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Así lo indicó Damián Fernández, ingeniero responsable de la parte eléctrica y funcional del satélite SAOCOM1B cuyo lanzamiento está previsto para el 25 de julio próximo.

Damián Fernández, ingeniero responsable de la parte eléctrica y funcional del satélite SAOCOM1B cuyo lanzamiento está previsto para el 25 de julio próximo, aseguró que «el satélite volvió a la vida» al «cargarle las baterías», luego que el despegue desde Cabo Cañaveral fuera suspendido en marzo pasado por la pandemia de coronavirus, informó la CONAE.

«Cuando el Covid-19 se declaró, estábamos a fines de marzo y era muy peligroso lanzarlo en esas condiciones, era muy incierto sin saber si podía haber gente que se podía infectar o que podía pasar con la gente que tenía que operar el satélite desde Córdoba o si la gente del INVAP nos podía dar soporte», detalló Fernández.

El profesional, quien será el suplente del Director de Operaciones del Satélite, en el día de su lanzamiento, detalló que lsselo había dejado «en una configuración segura hasta que pueda reiniciarse una campaña de lanzamiento».

«Hoy lo que hicimos fue volver a traer al satélite a la vida, después de tres meses y medio aproximadamente, lo encendimos y cargamos sus baterías, todo anduvo muy bien y podemos seguir adelante con la campaña».

La Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) desarrollará el primer satélite propio de esa casa de estudios, que podrá ser usado para estudiar las características del suelo, analizar el agua o el urbanismo, ver el movimiento de tierras, detectar incendios u observar cambios meteorológicos.

Para ello, el Centro Tecnológico Aeroespacial (CTA) de la Facultad de Ingeniería lanzó el proyecto «Satélite Universitario», una convocatoria que busca que los alumnos y la comunidad científica de la UNLP presenten propuestas con los objetivos e información que debería recolectar el satélite para cumplir la misión una vez que esté en órbita.

«Nos propusimos hacer un satélite y lanzamos primero una convocatoria -que vence en agosto- dentro del sistema científico de la Universidad para definir qué misión tendrá», explicó el vicepresidente de la UNLP y director del CTA, Marcos Actis, en una entrevista con Télam.

«Cuando esté definido qué vamos a medir, haremos una nueva convocatoria para que otros integrantes del sistema construyan el instrumento», contó y anticipó que se piensa que el satélite estará listo para noviembre de 2021, momento en que buscarán el modo de ponerlo en órbita.

Estas cosas se hacen en el país: tenemos la tecnología, la capacidad y los recursos humanos capacitados para ello».”

MARCOS ACTIS

En ese sentido, la coordinadora del proyecto e ingeniera aeronáutica, Sonia Botta, expuso ante esta agencia que los interesados en participar deben acercar «propuestas del tipo científico-tecnológico», es decir objetivos científicos o de instrumentación específica que se deseen probar a modo de demostración tecnológica.

«De ser posible, las propuestas tendrían que estar acompañadas de detalles más técnicos. En el caso de los objetivos científicos, requerimientos como la sensibilidad o resolución del instrumento, parámetros específicos que se buscan detectar; y en el caso de la instrumentación, los requerimientos tecnológicos como la potencia máxima, la energía o el control térmico», graficó.

Actis remarcó que el objetivo la iniciativa «es incentivar a los jóvenes a la participación en este tipo de proyecto y al desarrollo de tecnología, demostrar que se pueden hacer estas cosas en la universidad».

La premisa que rige la propuesta es la de «ciencia al alcance de todos» ya que para Actis es fundamental «que los chicos sepan que estas cosas se hacen en el país: tenemos la tecnología, la capacidad y los recursos humanos capacitados para ello».

«Las perspectivas son muy buenas, el país cambió. Estamos en una etapa en la que la ciencia y la tecnología valen», apuntó.

La elaboración del nanosatélite –un instrumento de la categoría denominada «CubeSat», que será de 30cm por 30cm y pesará unos 20 kilos- demandará una inversión de unos 20 mil dólares, que serán aportados en su totalidad con fondos del CTA.

