, se frenó. Se cortó la luz y se hizo un silencio sepulcral desconocido hasta entonces.

Cuando todos reaccionaron, huyeron hacia la parte de atrás del barco, porque los primeros 15 metros de proa ya no estaban. Vasquez corrió casi 200 metros desde la proa hasta la popa, donde estaba su sagrada balsa, para cumplir con el plan de evacuación que tantas veces habían practicado a bordo. Esta vez, el siniestro era real.

Antes de saltar a la balsa, miró para arriba y se prometió no morir en el agua, se aferró a la vida. Pero su balsa asignada, ya estaba pinchada. Un oficial que había entrado antes, la pinchó con una navaja. No había tiempo para ponerle los parches, por eso, no podían sobrecargarla.

Le ordenaron subir a un gomón. En cuanto la marea subió y lo tuvo cerca, se arrojó. El golpe casi lo paralizó. Se levantó y como pudo, recibió el motor y el tanque de nafta que faltaban. Vio que un hombre nadaba en el agua. Lo auxilió a subir y le dio una frazada. Ya eran diez a bordo y no entraba nadie más. Estaban al límite. Otro más empezó a patalear al lado de ellos, pero lo dejó suelto.

«Gracias a Dios se salvó», dice aliviado y en diálogo con LA NACION Vasquez, el actual dirigente veterano de guerra nacional. Hace un año ambos volvieron a encontrarse en San Juan luego de décadas y coincidieron en que «era mejor salvar a diez que morirse once». Pero «El mono» no se salvó, porque por alguna razón decidió llevar los útiles de la merienda a su camarote cuando el torpedo impactó en esa zona del crucero.

El crucero ARA General Belgrano fue impactado por dos de los tres torpedos que lanzó el submarino británico HMS Conqueror antes de hundirse
El crucero ARA General Belgrano fue impactado por dos de los tres torpedos que lanzó el submarino británico HMS Conqueror antes de hundirse Crédito: Archivo

 

Otro más flotaba en el agua. Era Alberto Deluchi Levene, que en cuestión de segundos pasó de ser uno de los tres médicos cirujanos del Belgrano a ser un potencial paciente en gravedad. Sin poder ubicar una balsa cerca a la que saltar, sintió el impulso de lanzarse al agua. Sabía el riesgo que corría a sus 37 años.

«Había varias formas de hacer abandono del barco. Lo ideal era en seco, pero por circunstancias del momento decidí arrojarme al mar», cuenta el teniente de navío que en alta mar llegó a operar dos apendicitis aguda y un traumatismo de cráneo. «Como el barco se hundió en una hora, no llegamos a atender a nadie en el quirógrafo. Sólo pudimos usar los botiquines que llevaban los cabos enfermeros para atender a los quemados en cubierta y en las balsas», agrega.

Deluchi Levene flotó hasta el límite de tiempo en que evitó que su cuerpo se congelara por la ínfima temperatura del agua. Llegó a arrimarse a una balsa. «Me costó subir porque el borde tenía petróleo. Una vez adentró me abrigué con una manta que llevaba. La sensación del agua helada me produjo hipotermia. Me causaba un dolor tal que me daba la sensación de tener mil agujas en la piel», relata el náufrago.

Compartió la balsa, con capacidad para 20 personas y que ya estaba semihundida, con diez marineros, un cabo y un suboficial más jóvenes que él. El hecho de estar apretados los ayudaba a darse calor. Lograron unirse a otras dos balsas mediante cabos y eso también les permitió sobrevivir el resto de las horas que duró la pesadilla nocturna.

Las balsas con los náufragos eran atadas con cabos a los busques rescatistas durante las tareas de trasbodo.
Las balsas con los náufragos eran atadas con cabos a los busques rescatistas durante las tareas de trasbodo.Crédito: Archivo

La noche del naufragio

Vasquez seguía en el gomón, que se sacudía intensamente y golpeaba a sus ocupantes. «No paramos de temblar, Decidimos pasarnos a otra balsa para darnos calor. En pleno temporal, con muchísimo viento y oleaje, saltamos de a uno. Si alguno caía al agua, se perdía», recuerda alegre porque eso no pasó.

«Nos unimos a dos balsas más, pero como se golpeaban y podían romperse, nos soltamos y seguimos a la deriva», continúa Vasquez. «Hicimos de todo. Nos orinamos encima, vomitamos, pero era imposible entrar en calor, porque la balsa estaba llena de agua. También rezábamos llorábamos, nos reíamos, hacíamos chistes. Todo junto. Alguno se bajoneaba, sobre todo los que tenían hijos», cuenta quien entonces tenía a su mujer embarazada en Buenos Aires.

