Gustavo Servera, condenado en primera instancia a prisión perpetua por el femicidio de Soledad Arrieta, ocurrido el 5 de febrero de 2018, se declaró inocente ante la Cámara en lo Penal cuando se le dio la última palabra. «No voy a descansar hasta que se sepa la verdad», dijo el condenado que busca revertir en segunda instancia su condena.
Servera insistió con su inocencia en un día muy especial; ayer, justo cuando se cumplía el segundo aniversario del femicidio de Soledad Arrieta. Por ese crimen, Servera está condenado a prisión perpetua y ayer cuando la Cámara del Crimen en lo Penal le dio la posibilidad de decir sus últimas palabras antes de pasar a analizar el pedido de impugnación de su defensa dijo: “No voy a descansar hasta que se sepa la verdad”.
frente a los familiares de Soledad Arrieta, volvió a decir: “Soy inocente”. Y dijo que tiene todo el tiempo del mundo para demostrarlo. Ayer sus defensoras particulares, Elizhabet Yapura y Carolina Cruz, presentaron la impugnación a la decisión de los jueces de primera instancia, Martín Cosmaro, Mariel Suárez y Jorge Novarino.
Los tres jueces encontraron culpable en primera instancia a Servera de “homicidio doblemente agravado por el vínculo y por ser cometido por un hombre contra una mujer, mediando violencia de género”, y lo hicieron de manera unánime.
“El motivo de la impugnación esencial, que ya fue presentada por escrito, es que los jueces han tenido en cuenta para condenar a Gustavo Alejandro Servera la teoría de los indicios; tanto como hay un indicio de presencia dicen ellos, hay un indicio de autoría, un indicio de conducta posterior. Son todos meros indicios, meras presuposiciones, pero nada está avalado, ni fáctica, ni jurídicamente respecto de la directa concreción real que endilgue materialidad alguna de los hechos acaecidos que le dieran muerte a Soledad Arrieta en relación a Servera” dijo la abogada Cruz a El Patagónico.
“La teoría nuestra del caso es llevar adelante lo que nos enteramos después de la sentencia; el hecho nuevo; las pruebas que tenemos para incorporar. Lo que hicimos en el día de la fecha fue impugnar esta teoría de indicios que fue ratificada por la fiscal, que es la teoría utilizada por los tres jueces para condenar a Gustavo Alejandro Servera” explicó Cruz. “Sostenemos la inocencia plena y pedimos la absolución total y el resguardo y cuidado de los tres hijos” agregó.
“FRUTO ENVENENADO”
Las defensoras de Servera sostienen “la teoría del fruto envenenado”, en donde analizan que la escena del hecho fue adulterada. Las defensoras del condenado presentaron prueba de la relación amorosa de Arrieta con un pai umbanda que dicen que no se investigó. E hicieron referencia “a la rosa de amor que él le dejaba cada vez que se encontraba con ella”.
Por parte del Ministerio Público Fiscal estuvo presente en la audiencia María Laura Blanco. El Servicio de Asistencia a la Víctima del Delito acompañó a los hermanos de Soledad Arrieta y a la madre, Graciela Razongles, quien también dijo algunas palabras ante el tribunal en una fecha muy especial: el segundo aniversario del femicidio de su hija.
Afuera de los tribunales, cuando se le consultó qué piensa cuando lo escucha decir a Servera que es inocente, dijo que quisiera creer que es así por los hijos, pero ya se determinó su culpabilidad y que nada sirve que diga eso después del juicio.
Según pudo probar la fiscal Blanco en juicio oral y público, el femicidio ocurrió durante la madrugada del lunes 5 de febrero del 2018, en el horario comprendido entre la 1:30 y las 2:02. Arrieta se encontraba en la vivienda ubicada en la parte posterior del terreno situado en Juan Manuel de Rosas al 3600, del barrio Abel Amaya.
En ese lapso, se hizo presente su esposo, Servera, de quien estaba separada. Este residía en la parte delantera del predio. Se produjo una agresión física y utilizando un lazo metálico que el agresor colocó alrededor del cuello de Arrieta, se ejerció presión para reducirla.
El ataque le produjo a la mujer excoriaciones lineales en diversas partes del cuerpo, entre ellas en el tórax del lado derecho, y en el cuello, región latero-posterior y dos equimosis en la parte delantera del cuello. Después se roció el lugar con un líquido inflamable y se inició un incendio intencional que provocó la muerte por quemadura de las vías aéreas y de distintas partes del cuerpo.
El ataque se produjo como conclusión de una relación signada por violencia de género, en la que Arrieta se encontraba en una situación de subordinación y sometimiento hacia Servera, basada en una relación desigual de poder.