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El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) informó este martes que la inflación de enero de 2023 fue de 6%, lo que marca una variación interanual de 98,8%.

El segmento de mayor aumento en el mes resultó Recreación y cultura (9%), principalmente por la incidencia que tuvo el aumento de los servicios de turismo a raíz de la temporada de vacaciones, y del servicio de televisión por cable.

Siguieron en importancia en términos de mayor ascenso mensual: Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles (8,0%), rubro impulsado en gran parte por el alza de las tarifas de servicios públicos.

El tercer rubro con mayores subas fue Comunicación (8%), ante las subas en los servicios de telefonía e internet.

Por el contrario, las dos divisiones de menor variación en enero fueron Prendas de vestir y calzado (2,3%) y Educación (1,1%).

Inflación: cuáles fueron los alimentos que más subieron

En medio de una aceleración de la suba de precios en el primer mes de 2023 con respecto al precedente, el rubo de Alimentos y bebidas no alcohólicas quedó por encima de la media, alcanzando una suba del 6,8%.

Así, hubo productos que experimentaron aumentos con dos dígitos en el Gran Buenos Aires: entre los alimentos de mayor variación aparecieron tomate, con un 64,8%; naranja, con un 48,9%; manzana deliciosa, con un 31%; papa, con un 24,7%; y filet merluza fresco, con un 14,2%.

Hoy se conocerá un dato más alto de lo previsto para el primer Índice de Precios al Consumidor (IPC) del año. Tarifas, turismo, la carne y la nafta alimentaron el avance de los precios.

El Gobierno dará a conocer hoy el dato de inflación de enero y será peor a lo previsto. Lejos de consolidar una tendencia a la desaceleración, que ya se había interrumpido en diciembre pero por apenas dos décimas, el INDEC informará hoy un registro para enero que estará en torno a 1 punto por encima del mes anterior.

Impactado por subas en precios regulados y también por alimentos, en los que el súbito aumento del precio de la carne tuvo una incidencia clave, el IPC del mes pasado ronda el 6 por ciento. Este dato da por tierra con los intentos del equipo económico de generar expectativas de inflación en torno al 4% hacia marzo como se autoimpuso el ministro de Economía, Sergio Massa, y deja un alto piso para todo el primer trimestre -según publica Infobae-.

En este sentido, las proyecciones entre analistas locales que participan del relevamiento de expectativas del Banco Central (REM) arrojó una pauta promedio del 5,6% para el IPC enero. Es el caso, por ejemplo, de Econviews, que coincidió con el promedio. Según Isaías Marini, economista de la consultora, “la inflación de enero estuvo impulsada principalmente por aumentos en los regulados. En ese sentido, la mayor incidencia vino de la división vivienda, electricidad, gas y otros combustibles, por el aumento de las tarifas de luz, gas y agua en el AMBA”, indicó. También tuvieron su impacto en el índice el ajuste de las tarifas de transporte público en el área metropolitana -por lejos la región con mayor peso en el índice- y la suba de combustibles, de prepagas y las telecomunicaciones.

Hacia adelante, febrero y marzo, presentan un desafío recargado y los analistas empiezan a descontar que nuevamente los registros mensuales se presenten “con un 6 adelante”.
La Fundación Libertad y Progreso estimó la inflación en 6,3% para el mes pasado y “de cara a febrero, la dinámica inflacionaria seguirá por encima del 5% mensual, lo que llevaría a que se cruce la barrera del 100% anual en el IPC general”, afirmaron desde la entidad.

Coincide en la estimación de enero la consultora C&T Asesores Económicos, que atribuyó al salto estacional del turismo y el incremento en alimentos y bebidas no alcohólicas un peso determinante en el indicador, ya que habrían aumentado a un mayor ritmo que en diciembre, en torno al 5,3 por ciento.

En tanto, la inflación de los trabajadores, que realizan la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) y el Centro para la Concertación y el Desarrollo (CCD), se ubicó en 5,5%, alcanzando el 98% en los últimos doce meses, máxima marca desde 1991. La suba, según la universidad, fue impulsada por “productos estacionales como turismo, frutas y verduras, acelerándose en 0,2 puntos porcentuales respecto a los 5,3 registrados en diciembre”.