El día después

El lunes 3 de mayo amaneció despejado, frío, pero lindo y más calmo el mar. Las balsas se habían alejado entre sí por la corriente y desplazado 100 kilómetros al sureste del lugar del hundimiento.

«Fueron avistadas por un avión que se quedó sobrevolando en la zona hasta casi agotar combustible corriendo riesgo de vida ellos mismos. Ese avión dirigió el rumbo de los buques que vinieron a rescatarnos», relata Deluchi Levene. «Primero llegó el Bouchard, pero al poco tiempo nos dejó, nos abandonó sin saber por qué», cuenta. Luego del rescate llegó a entender que el buque había tenido un problema de máquina y que subir por su borda de más de cinco metros de altura era imposible para los hombres que tenían los músculos absolutamente entumecidos.

Momento del rescate de una balsa con náufragos. Cuando quedaban vacías eran pintadas con color azul en el techo o se les disparaba para hundirlas para no confundirlas con las que estaban llenas.
Momento del rescate de una balsa con náufragos. Cuando quedaban vacías eran pintadas con color azul en el techo o se les disparaba para hundirlas para no confundirlas con las que estaban llenas. Crédito: Archivo

 

Al rato, cuando aún era de día, llegó el aviso ARA Francisco de Gurruchaga, un barco más pequeño, con borda más baja. «Nos arrojaron un cabo para mantenernos unidos al barco mientras efectuaban el rolido en medio de las olas altas. Cuando bajaba la marea, nos agarraban de a uno, nos tomaban de los brazos y nos subían a bordo. Fuimos unos de los primeros en salir del agua», agrega el médico.

Lo peor no había pasado aún. «Desde el punto de vista de servicio, lo peor fue ver los cadáveres al lado nuestro. Un muchacho de nuestra balsa, que estaba dormido, entró con vida a la cámara caliente del aviso, pero eso le generó un shock y no lo pudieron revivir. Tuvimos un muerto en nuestra balsa», cuenta con una profunda e irreparable pena sobre las pérdidas que vivieron dentro del barco rescatista.

Se hizo de noche. Vasquez llevaba 33 horas de naufragio cuando vio un mástil con un reflector gigante que alumbraba. No sabía si el barco era argentino o inglés hasta que entendió lo que hablaban y ya no le quedaron dudas de que la agonía llegaba a su fin. Entonces, creyó que era «navidad» al ver de nuevo juntas, y más cerca de lo que creía, las luces de las bengalas que salían de todas las balsas de alrededor.

El regreso a tierra firme

El Gurruchaga era un buque de servicio, no de combate. Fue el aviso que consagró con el abordaje de 380 náufragos uno de los rescates más importantes de la historia naval. Operó hasta que no cabían más y luego se dirigió hasta Ushuaia, no sin antes cumplir con la meta que su comandante Álvaro Vasquez se había propuesto: vivo o muerto iban a recuperar los cuerpos de «hasta la última balsa».

El 5 de mayo de 1982 volvieron a encontrarse en Ushuaia Pedro Galazi, segundo comandante del crucero General Belgrano, y el comandante del destructor Piedrabuena, Horacio Grassi.
El 5 de mayo de 1982 volvieron a encontrarse en Ushuaia Pedro Galazi, segundo comandante del crucero General Belgrano, y el comandante del destructor Piedrabuena, Horacio Grassi. Crédito: Gentileza Horario Grassi

Los días posteriores

El 5 de mayo, tras dos días de rescate, el hospital de Puerto Belgrano de Ushuaia se llenó de heridos, convalecientes, sobrevivientes. Los autorizaron a hablar por teléfono para retomar contacto con sus familias, que ya estaban al tanto de lo sucedido. Luego los enviaron a la Base Aeronaval Comandante Espora en Bahía Blanca. A los militares de carrera lo destinaron a la ciudad de residencia. A los colimbas le dieron licencia hasta la baja.

Otros aún seguían en funciones. El comandante del Bouchard y su tripulación estaban de guardia la noche del 16 de mayo cuando descubrieron que tres puntos se desplazaban en dirección al continente. Dedujeron que se trataban de tres botes de goma con pisos de madera, por el tipo de motor y la estela que se formaba. Al detectarlo, levaron ancla y cubrieron combate para impedirles el desembarco en tierra.

