Los pacientes se rascan incluso dormidos y se provocan lesiones. La sufren uno de cada cuatro chicos, pero afecta además a los adultos. La discriminación, otro problema.
La piel se reseca. Pica. Todo el tiempo. La persona se rasca, y el prurito no cede. Se rasca incluso de noche, dormida. Se despierta. Su ritmo diario se altera. De tanto rascarse, se lastima la piel, se le infecta. Las lesiones, como suele ocurrir en otras enfermedades dermatológicas como la psoriasis o la hidradenitis supurativa, son motivo de discriminación por parte de los demás. Al malestar físico, se suma el emocional. Ese es el círculo de la dermatitis atópica (DA), una enfermedad que afecta principalmente a los niños pero también, y aunque poco se sabe de ello, a los adultos.
Para educar a la población y especialmente a los médicos, la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD) acaba de crear un grupo de trabajo específico de dermatitis atópica. Y esta patología, junto con la psoriasis, fueron las dos que se llevaron el foco mayoritario de atención en el congreso de la Sociedad Europea de Dermatología (EADV) que terminó este fin de semana en Madrid.
Habitualmente se asocia a la dermatitis con una enfermedad de la infancia. Y es que la mayoría de sus pacientes son niñas o niños: uno de cada cuatro sufrirá algún grado de atopía. “El 80% se diagnostica antes de los cinco años. Con la edad mejoran: sólo un 30% va a persistir en la adultez. Pero un 10% de los pacientes atópicos debuta justamente cuando son adultos, y esos casos son los más difíciles de diagnosticar”, advierte Valeria Angles, coordinadora del grupo de trabajo de dermatitis de la SAD.
A Santiago de Ferrari (32), médico, lo diagnosticaron bien entrada la adolescencia. A los 15 le empezó a picar el brazo; después se fue distribuyendo por todo el cuerpo. “No tenés un ataque: desde que te despertás hasta que te dormís o incluso dormido te estás rascando. No salís con tus amigos, no podés trabajar, ni estudiar, ni estar al sol: continuamente estás pendiente de algo que te pica”, dice.
Vanina es mamá de Thiago: él tiene 10 años y lo diagnosticaron hace nueve. Ella refleja otro problema: la discriminación. “Le cuesta la socialización. Nos pasó en una sala de espera que se corren para no estar al lado de él. O en la calle, con gente que hasta se cruzó para no pasar cerca nuestro”, relata.
Los resultados de la primera encuesta entre pacientes realizada por la Asociación Civil de Dermatitis Atópica Argentina (ADAR) y difundida en septiembre, ponen cifras al impacto emocional: 8 de cada 10 atópicos ven afectada su calidad de vida y el mismo porcentaje tiene problemas para dormir.
Como la psoriasis, la dermatitis es una enfermedad crónica, sistémica e inmunomediada que se expresa en la piel. Suele estar asociada al asma y la rinitis crónica. “Es multifactorial: intervienen factores genéticos, inmunológicos y externos”, suma Angles. Esta alteración en el sistema inmune “provoca cambios a nivel epidérmico generando resequedad y alteración en las grasas naturales de la piel y un aumento de los mecanismos de defensa que generan una inflamación”, explica Juan Pedro Russo, también miembro del grupo de trabajo de la SAD.
En los adultos, el estrés puede ser uno de estos factores externos que desatan esta cadena. En los chicos también, y en los bebés (y en los más grandes también) la reacción la puede generar un producto cosmético inadecuado o el jabón con el que se lavó la ropa. “El chico que vive como en una burbuja, en un departamento, no tiene una vía de contacto con los antígenos y no desarrolla su sistema inmune de manera adecuada. Por eso cuando llega al contacto con esos antígenos reacciona de manera hiperreactiva”, detalla Angles.
En el congreso de la EADV se presentaron resultados prometedores de estudios de varios nuevos tratamientos para la DA, que hasta ahora se trata con emolientes (cremas) e inmunosupresores. Estas terapias biológicas, que son anticuerpos monoclonales (actúan a nivel intercelular, en los receptores de las células) y pequeñas moléculas (que lo hacen a nivel intracelular, dentro de la célula) logran frenar el mecanismo inflamatorio. En las primeras etapas estarán disponibles para adultos con cuadros severos.
Si bien el acceso al nuevo medicamento siempre es un tema complejo por sus altos costos, los pacientes con DA tienen problemas para acceder al tratamiento más básico: las cremas. “Salvo alguna prepaga que cubre alguna crema nacional, los pacientes tienen que pagar de su bolsillo todo el valor de los emolientes, al igual que los fotoprotectores que indicamos como prevención del cáncer de piel. La SAD está trabajando en guías para que los prestadores sepan cómo estos pacientes los necesitan y puedan autorizarlos, porque los emolientes tienen hoy cobertura cero”, remarca Russo.
Otro de los ejes que busca apuntalar el grupo de trabajo es la concientización. “El pediatra debe estar bien formado, conocer la enfermedad y, cuando no la puede manejar, referir al paciente a un dermatólogo pediátrico”, afirma Russo, quien admite que el acceso a un dermatólogo especializado en niños puede ser hoy difícil en el interior y en particular en el sector público. También señala que hay que educar a los padres de un niño o niña atópico sobre los cuidados a tener. Y concluye que la escuela es “uno de los lugares donde más se puede trabajar para contribuir a la detección porque hay muchos chicos atópicos que no tienen ni el acceso ni el conocimiento”, comunicó El Clarín.