Este martes el INDEC dará a conocer la cifra oficial. Consultoras privadas advirtieron sobre el menor impacto de Precios Justos, que venía pisando la suba de precios. Se complica el cumplimiento de las metas del Gobierno.

“A partir del programa Precios Justos tuvimos deflación en varios alimentos: carnes y derivados (cuadril, asado, paleta, entre otros), verduras, tubérculos y legumbres (papa, cebolla, tomate), y aceites, grasas y manteca. Este esquema de ir corrigiendo forzosamente los precios, a través del otorgamiento de un subsidio a las empresas (dólares baratos), es el mecanismo que está utilizando el Gobierno para deflacionar determinados sectores. Este es nuevo parche”, dijo el economista Alfredo Romano, director de la carrera Economía Empresarial de la Facultad de Ciencias Empresariales de la Universidad Austral y presidente de Romano Group.

Según evaluó, el Gobierno busca “hacer un efecto demostración”, dado que “no ataca las variables claves para pensar en un escenario de baja de inflación continuada en el tiempo”. “Sigue el plan, pero no de estabilización, sino de elecciones ‘Massa 2023′″, agregó.

Alimentos y bebidas impulsaron la inflación de enero

La consultora LCG, para el primer mes del año, prevé “una variación por encima del 5,5% mensual, marcando un aumento de casi el 98% anual”. “Esta evolución del nivel de precios estaría impulsada por una aceleración en Alimentos y Bebidas por encima del 5% mensual (casi un punto más respecto del observado en el mes de diciembre), que explicaría 1,5 puntos porcentuales del aumento en el mes”, detalló

Para la consultora, las frutas aumentaron 4,1% y las carnes, 3,6%, liderando el alza del rubro. Así, las proyecciones privadas ubican al primer dato de inflación del año entre el 5,5% y el 6,5%. Para LCG subió 6%EcoGo la ubica en 5,9% (casi 100% anualizado); C&T, en 6,4%; la Fundación Libertad y Progreso, en 6,3%, y la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) y el Centro para la Concertación y el Desarrollo (CCD), en 5,5%, alcanzando 98% en un año, la marca más alta desde 1991.

Para Ecolatina, “pese a la intención oficial de ordenar las paritarias en torno al objetivo de 60% anual, la inflación que tendrá lugar en los primeros meses del año (más cerca del 5-6% que del 3-4% mensual) complicará esta estrategia tras la premisa de evitar, en lo posible, la continuidad del deterioro del salario real”.

Además, advirtió que en enero “sobre el piso elevado que dejó el cuarto trimestre de 2022 (5,4% mensual) se sumará el posible impacto de la sequía sobre los precios de alimentos, un potencial ‘despertar’ del precio de la carne vacuna, la dinámica salarial, los ajustes pendientes en las tarifas de servicios públicos y las restricciones sobre las importaciones, factores que seguirán presionando sobre el nivel de precios”.

Por su parte, el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) elaborado por el Banco Central (BCRA), proyectó un avance de la inflación del 5,6% mensual, acumulando una suba del 97,6% interanual.

Como dato antecesor del INDEC, el Gobierno porteño informó que la inflación en la Ciudad de Buenos Aires alcanzó el 7,3% en enero, la mayor cifra en seis meses.

Un estudio privado determinó que la Argentina podría bajar la inflación por debajo de 10% anual recién en 9 años. Claro, si se hacen los deberes en ese lapso.

Aunque hoy es uno de los pocos casos en el mundo con niveles de inflación cercanos a los 3 dígitos, la experiencia de la Argentina está lejos de ser única. Más bien es demodé. Pero muchos países en el mundo atravesaron, en décadas pasadas, crisis inflacionarias similares a las que crónicamente afectan a la economía local.

En base a esa experiencia de distintas naciones, tanto de América latina como de Europa Oriental, África, Medio Oriente y Asia, es que un estudio privado determinó que la Argentina podría bajar la inflación por debajo de 10% anual recién en 9 años. Claro, si se hacen los deberes en ese lapso.

