«Discutimos peleamos, criticamos, muchas veces han maldecido nuestra ciudad, la saquearon y despreciaron y no supimos o no nos interesó salir en su defensa, la indiferencia y el despego nos identifican, nunca nos ponemos de acuerdo en cómo manejar los recursos de nuestra ciudad, el petróleo, nuestro oro negro fue una bendición y a la vez una condena atrajo a gente trabajadora de todo el país que intentaba forjar su futuro para ellos y sus hijos y también a inescrupulosos especuladores dispuestos a tranzar con los dirigentes de turno. Y entre esos dos estilos de vida se proyecta nuestra sociedad.
Provenimos de distintas sub culturas norteños, chilenos, europeos que con gusto o la fuerza logramos amalgamarnos ya todos somos “comodorenses” el frio el viento y el mar nos hermanan.
Muchas veces como ciudad, nos sentimos solos el petróleo trae sus prejuicios, nos ven como los distintos de la provincia y no tienen problema en hacerlo notar, las miserias políticas nos convirtieron en el pato de la boda y en convidados de piedra en decisiones mezquinas.
Pero algo se dispara en ciertas circunstancias, comienza a surgir una ciudad oculta, sumergida agazapada, se sacude la modorra y se activa lo mejor de nosotros, ya no peleamos, casi no criticamos, eso será después, no es Comodoro, son los Comodorenses, son historias, héroes ya no anónimos, (ojala sean famosos) la urgencia por dar por despojarse por ayudar organizarnos y que el dolor y las desgracia sea de todos.
Las redes sociales llegaron para cambiar las distancias ya no podemos ser indiferentes, las emociones están frente nuestro y aun desde un teléfono podemos ser solidarios, vemos y sentimos a la vez.
Creo que a pesar de todo hay esperanza y que estos momentos nos enseñen lo importante de la vida, que no todo es plata y materialismo que nuestro vecino es piola y que está dispuesto a darnos una mano.
De pie y aplausos a los que salieron ayudaron, informaron abrieron puertas y corazones, a los que oran, rezan e invocan a algo superior, o los que acercan algo caliente que reconforta el cuerpo y el alma, porque algo es cierto las nubes negras pasaran no son para siempre, y cuando salga el sol estaremos de pie, sin importar cuál sea el pronóstico.»
Javier Alejandro Brocca