Para el biólogo e investigador del CONICET Guillermo Folguera, en las políticas extractivistas que el país lleva adelante hace décadas “hay un carácter suicida, pero van a pagar más y a corto plazo los sectores que están más expuestos”.
Folguera es filósofo, forma parte del Grupo de Filosofía de la Biología y es profesor de la UBA. Comprometido con los temas socioambientales más urgentes del momento, conversó con Carbono.news sobre las consecuencias de la megaminería, el agronegocio y las posibles factorías de cerdos en el país.
En primer lugar, el biólogo explicó que las políticas extractivistas no conocen de grietas ya que “todos los sectores que quedan con chance para ganar las elecciones están de acuerdo en esto”. En este sentido, detalló que esta lógica está impresa desde los 90 “con un gran impacto social” a los fines de extraer determinados commodities, ya sea carne de cerdo, soja o trigo transgénico, y ponerlos en contacto con el mercado global.
Esto, dijo Folguera, lleva al “hacinamiento de seres vivos que involucra una inyección química (a los cerdos de las factorías), el maltrato de los cuerpos y territorios, el despojo a las comunidades locales y la concentración de la propiedad y uso de la tierra”. En este sentido, añadió que con la megaminería sucede algo similar ya que es el mismo “proyecto” que genera la idea de que “donde se produce no se puede vivir”.
“Tener que demostrar que la megaminería contamina es absurdo. Es muy importante saber que no es un accidente contaminar, sino que es propio del proyecto y que no hay manera de producir a esa escala sin generar altísimos efectos sociales y ambientales”, sostuvo.
Para el experto, uno de los problemas fundamentales de esto es que los gobiernos “no pueden pensar a largo plazo”. Y añadió: “No les interesa”.
Nadie queda exento de las consecuencias que esto desencadena y, en ese sentido, el filósofo recalcó que “hay un carácter suicida”. Sin embargo, detalló: “Pero van a pagar más y a corto plazo los sectores que están más expuestos” como las personas que tendrían que vivir cerca de las factorías de cerdos ya que se asentarían en los lugares más pobres y generarían aún más pobreza, afirmó.
Los riegos de las megafactorías de cerdos
Folguera aseguró que hay animales hacinados inyectados con antibióticos que los terminan enfermando y contaminando las aguas. Crédito 3 – CCTT
El investigador del CONICET, uno de los autores de “10 mitos y verdades de las megafactorías de cerdos”, explicó que estas megafactorías traerían mucha “contaminación” y generarían un “gran impacto socioambiental” como ya lo hicieron en otras partes del mundo y enumeró: olores nauseabundos, expulsión de comunidades de su territorio, y poco trabajo. Además degradaría la matriz productiva. Para Folguera sería mejor que el Estado invirtiera en los pequeños productores.
También señaló que habría animales hacinados inyectados con antibióticos que los terminan enfermando y contaminando las aguas. En este sentido, recalcó que sucede algo grave: el 70% de los antibióticos a nivel mundial se usan para este tipo de proyectos, y ya muchas bacterias los están resistiendo. Además, alertó sobre el riesgo de posibles pandemias por zoonosis ya que sus virus podrían pasar a los humanos.
“La estrategia de llevar el tema de las factorías a las provincias y dejarlo como un negocio entre privados primero que es falaz, segundo que demuestra que el Gobierno pagó un precio y tercero que estamos hablando de negocios privados en nombre de lo público y hay sectores que se van a ver beneficiados”, aseguró.
Por último, el alimento de los cerdos serían maíz y soja, lo que “generaría más deforestación” y “sequías”. “Los incendios no son independientes de esto”, aclaró.
La “revolución” de la agroecología
«La agroecología tiene un carácter revolucionario”, dice Folguera Crédito Unión de Trabajadores de la Tierra -UTT
Para el biólogo, la agroecología tiene un carácter “revolucionario” porque implica otra manera de producir y distribuir que cuida a los cuerpos y los territorios. Sobre los agroquímicos resaltó que no hay duda que “los venenos envenenan”, ya que esa es su función. Además, explicó que, aunque las empresas quieran mejorar la producción de los cultivos, siempre serán insuficientes porque hay bichos que los resisten y se propagan.
“Vinieron con la promesa en los 90 de que se iban a usar cada vez menos”, recordó.
Sin embargo, dijo: “Argentina es uno de los países que más usa agrotóxicos por metro cuadrado y habitante. No abren discusiones públicas (sobre su uso), niegan las argumentaciones, las publicaciones, las percepciones de las comunidades involucradas y las experiencias de países limítrofes”.
“Argentina carece de datos confiables respecto a los daños sociales y ambientales por el uso de agrotóxicos. Los organismos estatales han encontrado la mejor estrategia para aprobarlos usando la estrategia empresarial. Les creen a las empresas que forman los productos, aun cuando hay un conflicto marcado de intereses”, enfatizó.
Además, señaló que hay pocos datos con respecto a la neutralidad de los transgénicos: “La bibliografía es poca y mala”, opinó. El biólogo explicó que sus defensores se basan en “el principio de equivalencia sustancial”. Sin embargo, él sostiene que tiene que ser revisado porque “no hay pruebas científicas de que dos cosas que son químicamente equivalentes tengan que generar los mismos efectos”.
“Mi temor, mi percepción es que la agroecología ocupe lugares marginales dentro de la discusión sistémica y que, en la parte nodal, se la siga llevando el agronegocio”, concluyó.
La causa o el fin de estos proyectos extractivistas: ¿los dólares? “El argumento en general es la obtención de dólares y eso es muy relativo, ya que todos los proyectos han entrado en su nombre como la megaminería y los transgénicos”, dijo. Y agregó que no han solucionado los problemas económicos ni mejoraron la calidad de vida, por el contrario.
Además, marcó su relación directa con los pedidos de dinero a organismos internacionales: “Las deudas externas o con privados son engranajes del poder muy marcados justamente para imponer criterios y requisitos ¿Qué está primero, la deuda o la matriz extractivista?, ¿tenemos matriz extractivista para pagar las deudas, o tenemos deuda para incentivar los modelos extractivistas? Son las dos cosas”.
Folguera aseguró que el gobierno de Alberto Fernández “ha sostenido una histórica política extractivista” y dijo lamentar que sectores con quienes tiene vínculo “hoy silencian novedades cualitativas y cuantitativas como la megaminería, el trigo transgénico y las factorías de cerdos” por tener algún tipo de afinidad con el Gobierno. En su opinión, si esto hubiese pasado durante el gobierno de Mauricio Macri, “la resistencia social hubiera sido mayor”.
Uno de los temas esenciales ignorados por gran parte de los gobiernos es el de los humedales: “El lobby con respecto a que no salga la ley de humedales marca a las claras que los intereses son demasiado grandes y la complicidad de funcionarios y sectores empresariales es obvia”, enfatizó Folguera.
Folguera finalizó con un signo positivo: “Hay noticias buenas: ha aumentado mucho la cantidad de personas y de ONG que están tomando lo socioambiental como un tema urgente y creo que la participación entre sectores es clave”.