Según ese análisis, basado en la experiencia de 27 países que llegaron a tener una evolución anual de los precios de la economía de entre el 82% y el 200% anual, en 2031 el país podría volver a tener una inflación de un dígito.

“En el análisis conjunto, los datos indican que los países que lograron bajar la inflación consiguieron el éxito en un tiempo promedio de 9,5 años; o 9 años y 6 meses. Proyectando dicha cifra al caso argentino, podríamos decir que, para mediados del año 2031, el país alcanzará un dígito de inflación anual que podrá mantener por, al menos, los siguientes tres años, hasta 2034″, planteó el informe de Iván Carrino y Asociaciones (ICYA).

Los países que se tomaron en cuenta fueron: Ecuador, Sao Tomé and Príncipe, Sudán, Camboya, Líbano, Mongolia, Albania, Bielorrusia, Jamaica, Perú, Rumania, Turquía, Uruguay, Polonia, Sierra Leona, Angola, Guinea-Bissau, Mozambique, Uganda, Rusia, Israel, México, Serbia, Moldavia, Zambia, Ghana y Costa Rica.

De todos esos países, el que menos demoró en vencer la inflación fue Ecuador, dolarización de por medio, mientras que el que más demoró fue Costa Rica, con un récord de 27 años. “Definimos un ‘proceso exitoso de desinflación’ como uno en el que, tras haber alcanzado una tasa de inflación entre el 80% y el 200% anual en un año dado entre 1980 y 2022, se alcancen tres años consecutivos de una tasa de inflación de un dígito”, explicó el reporte -según publica Infobae-.

El trabajo de Carrino y su equipo precisó que el rango de avance de precios elegido entre el 80% y 200% se debió a la búsqueda de ratios inflacionarios similares a los de la Argentina, que cerró 2022 con un avance promedio de los precios de la economía de 94,8%, y también a la idea de excluir del análisis las hiperinflaciones. Esto último porque, de acuerdo con la evidencia, paradójicamente, es “más fácil” reducir la inflación una vez desatada una hiperinflación, “como lo muestra el caso argentino de 1990″, dice el informe.

La consultora planteó que “un reciente estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) explica que, en América latina, a partir de la década de los ´90 la inflación ‘quedó relegada a los libros de historia’ en la mayoría de los países”. El estudio encontró que la causa del éxito fueron las reformas monetarias llevadas adelante por éstos, entre los que se incluye a la Argentina, Ecuador, Chile, Perú, México y Brasil, entre otros, según señaló el trabajo de ICYA.

Los elementos que tuvieron en común los planes económicos exitosos fueron: un nuevo mandato estrecho para el Banco Central centrado en la estabilidad del poder de compra de la moneda, independencia y autonomía para la entidad monetaria no sólo para fijar sus objetivos sino también para blindarla ante presiones políticas para brindar financiación directa del déficit del Tesoro. Eso fue “estrictamente restringido o directamente prohibido por mandato constitucional en Chile, Colombia, Ecuador, Guatemala, México y Perú, entre otros países”, señaló el reporte, que finalmente adjudicó a “una mayor transparencia” del sistema parte del éxito para combatir la inflación “con los banqueros centrales obligados a comparecer ante el Congreso y ante la sociedad por sus medidas, logros y fracasos”.

Además del impacto en el índice de precios, el esquema de ajuste tarifario combinado con el mayor consumo de energía por el verano comienza a tener alto impacto en el ingreso de los hogares, cuyos ingresos no se actualizan a la misma velocidad.

Nadie, ni dentro ni fuera del Gobierno, espera un dato alentador de inflación de Enero, ni siquiera neutro. Pero la suba de los precios al consumidor que anunció ayer el organismo de estadísticas porteño, de 7,3% en la Ciudad de Buenos Aires, fue un baldazo de agua fría. Más allá de los rubros estacionales como restaurantes y hoteles o recreación y cultura, el registro acusó el impacto del aumento de tarifas. Esencialmente la suba del transporte, que anotó un alza de 11,4%, el renglón que más incide detrás de alimentos y bebidas y vivienda, agua y electricidad, ambos con una inflación del 6%.