«Lo que es oneroso es el lanzamiento, que arranca en los 200 mil dólares. Pero confiamos en que, por los vínculos que estamos generando con China y con la NASA, en Estados Unidos, podamos colocarlo en alguna misión que ellos hagan», describió Actis y no descartó que si se construye el Arsat 3, cuyo desarrollo se retomó, «se pueda pedir para que vaya como carga auxiliar en su lanzamiento».

El satélite tendrá una estructura de aluminio con un sistema de navegación en su interior que será construido por la Facultad. Las baterías de litio, los paneles solares y las mantas doradas serán desarrolladas en el laboratorio del Centro Tecnológico Aeroespacial.

«Queremos poner ese instrumento que los científicos necesiten, construirlo y prestar un servicio para investigadores que requieran datos y que hoy por hoy se pueden conseguir, pero recurriendo a agencias extranjeras», dijo Actis.

A pesar de que estos satélites son pequeños, pueden cumplir muchas misiones: de acuerdo a Botta en observación terrestre «se puede hacer análisis de suelos, hidrología, movimiento de tierras, urbanismo, monitoreo meteorológico».

«Si miramos hacia el espacio, podemos hacer mediciones sobre el clima espacial (la interacción entre el sol y la atmósfera terrestre), detectar rayos cósmicos, o analizar la radiación terrestre», contó la investigadora y describió que otro campo donde se pueden usar estos satélites es «en la recolección de datos de sensores terrestres».

«Es decir, con sensores ubicados acá. El satélite pasa por encima, recolecta la información almacenada en el sensor y lo retransmite a una estación terrena. Esto es muy útil para zonas remotas, (como la Antártida) o en grupos muy numerosos de sensores», analizó la científica.

Actis remarcó la importancia de seguir apostando al desarrollo de la soberanía espacial y contó que, a nivel mundial, «la tendencia es fabricar satélites en tamaños cada vez más pequeños».

«Hasta 2015 Argentina era el principal país de Latinoamérica en la realización de satélites pero desde que cambió el Gobierno hasta el año pasado esto fue la noche: no sólo no se hizo nada, sino que se nos fue gente valiosa que estaba en capacitada en la construcción de satélites y lanzadores», opinó el vicepresidente de la Universidad.

«Tenemos que repotenciar la soberanía espacial, como decidió el gobierno actual, porque tenemos a Brasil de competidor. Argentina tiene que ser líder de Latinoamérica», evaluó el ingeniero y añadió que su sueño es «poder poner nuestros propios satélites en órbita, tener nuestras propias imágenes de televisión en todo el país o de Internet y no depender de otras naciones».

Actis dijo que la aspiración es «que se reactive el plan de tener un lanzador propio» para poder «ser nosotros mismos los que ponemos en órbita el satélite que vamos a construir acá».

El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación informó que la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) ya tiene lista la nueva campaña de lanzamiento del satélite de observación argentino SAOCOM 1B, actividad pospuesta en marzo a causa de la cuarentena que dispuso el Gobierno Nacional por la pandemia del coronavirus.

Se espera que la puesta en órbita sea el sábado 25 de julio cera de las 20:19 (hora argentina) desde las instalaciones de la empresa SpaceX de Elon Musk, en Cabo Cañaveral, Estados Unidos.

Para eso, la delegación técnica argentina partirá este viernes por la noche. Será en un vuelo de Aerolíneas Argentina y allí estarán el Director Ejecutivo y Técnico de la CONAE, Raúl Kulichevsky, y cinco profesionales del organismo junto al representante de la Gerencia General de INVAP, Guillermo Benito, y 11 profesionales de dicha empresa.

Además, viajará un responsable de seguridad e higiene, quien se dedica exclusivamente al control de la aplicación del protocolo utilizado para la misión. El lunes y martes pasado fueron testeados con PCR para detectar si tenían coronavirus y los resultados dieron negativos.

Los ingenieros argentinos viajarán con seguro médico, equipo de protección personal (EPP) y un protocolo de medidas preventivas por Covid-19. Las actividades serán controladas también desde el centro de control en Córdoba.

