“La cárcel es violencia pura y no sirve de nada”
-¿Nunca le ofrecieron elevar un pliego suyo a Superior Tribunal?
-Sí, como camarista me contactó el Frente para la Victoria pero no directamente los referentes, sino sondeos. De aceptar debió ser una propuesta concreta y formal, que no hubo. Por eso no lo pensé seriamente. Me hubiese gustado pero todavía estoy a tiempo. Varios jubilados fueron ministros. No quiero comprometer a ningún dirigente porque ninguno concretamente me ofreció nada.
-Como juez ¿cuál es su autocrítica?
-Muchísimas. Tendría que escribir una biblioteca y una mitad sería autocrítica y la otra, aciertos. Se aprende con el tiempo. Uno cambia, mejora en el diálogo con colegas. Me gustan mucho la docencia y la academia, y estudio la teoría social: política, sociología, antropología. Me ayudan a juzgar con una visión más macro. No solo el delito puntual sino de quiénes son los protagonistas del conflicto para decidir. Y no perder nunca de vista que los dueños del conflicto son el autor y la víctima, los primeros a los que hay que escuchar. Hay que darles participación plena, dejarlos inclusive que arreglen su propio conflicto. Es el paradigma que un Estado de derecho debe brindarle a la gente. Darles la primera oportunidad. El conflicto es de ellos, no del Estado. Cuando el Estado mete la cola a través de la justicia penal tendría que ser como última ratio. La pena es el instrumento más violento que existe, por eso hay que hacer una política para gestionar los conflictos, de lo mínimo a lo máximo. El mínimo conflicto incluso lo pueden solucionar jueces barriales que no sean abogados. Infracciones mínimas como amenazas, daño, lesiones leves pueden solucionarse sin ser abogado. A veces no es una cuestión técnica sino humana.
-¿Tuvo casos que no debieron llegar a la Cámara Penal?
-Totalmente. Los fiscales pueden dejar las causas más leves para conciliación o reparación, para que no entren al sistema, y dedicarse exclusivamente a las causas más complejas, graves y que causan más daño social: un homicidio, una violación, un robo violento o la corrupción en la administración pública. Si no, la justicia penal siempre va a hacer lo mismo. La selección siempre cae en los más vulnerables. Eso hay que cambiar y dedicarse a la criminalidad económica y la corrupción, lo que más daño hace.
No somos conscientes porque es más efectista una cabeza reventada o alguien violado que el daño de una mala política económica. Una administración fraudulenta de un ministro de Economía o una mala praxis intencional aplicando determinado plan económico deja un tendal de víctimas. Esos costos no se ven, o se ven solo si uno los quiere ver, y lo causan estos personajes con la corrupción política. La política bien entendida no partidista es la única herramienta que puede ordenar la convivencia. Sin decisiones serias no se puede planificar una política criminal para no llegar la cárcel. ¿Qué tienen en común una amenaza, un daño o un homicidio con la corrupción? Nada. No se puede dar una sola respuesta, hay que diversificarla y hacer prevención. A tribunales tendrían que llegar solo los casos gravísimos. El resto tendría que ser solucionado con apoyo del Estado pero dentro de la misma sociedad. Jueces de Paz, barriales, instancias de conciliación, arbitraje. Hay muchos instrumentos comunitarios y asociaciones vecinales, que incluso están en mucho mejores condiciones que los servicios sociales municipales o de Tribunales para detectar conflictos. Por ejemplo los menores. No es que cumplen los 18 y se transforman en monstruos: ese chico ya viene con señales en los casos graves y el Estado falló. Después nos encontramos con eso en las manos y ya es tarde.
-¿En Chubut hubo política de contención de los menores?
-Es una de las provincias más avanzadas en lo legislativo. Podría faltar algún instrumento comunitario para detectar las conductas violentas de algunos adolescentes, no únicamente de los barrios, no hay que estigmatizar, hablo de todos los menores. Cada uno sigue su librito y no es así. No hay que caer con la cárcel porque no sirve para nada. La cárcel es violencia pura. Hay que dejarla para los casos graves. Con un hurto la persona va a la cárcel, ¿qué se logra? Nada. Ya está harto estudiado por la Criminología pero nadie le da bolilla y así estamos. El problema de los políticos: insistís con lo mismo, y le hacés caso a algún medio o periodista descerebrado que lo único que quiere es rating y sangre sin elaborar las verdaderas causas. No tienen la menor idea de lo que hablan. Es la madre de todo. Parafraseando al Indio Solari: “Si no hay política que no haya nada”.
-¿Alguna reflexión de los casos de corrupción en Chubut?