El detalle no tardó en ser señalado tanto en despachos oficiales como privados: la medición de inflación de la Ciudad no es espejo de lo que informe el próximo martes el INDEC para todo el país, ya que en la canasta porteña pesan más los servicios. Eso hizo, por ejemplo, que en Noviembre último, los precios del PCBA tuvieran un avance de 5,8% contra 4,9% del promedio nacional -según publica Infobae-.

Sin embargo, si bien con menor incidencia por la mayor penetración de la tarifa social, el ajuste de tarifas -incluido el transporte- y la quita de subsidios también golpea en el Conurbano y atiza el índice oficial de precios. De ahí que el Gobierno empieza a volver sobre sus pasos respecto al calendario de retiro de los subsidios según el esquema de segmentación implementado desde octubre del año pasado.

La explicación oficial sobre la postergación de la quita total de subsidios a los sectores de mayores ingresos, Nivel 1, es que 33% de los usuarios no se anotaron en el formulario para solicitar el subsidio, denominado RASE, lo cual excede por mucho las estimaciones oficiales respecto de la población considerada de “altos ingresos”.

Independientemente del impacto inflacionario del ajuste tarifario, la preocupación que crece en el equipo económico es el impacto sobre los salarios, es decir, sobre el ingreso de los hogares, que empieza a tener el ajuste tarifario. Otra muestra de ello es la postergación por algunos meses -de Febrero a Abril y Junio- de los aumentos para el costo de la distribución en la zona del AMBA, donde operan las empresas Edenor y Edesur, que ahora se realizará en dos cuotas de hasta $410.

La inflación de enero será más alta que la de diciembre. Y existe una relación inversa entre las posibilidades de una candidatura del actual ministro de Economía y el índice de precios

Hace pocas horas, Sergio Massa recibió una noticia esperable pero, a la vez, muy complicada. La inflación del mes de enero, calculada por sus propios técnicos, superará a la de diciembre, que a su vez fue más alta que la de noviembre. De modo que, cualquiera que mida la evolución de los precios durante el último trimestre, concluirá que el ritmo inflacionario ha vuelto a acelerarse, luego del primer trimestre de la gestión de Massa, cuando ocurrió lo contrario. Es un indicio de que la primavera ha terminado y empiezan los problemas en serio. Para colmo, el ministro había prometido que el índice del mes de abril arrancaría con 3. Le costará sangre, sudor y lágrimas y, tal vez, ni siquiera así lo consiga, publicó Infobae.

Que Massa no se da por vencido está claro. El viernes, condujo una puesta en escena en la que quedó reflejado el consenso que recoge en el así llamado círculo rojo. En el mismo acto, reunió a algunos de los principales líderes sindicales -encabezados por Rodolfo Daer-, a varios dirigentes empresarios -conducidos por el titular de la UIA, Daniel Funes de Rioja- y a un puñado de intendentes del conurbano, entre los que sobresalía, en primera fila, la camporista Mayra Mendoza. El motivo convocante fue el anuncio de que los formadores de precios y los principales sindicatos intentarán que los precios y los salarios de la economía no se muevan muy por encima del 3,2 por ciento mensual durante el próximo trimestre.

La reunión del viernes expone -y así estuvo pensada- uno de los principales activos del ministro. Casi nadie en la política argentina lograría reunir en la misma sala a un grupo tan contradictorio. Su capacidad infinita de elongación le permite vincular, a través suyo, a Máximo Kirchner con Kristalina Georgieva, a Cristina Kirchner con Paolo Rocca, tiene además relaciones aceitadas con Anthony Blinken pero también con el gobierno chino. El relato massista sostiene que esa red ha sido central en la moderación de las expectativas que salvó a la Argentina de la hiper que asomaba en agosto. A eso se le suma, el relativo orden que imprimió a la gestión económica luego de la caótica resolución de la ofensiva de Cristina Kirchner sobre Martín Guzmán, durante el primer semestre del año.