Los satélites SAOCOM tienen como principal característica detectar la humedad del suelo y obtener información sobre la superficie terrestre. Asimismo, son útiles para prevenir, monitorear, mitigar y evaluar catástrofes naturales o antrópicas. Otra de las acciones más importantes del satélite será ayudar a los productores para que sepan cuál es el mejor momento para la siembra, fertilización y riego, en cultivos como soja, maíz, trigo y girasol.

Tanto el satélite SAOCOM 1B como el SAOCOM 1A conforman la misión SAOCOM. Ambos fueron elaborados y fabricados en el país por la CONAE junto con la empresa INVAP, contratista principal del proyecto, la firma pública VENG, la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y el Laboratorio GEMA de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), entre otras 80 empresas de tecnología e instituciones del sistema científico tecnológico del país. Además contó con la colaboración de la Agencia Espacial Italiana (ASI).

La empresa estatal Invap desarrollará y construirá un nuevo artefacto que proveerá Internet inalámbrico de banda ancha en toda la Argentina. La iniciativa del Gobierno pretende ofrecer conectividad en las áreas menos accesibles a partir de 2023, cuando sería puesto en órbita el primer satélite de segunda generación de producción nacional.

El Gobierno del presidente de Argentina, Alberto Fernández, vuelve a demostrar su intención de dar continuidad al desarrollo científico y a la conectividad universal en el país con el anuncio del nuevo Arsat-SG1. Así se llama ya que se tratará del primer satélite de segunda generación de producción nacional.

Invap es una compañía estatal de la provincia de Río Negro que se encarga de la investigación, diseño y construcción de los artefactos, mientras que la empresa pública Arsat depende de la nación y es la que ofrece los servicios de telecomunicación de manera interna e internacional.
Luego de la puesta en órbita de los Arsat-1 y Arsat-2, en 2014 y 2015, los últimos dos años de la Presidencia de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), Argentina vuelve a poner manos a la obra para apostar a la tecnología de punta en el servicio de Internet del país.

«El Arsat-SG1 va a usar nuevas tecnologías que no estaban disponibles hace 10 años, por lo que será un satélite de alto rendimiento o HPS [High Throughput Satellite], y contará con un sistema de propulsión eléctrica en lugar de a combustible, como usaban los Arsat anteriores».

El sistema de propulsión eléctrica

Los satélites de Arsat buscan federalizar la conectividad a la internet de banda ancha

El cambio hacia energía eléctrica reducirá el peso y el costo de lanzamiento del SG1 a la mitad en comparación con la generación de satélites anterior. Al pasar de 3.000 a 1.500 kilos, aproximadamente, y tomando en cuenta que el lanzamiento tiene un costo cercano a los 30.000 dólares por kilo, esto permitirá ahorrar alrededor de 45 millones de dólares. El artefacto girará estacionado sobre la Argentina a 35.786 kilómetros sobre el nivel del mar.

«Invap hace unos años comenzó a desarrollar esta tecnología en asociación con la Turkish Aerospace Industries [TAI, empresa estatal turca de tecnología aeroespacial]. Arsat firmó el contrato con Invap y se están terminando de definir qué características va a tener el satélite», explicó el ingeniero en Electrónica.

Arsat ofrece servicios a través de sus otros dos satélites, pero sus capacidades están ya saturadas, razón por la que siempre estuvo en los planes de la empresa lanzar un tercer artefacto, un proyecto que no fue continuado por la gestión del presidente Mauricio Macri (2015-2019), que prefirió suplir la demanda a través de un contrato externo.

Con una vista de los lagos patagónicos San Martín, Viedma y Argentino y de la cordillera de los Andes, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) presentó la primera imagen del satélite de observación con microondas SAOCOM 1 A.

El satélite cuenta con una antena radar de 35 metros cuadrados que no depende de la luz ni de las condiciones del tiempo para poder captar información. «El radar es un instrumento activo que genera y envía su pulso a la región que va a observar. Ese pulso interactúa con la superficie y vuelve con información», explicó la investigadora principal del proyecto SAOCOM, Laura Frulla.