-No me gusta opinar porque no conozco. Una cosa es lo que sale en los diarios y otra lo que llega a Tribunales y se puede probar. Por eso es tan importante la responsabilidad de los medios de informar y no crear falsas expectativas diciendo: “Con esto se termina la corrupción”, “Está todo probado”, “Son todos corruptos”. No es así. Hay que esperar. El Poder Judicial tiene tiempos que no son los de la comunicación. Y exige pruebas para condenar. Por más consenso que exista en la prensa sobre si alguien es culpable, eso no lo transforma en verdadero. O al revés: por más consenso que exista sobre si alguien es inocente, si hay pruebas, es culpable.
Su sueldo, el caso Gangeme y su vínculo con la prensa
Con 34 años de antigüedad, el último sueldo de Florencio Minatta fue de poco más de $ 202.000. “Por la responsabilidad que tenemos, ganamos bien. Pero hay que hacer honor a esa responsabilidad. Con ese sueldo es más que suficiente”.
-¿Fue amparista?
-Sí, tardé y lo pensé mucho porque nunca me gustó, pero no quedó otra. Nunca en mi vida había planteado un amparo pero si no, estaríamos casi en el último escalón de todo el país. Hicimos un amparo para la media Patagonia y nos hicieron lugar. Se mantiene o al menos estamos cerca.
-En 2019 se cumplen 20 años del crimen, ¿qué le quedó del caso Ricardo Gangeme que investigó?
-Trabajamos como locos. Procesamos a tres personas y fueron absueltas en el juicio. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos vino a Chubut a indagar qué se había hecho. No pueden decir nada porque se investigó como manda el Pacto. Chubut adoptó todas las medidas judiciales, legislativas y ejecutivas para agotar la pesquisa. Si hay un caso que se trabajó es Gangeme. Se revisó lo que hice, se plantearon otras hipótesis y quedaron en la nada. Para los tribunales internacionales, Chubut está cubierto. Esos tribunales no te exigen un culpable: te exigen que investigues a fondo y con diligencia. Si no encontrás culpables no significa que tenés responsabilidad. Te van a condenar como Estado argentino si no investigaste o fue flojo o dejaste pasar hipótesis importantes. Para mi profesión fue muy importante porque aprendí mucho.
-Quedó la impresión de que hubo gente que no habló…
-Escuché a todo el mundo. Hubo millones de testigos. No me quedó esa sensación. Se hizo todo lo que tenía que hacer. Desde lo familiar tuvimos amenazas durante un año y medio. Yo no les daba entidad. Me ofrecían custodia pero no quise. Me amenazaban por teléfono y yo le redoblaba la apuesta, como tomándoles el pelo, y me cortaban. Si era cierto igual me iban a matar y al menos lo relajaba por teléfono.
-¿Se arrepiente de algún fallo?
-No. Y si me arrepentí quizás absolví a alguno culpable pero no me arrepiento porque está afuera. El problema es si condené a un inocente. Ahí sí me mataría. Como dice Carraro, un autor italiano, a la sociedad le interesa que no haya ningún inocente condenado aún a costa de la impunidad de varios culpables.
-¿Lo presionaron?
-Para nada. Soy “inpresionable”. Me conoce todo el mundo. Charlo con todos en la confitería o el restaurante. No tengo problema, soy antiformalista. Después decido según la Constitución y mi leal saber y entender. Jamás me levantaron un teléfono. La gente cree que a los jueces se los presiona hablándoles. No es la forma. Sería muy burdo, sobre todo ahora que está todo documentado. Hay miles de formas de presionar sutilmente: no dando el acuerdo, no ascendiéndolo, atacando la familia, con algún título de diario. Pero estoy curtido. Fui catorce años juez de Instrucción y me importa un bledo lo que pongan en primera plana. Algunas veces les digo a algunos jueces: “No te hagas problema, ¿querés que te muestre los diarios cuando yo era juez? Te pegás un tiro en el mate”. Me dicen: “Estoy cansado de los conflictos”. No podés estar cansado de los conflictos, vos estás para eso. Vos elegiste el fuero penal. No podés llegar a tu casa quejándote de eso en la sobremesa. Estudiaste para eso. Es tu profesión. Si no, dedicate a otra cosa. Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos vamos a tener un conflicto que resolver. La prensa está para informar y formar opinión. Les digo siempre que atiendan a la prensa. Yo lo hacía y hasta llamaba para aclarar. No les hacía un oficio. A veces por ignorancia o desinformación del periodista interpretan una cosa. Un medio no puede formar si nosotros no les informamos.
Periodista Jornada