Esa amalgama se lubrica con dinero. Con muchísimo dinero. Si el Gobierno necesita reservas, está dispuesto a pagar cualquier cosa con tal de que los exportadores liquiden sus dólares, aun a costa de acentuar la distribución regresiva del ingreso. Si necesita controlar los precios, ofrece a las empresas dólares baratos a cambio. Eso va generando un gap entre lo que el Gobierno paga para conseguir dólares y lo que recibe al entregarlos, y puede provocar serios problemas en el largo plazo. Pero, como se sabe, en el largo plazo todos estamos muertos, y en el corto hay elecciones. Massa, como cualquier político argentino, tiene muy en claro sus prioridades al respecto.

La principal pregunta, el principal dolor de cabeza, es si esa estrategia alcanza. O, mejor dicho, hasta dónde alcanza: cuál sería el resultado de sumar orden político, más el intento de coordinación con los distintos sectores de poder, más recorte de gasto, más acumulación de reservas a cualquier costo. El índice que se conocerá en los próximos días reflejará que no alcanza para demasiado. Si hasta aquí parecía posible que, en medio del páramo en el que se ha transformado el Frente de Todos, Massa consolidara una candidatura presidencial, ahora el mundillo del poder se llenará de preguntas. Más aún porque los consultores económicos más influyentes son escépticos respecto de la posibilidad de que se cumplan las promesas del ministro.

Uno de ellos lo graficó de esta manera: “Los salarios formales se actualizan al cien por ciento anual. Eso obliga al banco central a devaluar a un ritmo acelerado. Si no lo hiciera, en pocos meses el circulante dañaría mucho las reservas. Por una vía o por la otra, por la devaluación controlada o por la devolución forzada, habrá contagio sobre los precios. La tasa de interés supera al cien por cien. ¿Por qué razón habría una inflación del 4 en un contexto donde las principales variables suben muy por encima de eso?”. Además, algunos elementos complican más la situación: precios regulados que aumentarán en las próximas semanas; el aumento de la carne, que tiene una gran incidencia en el índice y todavía no impactó en toda su plenitud.

Los efectos políticos de todo esto son potentes, ya que hay una relación inversa entre las posibilidades de una candidatura de Massa y el índice de inflación. Cuanto más alto es este, más caen aquellas. Y viceversa. Por eso, la pelea por bajar el numerito será despiadada.

Las expectativas de los analistas privados sobre la economía argentina se mantuvieron en el último mes: creen que el Gobierno comenzará el 2023 con una inflación del 5,6% para enero. También proyectaron una baja en el Índice de Precios al Consumidor (IPC) anual.

El informe también prevé que el dólar oficial cerrará el próximo mes de febrero a $192,30, y terminará diciembre del 2023 a $327,75. A su vez, proyectaron que para diciembre de 2024 la divisa norteamericana cotizará a $615,31.

Los analistas privados que participan del REM que publica el Banco Central también esperan un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) real para 2023 del 0,5%.

Cuánto será la inflación del 2023, según los privados

Las proyecciones anuales del REM para el Índice de Precios al Consumidor (IPC) disminuyeron con respecto al sondeo anterior, pero ubican a la inflación del 2023 muy cerca del 100%.

Los analistas proyectan que Enero cerró con una inflación de 5,6%, lo que significó la misma proyección en relación con el sondeo anterior.

En febrero calculan que la inflación se recorte a 5,5% (0,2 puntos porcentuales por debajo del mes pasado).

Para marzo esperan que aumente a 6% (0,2 puntos porcentuales por debajo del último sondeo).

En abril, los analistas prevén que el Índice de Precios al Consumidor vuelva a recortar a 5,8% (0,2 por debajo del REM previo).

Según los pronósticos, la inflación seguirá a la baja en mayo, cuando se ubique en 5,7% (0,1 puntos porcentuales por debajo del mes pasado).

El IPC volvería a bajar en junio, cuando los precios disminuyan a 5,6% (lo que significa una baja de 0,3 puntos porcentuales con respecto al último relevamiento).

Mientras que para julio el Índice de Precios al Consumidor sería del 5,7%.

El aumento de la carne comenzó a observarse en las góndolas en la última semana de enero y empujó la inflación del mes a un valor cercano a 5,9%. El estudio de la consultora LCG determinó que la variación del precio de la carne en el período en estudio fue de 5,3% y fogoneó el saldo final.

Hasta la cuarta semana de enero, para esta consultora la inflación era de 5,4%.