Esa información la almacena el satélite y después, en la estación central de recepción en Córdoba, un procesador interpreta los datos del radar y los convierte en imagen.

El primer satélite argentino con tecnología de radar llegó al espacio el 7 de octubre de 2018 y la imagen que CONAE dio a conocer de la Patagonia argentina fue captada el 25 de octubre por la mañana.

Respecto de la elección de la imagen, Frulla expresó que «hay muchas, se eligió esta que es una de las primeras porque es linda y además tiene montañas, meandros, estepa y se ven bien los efectos del viento en el agua. Es muy importante el radar porque la rugosidad del agua aporta datos sobre la corriente y la temperatura».

En la imagen dada a conocer, en el lago San Martín se pueden distinguir los distintos niveles de rugosidad superficial provocados por la intensidad del viento sobre el agua. Los tonos en azul oscuro corresponden a las zonas con viento calmo o sin viento. El área de bosque está en color amarillo mientras que los meandros y los cauces de los valles de inundación están en celeste. La estepa se observa en tonos marrones.

La imagen construida a través de los datos de radar también permite notar la diversidad de relieves de montaña y la altiplanicie patagónica. La investigadora aclara que aún se encuentran en una etapa intensa de calibración y que estiman que entre junio y julio podrán empezar a ofrecer a los usuarios las imágenes del SAOCOM 1A, capaz de medir humedad del suelo, detectar desplazamientos del terreno, derrames de petróleo e incluso pesca ilegal.

«Como es un proceso bastante largo vamos a ir generando imágenes de acuerdo a ciertas posibilidades hasta poder alcanzar el panorama completo», dijo la especialista a Perfil.

El trabajo con los productos que se desarrollarán con los datos del satélite cuenta con distintos niveles de procesamientos, el básico en el que la información del radar ingresa al procesador que interpreta la información y la lleva en formato de imagen y luego, un segundo nivel en la que pasa por otro procesador para generar, por ejemplo, mapas de humedad de suelo.

«Para llegar a ese punto debemos asegurarnos de que podemos entregar el mapa con determinado margen de error y para ello se necesitan instrumentos en el suelo para contrastar uno con otro y ajustar», detalla la investigadora.

Después de terminar la etapa de calibración también se podrá diferenciar entre distintos tipos de cultivos. Además, como el SAOCOM 1A y el 1B, de próximo lanzamiento, formarán parte, junto con cuatro satélites italianos, del Sistema Italo-Argentino de Satélites para la Gestión de Emergencias (SIASGE), a futuro se podrán contar con imágenes con información de radares que operan en distintas bandas (la L en el caso de los argentinos y la X en los italianos).

«La banda X tiene mayor resolución espacial por ser una longitud de onda más corta y la banda L permite identificar desde humedad en el suelo hasta estructuras en ciudades», destacó Frulla.

Ingenieros iraníes no lograron poner en órbita el satélite ‘Payam’ (Mensaje), enviado al espacio a bordo de un vehículo de lanzamiento de fabricación nacional, admitió el ministro de Tecnologías de la Información y Comunicaciones iraní, Mohammad Yavad Azari Jahromi.

En su cuenta de Twitter, Azari Jahromi apuntó que «quería hacer felices a todos con una buena noticia, pero a veces las cosas no salen como esperábamos».

Aunque las dos primeras etapas del cohete funcionaron exitosamente, según el ministro, hubo dificultades en la tercera etapa que no alcanzó la velocidad necesaria para situar Payam en la órbita.
El presidente iraní, Hasán Rohani, avanzó hace unos días que Irán lanzaría en breve al espacio dos nuevos satélites con cohetes de producción local.

Payam (Mensaje) es un satélite no militar de 90 kilos que Irán planeaba enviar a una órbita de 500 kilómetros con el vehículo de lanzamiento Simorgh, según el diario Tehran Times.

Creado en la Universidad de Tecnologías Amir Kabir, el aparato tenía una resolución de 45 metros e iba a permanecer en órbita durante tres años.

Otro satélite que Irán se propone lanzar en los próximos días se llama Dousti (Amistad) y fue diseñado en la Universidad de Tecnologías Sharif.

sputnikmundo