«Fuimos la única nave que tuvo la oportunidad de cañonear a la flota enemiga. Después de recoger los náufragos del Belgrano, de repararnos a nosotros y sin el Piedrabuena, fuimos a atacar», cuenta Facchin, que enseguida anuncia otro misterio.

«A la noche siguiente detectamos un helicóptero, que no se sabe de dónde vino, y dimos el aviso. No sabemos si se le acercó un portaaviones a la costa o tocó tierra. Pero si sabemos que terminó quemado del lado chileno, cerca de Aguas Claras en Punta Arena», devela sobre el hallazgo que trascendió entre las noticias de aquella época. «Pueden haberlo prendido fuego para quemar las evidencias del armamento que llevaban», intuye sobre la posible nave espía, que al ser detectada frustró el plan de ataque británico conocido como Operación Mikado.

Durante esos días, otros emprendían el regreso a casa. Vasquez llegó a Buenos Aires sin dinero. Su viaje en tren y en colectivo fue una hazaña. «Me bajé en Liniers y los chanchos pensaban que estaba loco, porque no me creían cuando les decía que venía de la guerra. Pero me dejaron pasar sin pagar hasta Castelar», cuenta el extimonel, que lleva el tatuaje del crucero en el antebrazo derecho.

Pocos años después

Aunque ambos destructores de doble bandera tenían un origen en común, su destino fue diferente. Estos buques de 120 metros de eslora y capacidad aproximada de 280 tripulantes, fabricados en Estados Unidos durante la Primera Guerra Mundial en 1944, ya habían cumplido su función. Las turbulencias del océano y los avances de la tecnología, los volvieron obsoletos. Pero también los incidentes que ocurrían a bordo.

El Bouchard tuvo algunos. La caldera de popa había levantado temperatura y generado un incendio, que no pasó a mayores salvo por los efectos colaterales que produjo en los camarotes superiores. Las paredes y el piso de arriba comenzaron a recibir una cantidad excesiva de calor, que derritió todo a su alcance, como las suelas de los zapatos que sus ocupantes no pudieron volver a usar. Víctima de la onda expansiva de la explosión del torpedo, le debieron cambiar 16 metros cuadrados de chapa del casco una vez que regresó a puerto. Al tiempo, fue enviado a desguace.

En cambio el Piedrabuena, que había partido de Puerto Belgrano en abril de 1982 con 285 personas y regresado un mes después con 555, tuvo otro destino. Para quien fuera su comandante entonces, el destructor tuvo un «triste final como buque blanco».

El 5 de mayo de 1982 volvieron a encontrarse en Ushuaia Pedro Galazi, segundo comandante del crucero General Belgrano, y el comandante del destructor Piedrabuena, Horacio Grassi.
El 5 de mayo de 1982 volvieron a encontrarse en Ushuaia Pedro Galazi, segundo comandante del crucero General Belgrano, y el comandante del destructor Piedrabuena, Horacio Grassi. Crédito: Gentileza Horario Grassi

 

En 1984 lo sacaron de servicio por no poder ser reparado. Otros destructores más nuevos llegaban mientras tanto de Alemania. «Como no era redituable trasladarlo para venderlo, quedó varado en puerto sin dotación -cuenta Grassi- por eso en el año 88 fue remolcado a alta mar. Quedó vacío, sin los elementos de utilidad que servían otra unidad. Estaba sólo el casco. Entonces un buque de la flota clase Meko le disparó un misil Exocet y lo hundió».

Hoy, a 37 años

«En algún momento sí definitivamente se va a saber la verdad. Sí se van a desclasificar los documentos de Inglaterra para entender qué pasó, pero no se si será cuando estemos vivos», predice Facchin, actualmente investigador y autor de libros sobre temas bélicos. Amplía: «Si a un país no le conviene que se sepa cierta información, no se desclasifica. Eso sólo ocurre cuando un país ya no tiene nada que perder. Depende de una decisión política».

«Lo peor que se podría descubrir son las razones que nos llevaron a la guerra, que a veces son muy mezquinas, y llegar a saber que nuestros vecinos no fueron tan leales como debían haber sido. Pero eso es algo que sucede», opina Facchin. Concluye: «Lo que hicimos nosotros fue con total profesionalismo, me queda la satisfacción de que nunca nos escapamos del combate».