El resultado de LCG se suman a los conocidos esta semana que ubican a la inflación de enero por encima de diciembre e incluso quebrando el 6%.

La consultora C&T la ubicó en 6,4%, mientras que la Fundación Libertad y Progreso la estimó en 6,3%. En tanto, CREEBA que se concentra en la evolución del precio en la zona sur de la provincia de Buenos Aires la calculó en 6,5%.

El dato oficial del INDEC se conocerá el martes 14 de febrero.

El precio de la carne en el Mercado Agroganadero de Cañuelas (MEG) registró un aumento de hasta 30% en la última semana.

Los especialistas estiman que el traslado a precios será paulatino dado la caída del poder adquisitivo de los consumidores.

El trabajo de LCG indica que luego de la carne lo que más aumentó fue “comidas listas” (3,8%), seguido por panificados (3,3%), condimentos (3%), aceites (1,9%), lácteos y huevos (1,9%)

El trabajo también muestra una merma en el ritmo de alzas de frutas, que se mantuvieron sin cambios, y una baja en verduras (2,2%), dos rubros que habían sido los que más se habían modificado las semanas anteriores.

Dado este escenario de aceleración inflacionaria es que el Gobierno aceleró la segunda etapa del programa “Precios Justos” con erl objetivo de cortar la inercia.

 

El mayor impacto lo tendrá la actualización de las tarifas de energía, pero también habrá incrementos en combustibles, prepagas, alquileres y servicios de telefonía, Internet y televisión por cable.

Febrero llega con aumentos que golpearán el bolsillo de los consumidores y le pondrán presión a la inflación estimada por el Gobierno Nacional. El ministro de Economía, Sergio Massa, fijó una meta a lograr: que el índice comience con un 3% en Marzo y cierre 2023 en torno al 60%.

El mayor impacto lo tendrá la actualización de las tarifas de energía para quienes les corresponda la quita de subsidios, pero también habrá incrementos en combustibles, prepagas y alquileres, entre otros- según publica Ámbito-.

Combustibles

Según el esquema de aumento de los precios de la nafta y el gasoil acordado a través del Programa Precios Justos, los combustibles tendrán un incremento del 4% durante Febrero y otra suba de un 3,8% en Marzo.

Luz y Gas

En tanto, los usuarios residenciales de luz, comprendidos en los niveles 1 de ingresos altos y 3 de ingresos medios, percibirán en sus facturas un incremento promedio de un 14% en el servicio eléctrico.

Por su parte, las facturas de gas aún tienen incrementos tarifarios pendientes de definición. El pasado 4 de Enero se realizó una audiencia pública que aseguró una suba del servicio de gas para Febrero, pero aún está pendiente el anuncio oficial del porcentaje exacto.

Medicina prepaga

En el caso de la medicina prepaga, tuvo durante 2022 un incremento mayor al 100%, superando el índice de inflación que se ubicó en 94,8%

A partir de Febrero de 2023 se comenzará a aplicar una nueva fórmula de aumento de las cuotas, vinculada al índice de variación salarial (Ripte), que calculado a fines de Diciembre, el aumento a aplicar por las prepagas será de 4,91% en Febrero para quienes se encuentren por debajo del tope (90% del índice Ripte del mes anterior para quienes tengan ingresos netos inferiores a seis salarios mínimos, vitales y móviles, que fueron $406.458 en Febrero).

Mientras tanto, para los titulares que superen dicho monto, las prepagas aplicarán incrementos mensuales que se regirán de acuerdo al Índice de Costos de Salud, lo cual implicará, en Febrero, un aumento de 8,21%. Para obtener el beneficio se deberá completar una declaración jurada mensual, a través de la página de AFIP

El Gobierno anticipará la renegociación de todos los acuerdos de precios que firmó en los últimos tres meses para darles lo antes posible un sendero de aumento de precios habilitados cercano al 3%, en un plan que incluye no solo a los productos de consumos masivo en los supermercados, sino a otros como naftas, indumentaria, medicamentos, insumos a la industria o materiales para la construcción.

