Nicolás Cayupul y dos de sus hijos, posiblemente década del veinte. Foto extraída del libro de Ernesto Maggiori. “Resistencia civil y casos de bandidaje en Patagonia”. Buenos Aires, Tela de Rayón, 2008.
El próximo 12 de Octubre se conmemora una fecha más por el Respeto a la Diversidad Cultural de los pueblos americanos. Haciendo un poco de historia y remontándonos hacia el año 1917 fue el presidente Hipólito Yrigoyen quien denominó este día como Día de la Raza, influido tal vez por la corriente filosófica que dominaba en ese entonces. El positivismo, sostenía esta idea de “raza” para diferenciar un grupo de otro por cuestiones biológicas. Esta fecha se mantuvo durante todo el Siglo XX y parte del XXI.
En el año 2007 el Instituto Nacional contra la Discriminación y la Xenofobia y el Racismo (INADI) presentó un proyecto por el cual se proponía cambiar la denominación de esa fecha por “Día de la Diversidad Cultural Americana” la iniciativa se concretó cuando el poder ejecutivo de la Nación hizo efectivo este cambio a través del decreto 1584/10.
Se tornaría interesante que este día sea conmemorado no con un simple acto, sino con una variedad de actividades que llamen a la reflexión, y de esta manera darle la importancia requerida, entendemos que se debe dejar de tratar a nuestros primeros ocupantes de América como simples personas que hilan, tejen y muestran sus labores a los turistas.
Más allá de lo que plantea este cambio de denominación, se torna interesante revalorizar la normativa que se introdujo en nuestra Constitución Nacional a partir de 1994, y en Nuestra Constitución Provincial en su artículo 34, y todas las leyes que amparan el derecho de los indígenas. Normativa que de alguna manera garantiza el pedido que los descendientes podemos hacer por las tierras que ocuparon de manera ancestral nuestros antepasados. (El convenio 169° de pueblos originarios de la OIT).
Por otro lado, quien escribe es descendiente directo de Nicolás Cayupul, aquel nativo que tomó posesión de 2700 hectáreas en lo que hoy se denomina Alto Río Pico a fines del siglo XIX cuya familia estaba integrada por once hijos, además de otras familias que se asentaron en el lugar.
Seguramente motivado por la educación de sus hijos, este gran hombre decide crear una escuela para que los suyos y los vecinos puedan concurrir a la misma, fue así que donó al Estado 15 hectáreas de su tierra para que se construya la escuela N°41 de Alto Río Pico, cuyo primer maestro fue el español Vinuesa, cuñado del comerciante y hacendado Bernardo Reviriego.
La escuela funcionó hasta la década del ochenta escolarizando a muchos niños del lugar. Mi abuela María Cayupul (hija de Nicolás Cayupul) recibió una parcela de tierra lindante al predio de la escuela pero siempre formando parte de estas 15 hectáreas donadas para ese fin, parcela que ocupó por más de sesenta años y por cuestiones de vejez tuvo que dejar encargada a sus familiares directos.
Por circunstancias que se desconocen llegó una persona al lugar, ajeno a la familia y ocupó el predio de doña María hace escasos años. La petición fue planteada la semana pasada ante las autoridades que corresponden, en este caso, al Honorable Concejo Deliberante de la localidad de Río Pico.
El reclamo tiene como objetivo la devolución de esta parcela a nuestra familia. Entendemos que el objetivo de esta petición tiene como fin la construcción de un museo en el predio, para reivindicar a la familia Cayupul y demás familias nativas del lugar, por otro lado creemos conveniente reparar el daño ecológico que se causó con la introducción de ganado en dicho predio, a través de la creación de una reserva forestal y de esta manera recomponer el ambiente con la introducción de plantas nativas.
Luego de esta petición quedamos a la espera de una favorable respuesta, estamos convencidos que es un reclamo justo, amparado por la normativa constitucional y lo estamos canalizando por la vía que corresponde.
Parcela en cuestión; arboleda que resguardaba la casa de doña María Cayupul.
Por Fabio Arce
Rí Pico