Al inicio de la pandemia, los científicos desarrollaron dos pruebas para la detección del coronavirus. Por un lado la PCR, o la famosa prueba molecular que requiere un raspado profundo con un hisopo en la cavidad nasofaringea. Por otro, la serológica, la que mide la cantidad de anticuerpos en la sangre del paciente.
Aparte de esas dos pruebas también se han desarrollado una prueba para la detección de la enfermedad por la saliva y las pruebas de antígeno. En este episodio, el doctor Elmer Huerta habla de cada una de ellas.
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Hola, soy el Dr. Elmer Huerta y esta es su diaria dosis de información sobre el nuevo coronavirus. Información que esperamos sea de utilidad para cuidar de su salud y la de su familia.
Hoy veremos qué adelantos se han hecho en las pruebas para estudiar el covid-19, la enfermedad causada por el nuevo coronavirus.
En el episodio del 5 de mayo dijimos que existen dos categorías principales de pruebas para estudiar la enfermedad.
La primera descubre el virus en el organismo de la persona afectada, y la segunda, descubre la respuesta del organismo a la infección por el virus.
Cómo detectar el coronavirus
En ese episodio de mayo mencionábamos una sola prueba para descubrir al virus ––la molecular o genética––, pero en la actualidad se ha desarrollado una más, la prueba de antígeno, que describiremos en un momento.
En resumen, existen dos pruebas para descubrir el virus en las secreciones de las personas: las moleculares o genéticas y las de antígenos.
Por su parte, la segunda categoría de pruebas, que descubre la respuesta del sistema de defensa ante la infección, incluye las pruebas serológicas, que también han mejorado en su capacidad de detectar y medir la cantidad de anticuerpos se han producido en respuesta a la infección viral.
Veamos rápidamente las dos pruebas que detectan al virus en una persona:
La prueba molecular
La prueba genética o molecular descubre segmentos de la estructura genética del virus, usando una tecnología llamada PCR que amplifica esos segmentos y permite reconocer la molécula de ARN del virus.
Esta prueba se hace tomando una muestra de secreción de la garganta, de la nariz, de la nasofaringe o de saliva.
Estas pruebas PCR tienen el inconveniente de una toma de muestra invasiva, y de requerir personal y equipos especializados.
Sin embargo, la tecnología PCR ha mejorado mucho en los últimos meses, tras la invención de sistemas que son más rápidos y pueden hacerse en laboratorios menos sofisticados.
Incluso, como lo mencionamos en el episodio del 17 de agosto, la Universidad de Yale ha desarrollado una prueba de la saliva que costará solo 10 dólares.
Se ha hablado mucho de esta prueba porque ha recibido el apoyo de la NBA y es usada por sus jugadores y técnicos.
La prueba de antígeno
Por su parte las pruebas de antígeno no descubren el código genético del virus. Detectan su envoltura de proteínas, más específicamente a sus antígenos o a regiones que estimulan el sistema de defensa.
Las pruebas de antígeno son levemente menos sensibles que las moleculares. Pero por su facilidad de uso, su precio y porque su resultado se lee en solo 15 minutos. Por ello se consideran que serán las pruebas de uso masivo hasta que se encuentre una vacuna efectiva.
La FDA, por ejemplo, aprobó recientemente una prueba de antígeno del laboratorio Abbott que, a diferencia de otras pruebas serológicas existentes, no necesita ningún tipo de aparato para ser procesada.
La prueba costará solo 5 dólares.
Las pruebas que detectan el virus –tanto la molecular como la de antígenos– son muy importantes ya que permiten que al identificar a la persona que tiene el virus en su nariz y garganta.
Este paciente luego puede ser aislado para proteger a su familia e instruido para estar atenta a los síntomas que indiquen que la enfermedad pueda estar complicándose, como la insuficiencia respiratoria, por ejemplo.
El otro importante uso de la prueba genética o molecular es que, al identificar a la persona infectada, permite identificar a sus contactos, rastrearlos para hacerles la prueba y aislarlos para impedir la propagación de la enfermedad.
Es decir, la prueba molecular se convierte en un poderoso instrumento de salud pública.
La prueba serológica
Por su parte, la prueba serológica o rápida, no se hace en las secreciones del paciente, sino en su sangre, y no detecta el virus, sino a los anticuerpos o las inmunoglobulinas que el sistema de defensa de la persona infectada produjo en respuesta a la infección viral.
Las inmunoglobulinas que se producen en respuesta a la infección –y que son detectadas en la prueba serológica– son de dos tipos y se producen en momentos diferentes de la infección.
La primera es un anticuerpo gigante llamado inmunoglobulina M, que se empieza a producir al final de la primera semana de enfermedad, y el segundo es otro anticuerpo más pequeño llamado inmunoglobulina G.
La prueba rápida o serológica descubre entonces esas dos inmunoglobulinas, la M y la G, las cuales nos dan cierta idea de los días que han pasado después de la infección.
Si las pruebas moleculares y de antígenos permitían descubrir al infectado y a sus contactos, la serológica es un poderoso instrumento de salud pública pues permite estudiar a la población general.
Mecanismo de funcionamiento
Supongamos por ejemplo que los funcionarios de salud pública de una región desean saber si cierto vecindario ya fue afectado por la enfermedad.
Pues la manera más certera de saberlo es ir a esos vecindarios y pedirles a los pobladores que permitan hacerles la prueba serológica. Esa valiosa información podrá revelar, con cierto nivel de aproximación, cuál es la prevalencia de esa enfermedad en dicha comunidad.
Lamentablemente, debido a que se desconoce aún cuanto tiempo duran las inmunoglobulinas G. Existe controversia acerca de que si las pruebas serológicas pueden usarse como muestra definitiva de que la enfermedad no va a regresar y puedan expedirse los llamados “pasaportes de inmunidad”.
En resumen, las dos categorías de pruebas para estudiar la infección por el nuevo coronavirus incluyen aquellas que descubren al virus -moleculares y de antígeno- y aquellas otras -las serológicas- que estudian la respuesta del sistema de defensa ante la infección por el virus.
Ahora que la mayoría de los países están en proceso de recuperación económica. Sin duda, que además de las mascarillas, la distancia social y el lavado de manos, el uso juicioso de las pruebas moleculares o de antígeno –aunadas a programas de detección de casos y contactos– serán el principal método para controlar futuros brotes.