El objetivo de apurar el tira y afloje con las empresas es el de “homogeneizar” las fechas de inicio y de finalización del amplio abanico de convenios que la Secretaría de Comercio firmó desde noviembre, en el inicio del programa Precios Justos, afirmaron a Infobae altas fuentes oficiales. Así, la nueva etapa tendría lugar entre febrero y mayo inclusive. Como referencia, el segmento consumo masivo tenía como duración hasta fines de febrero, por lo que la definición de su nueva etapa se anticiparía un mes.

Todo esto, admiten en los despachos oficiales, dependerá de los resultados del tironeo con las empresas de todos los rubros con productos que tengan bienes y productos bajo los paraguas de distintos acuerdos de precios, en un camino de negociación que en rigor se inició en los últimos días y que retomará con mayor apuro en las próximas horas. En el equipo económico aseguran que la meta será recortar el margen de incremento de precios mensual para 50 mil productos a un número cercano al 3% por mes, en lugar del 4% que propició la primera oleada de convenios entre las empresas y el Gobierno.

Algunas de las empresas de consumo masivo que ya habían iniciado contactos en los últimos días para renegociar el contorno que delimitaría la siguiente etapa de Precios Justos se mostraron sorprendidos ante la consulta de Infobae por la posibilidad de anticipar las nuevas condiciones. Un ejecutivo aseguró que un esquema de incrementos autorizados de 3% quedaría muy por debajo del ritmo al que se actualizan sus precios, que midió en 6% mensual. Incluso ya con el 4% permitido en la actualidad la ecuación no cerraría para sus cuentas.

Desde que anunció en noviembre la puesta en marcha de Precios Justos, que absorbió a Precios Cuidados, la Secretaría de Comercio ensayó una serie de convenios con sectores para encorsetar los incrementos mensuales y ajustarlo a la perspectiva de desaceleración de la inflación que el equipo económico proyectaba para los meses siguientes.

En ese listado de acuerdos, además de consumo masivo en supermercados y comercios de cercanía se incluyeron un convenio con las principales compañías de combustibles para ponerle un tope a las subas en las naftas, otro con calzado y uno particular con indumentaria, otro con fabricantes de teléfonos celulares para fijar precios y ofrecer la posibilidad de compras en cuotas, insumos difundidos para uso industrial y medicamentos, entre otras conversaciones que todavía permanecían abiertas, como materiales para la construcción.

Uno de los problemas que registró el Palacio de Hacienda es que resultaba de difícil coordinación tener una lista amplia de acuerdos con fechas de inicio y cierre dispares. Como referencia: Precios Justos para consumo masivo se firmó a principios de noviembre y regía hasta el 28 de febrero, mientras que insumos difundidos industriales se había firmado a mediados de diciembre. “Buscamos hacer homogéneo el sendero de aumentos para todos los acuerdos vigentes y para poder alinear expectativas”, apuntaron desde un despacho oficial.

“El hecho de haber cumplido las metas de déficit y de reservas con el FMI nos permite sentarnos con otro horizonte para establecer ese sendero”, insistieron. La mención a la cuestión de las reservas en el Banco Central está relacionada a que una parte de Precios Justos tiene que ver con la disponibilidad de divisas para la importación de insumos. El Gobierno prometió durante las primeras negociaciones, como una suerte de zanahoria para las compañías, que ingresar al programa de precios podría implicar una ventaja en términos de acceso a los dólares.

En el equipo económico aseguran que la decisión de apurar la redefinición de términos de los acuerdos de precios no está ligada a la aceleración de la inflación en enero que detectaron algunas consultoras privadas y que ya estiman un IPC bien por encima del 5% para el primer mes del año. “Los aumentos principales fueron en frutas, verduras, carne y turismo, no tenemos acuerdos en esos sectores, y enero es un mes con particularidades estacionales que hacen normal una aceleración”, reconoció ante Infobae una fuente oficial.

De acuerdo a las últimas cifras recopiladas por la Secretaría de Comercio que encabeza Matías Tombolini, el último nivel de cumplimiento de Precios Justos detectado en góndolas de mayoristas y supermercados y en stock es del orden del 70%, en señalización del 77%, en los precios fijos del 98% y en el sendero de precios de un 88 por ciento.