El cabo segundo Oscar Vasquez, que naufragó 33 horas luego de hundimiento del General Belgrano cuando tenía 18 años, lleva en su brazo el tatuaje del crucero.
El cabo segundo Oscar Vasquez, que naufragó 33 horas luego de hundimiento del General Belgrano cuando tenía 18 años, lleva en su brazo el tatuaje del crucero. Crédito: Gentileza Oscar Vasquez

 

El sobreviviente Deluchi Levene cree que la experiencia del naufragio lo marcó para toda la vida. «Todos lo que vivimos los tripulantes del crucero somos un vivencia de obediencia al servicio, nadie renegó de estar ahí, de camaradería y colaboración para el rescate de los compañeros. Ya han pasado muchos años y no ha habido reproches».

Está convencido de que haber luchado por las Malvinas fue una causa justa, aunque no era necesario defenderlas con las armas. Acota: «El que es militar no tiene que conocer los pensamientos del comandante general, sino que tiene que cumplir una misión para la que se preparó. La superioridad tiene que estar segura de que el militar va a cumplir con esa misión hasta en condiciones impensadas y con falta de recursos».

El capitán de fragata Bárcena fue entrenado para vigilar, atacar, rescatar y sobrevivir en situaciones de guerra. Su intensa carrera militar le enseñó a mantener el espíritu inquebrantable ante las situaciones humanas más extremas. Como pocos, y sólo aquellos que como militares tienen el privilegio de defender su patria, logró experimentar la máxima vocación de servicio a pesar del dolor, del sacrificio y del desarraigo.

 

Fue capaz de mantener la lucidez y sensatez en medio del caos y la desesperación que se apoderaba de las almas en las balsas. 64 subieron a bordo del Bouchard, y a pesar del exceso de capacidad, regresaron como pudieron a tierra firme para completar las familias que habían sido separadas y dedicarse a cumplir nuevas metas. En su caso, el de graduarse luego como doctor en Ciencias Políticas en la Universidad de Kennedy. Siempre reconoció que su trabajo fue posible gracias a «los valores que mantuvo la tripulación en condiciones extremas, porque nadie se quejó ni pidió abandonar el barco aunque estuviera herido».

Con cariño aún recuerda a quien fuera su «mayordomo», el que mantenía el orden y la limpieza de su cabina. En el momento del conflicto, el suboficial se le acercó para hacerle un pedido muy especial: dejar las tareas de rutina para abocarse a las de combate. Bárcena estuvo de acuerdo y le dio autorización. Entonces, ante la falta de su mayordomo y sus servicios, comenzó rápidamente a darse cuenta, cuan importante y necesario era cada miembro de la tripulación para que todo funcionara normalmente.

Al igual que el resto de sus inolvidables, valientes y ejemplares colegas, no sentía miedo por perder su vida. Lo sentía por el vacío que podía llegar a dejar en sus seres queridos si no los volvía a ver; ese vacío que hace llorar, que corta la respiración y el habla. Como el que siente ahora al recordar a las personas que más amó, con las que estuvo en las buenas y en las épocas de conflicto, y ya no están con él. Pero se siente también reconfortado y satisfecho por haber cumplido su deber. Eso lo alegra. Como lo alegra recibir visitas en su remanso alejado de la ciudad, donde en los últimos años disfrutó jugar al golf con sus vecinos. Ahí, en una sencilla casa alejada del oceáno, Bárcena atesora sus infinitos recuerdos de la guerra y de sus cinco hijos y trece nietos, a los que hoy, con total entereza, sinceridad y humildad, aún les puede contar su historia.

Él fue uno de los que volvió. No fue un héroe. Ninguno de los testimonios se siente como tal. Creen que los verdaderos héroes son los que regresaron mutilados, los que aún tienen secuelas piscológicas, los médicos que jamás abandonaron a sus pacientes a pesar de estar rodeados por el enemigo. Héroes también son los que quedaron en el fondo del mar o en el las islas sureñas. Los que quedan, aún se reencuentran de vez en cuando y participan de las vigilias en conmemoración de los caídos que no olvidan.

Entre los combatientes, que en defensa de las Malvinas y en honor a la patria lo arriesgaron todo, hay una gran coincidencia: todos volverían a elegir su misma profesión militar. Aunque están convencidos, por experiencia propia, que la guerra jamás es la solución a los conflictos.

De izquierda a derecha, de arriba a abajo: Oscar Vasquez, Washington Bárcena, Rafael Rey Alvarez, Eugenio Facchin Horacio Grassi, Alberto Deluchi Levene.
De izquierda a derecha, de arriba a abajo: Oscar Vasquez, Washington Bárcena, Rafael Rey Alvarez, Eugenio Facchin Horacio Grassi, Alberto Deluchi Levene. Crédito: Gentileza testimonios

La Nación