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En las primeras cuatro semanas del mes, los alimentos acumularon una suba de 3,5%. Es el dato más bajo este año.

La inflación es uno de los temas que más preocupa al Gobierno Nacional y que tiene en vilo a todo el país. Aunque noviembre parece darle un respiro al bolsillo, ua que la suba en el precio de los alimentos se desaceleró con relación a los meses previos.

El índice de alimentos y bebidas que releva la consultora LCG presentó una suba del 3,5% en las primeras cuatro semanas de noviembre, medido de “punta a punta”, publicó Ámbito.

Se trata del incremento más bajo en lo que va del año para este indicador, si se lo compara con las mismas semanas de meses anteriores.

“En la cuarta semana de noviembre el índice cerró con un aumento de precios del 1% semanal, acelerando 0,3 p.p. respecto a la semana previa. La inflación promedio mensual desaceleró por sexta semana consecutiva, ubicándose en 4%, el menor valor en cuarenta y tres semanas (finales del mes de enero)”, señalaron desde la firma.

“Esta semana el porcentaje de productos con incrementos de precios volvió a disminuir, ubicándose en un 17%. El promedio de las cuatro semanas se ubica en un 24%, lo cual significa que todos los productos de la canasta tendrían al menos un incremento de precios en algo más de un mes”, agregaron.

Tal como se desprende del estudio, en lo que va de noviembre, las frutas encabezan las subas, con un alza de 12,5%. Le sigue “azúcar, miel, dulces y cacao” y “comidas listas para llevar”, con 6,9%. Los “productos lácteos y huevos” subieron 6,3%. Las carnes, en tanto, treparon 1,4% y las verduras, 0,1%.

Crece el clima mundialista, en línea con el último dato de inflación. En Argentina, muchas miradas están puestas en el torneo deportivo, pero no se pierde de vista el constante aumento de los precios que no da respiro, aunque muestra signos de alivio. El último dato de inflación correspondiente al mes de octubre arrojó un aumento mensual de 6,3%, por debajo del rango de 6,5 a 7% que estimaban las consultoras privadas, pero apenas por encima del dato de septiembre que había marcado una desaceleración.

De esta manera, acumuló un incremento de 66,1% en los diez meses de este año y registró un aumento de 88% en términos interanuales. En línea con lo proyectado por las expectativas de mercado relevadas mensualmente por el Banco Central (REM), se espera que el 2022 cierre con una inflación del 99,6%. Desde el gobierno también se ilusionan con cerrar en dos cifras si la suba de precios se mantiene en torno al 6% en noviembre y diciembre.

La inflación en el mundo: equipos que ganan y que pierden

Bajo el escenario actual, el salto en la dinámica de precios es un problema que persiste a nivel mundial y no solo preocupa a la Argentina. Sin embargo, hay países más golpeados que otros en los que la marcha inflacionaria parece haberse acomodado a los designios de la política económica y también a cierta desaceleración de los precios internacionales a partir de junio. Las expectativas de los mercados varían en cada región.

Estados Unidos viene mostrando logros –si bien moderados– en su batalla contra la inflación de la mano de una persistente suba de las tasas de interés de referencia. Estas pasaron de 0% a comienzos de año a 3,1% en octubre, y la inflación se desaceleró en los últimos cuatro meses: pasó de 9% interanual en junio a 7,7% en octubre. Y si bien se mantiene alta respecto del objetivo del 2% anual, el gobierno se muestra optimista en que la ubicará en torno a 5% el año próximo y cumplirá la meta en 2024.

Por el contrario, la Eurozona mantiene elevados niveles de inflación y las cifras muestran un incremento cada vez mayor al ritmo de los conflictos vinculados a la guerra en Ucrania. En octubre, la inflación interanual marcó un nuevo récord trepando al 10,7%. Los aumentos de los precios de la energía y los alimentos no ceden en la región y a esto se le suma la llegada del invierno que tensará aún más los problemas de abastecimiento de combustibles presionando al alza los precios.

Polonia tiene la inflación más alta de Europa, con una tasa de 17,9% interanual en octubre, y le siguen los Países Bajos con un 14,3%, Croacia con 12,8% y Bélgica con 12,3%; entre los países que han clasificado al mundial. En tanto, Alemania, Inglaterra y Portugal registraron tasas de inflación cercanas al 10% interanual en el décimo mes del año. Por su parte, Francia, el último campeón de la copa del mundo, mantiene tasas que rondan el 6% interanual en los últimos cinco meses. La gran sorpresa de este ranking es España, donde la inflación bajó desde el pico inflacionario del 10,8% en julio a 7,3% en octubre, mostrando una desaceleración por tercer mes consecutivo.

En cuanto a los países vecinos, en octubre la inflación de Brasil computó un aumento de 6,5% respecto de igual mes del año pasado y así el clásico rival del fútbol argentino mantuvo una desaceleración marcada luego del registro del 11,9% de junio y pese al clima electoral de los últimos meses. Por su parte, Uruguay también anotó una merma en el ritmo de aumento de los precios respecto a los meses anteriores y presentó una variación del 9% interanual en octubre, y apenas un aumento de 0,21% en comparación con el mes anterior.

¿Qué pasa en Argentina?

El ítem que más preocupa en Argentina es el de los precios de alimentos y bebidas dado que tiene una incidencia mayoritaria sobre el índice general y además determina la evolución de la canasta básica total y alimentaria, que se utiliza para estimar la pobreza y la indigencia. Este ítem presentó un alza mensual de 6,2% en octubre, se ubicó debajo del promedio general y exhibió una desaceleración respecto de los dos meses anteriores. Las frutas y verduras frescas treparon en torno a 10% mensual. El ítem acumuló un aumento de 80,0% en los primeros diez meses del año.

Los rubros que tuvieron mayores aumentos de precios en octubre fueron los servicios. La comunicación registró una suba de 12,1% en octubre respecto al mes anterior, un aumento explicado principalmente por el ajuste en los servicios de telefonía e internet. También el rubro de vivienda, agua, electricidad, gas y otros combustibles presentó un incremento de 7,5% mensual, explicado por la aplicación de la segmentación tarifaria de los servicios de electricidad y gas a partir del mes pasado. En tercer y cuarto lugar se encontraron los precios de los hoteles y restaurantes, con un alza de 7,4%, y los servicios de salud y educación, ambas con un 7,1% respecto de los niveles de agosto.

Las últimas medidas para controlar la inflación

El pasado viernes el ministro de economía, Sergio Massa, presentó públicamente el programa Precios Justos ante un público plagado de empresarios del rubro supermercadista, alimentación y otros. El programa plantea un esquema de congelamiento de precios de unos 1.700 productos de consumo masivo por cuatro meses al tiempo que en el resto de los productos que fabrican las empresas que se adhirieron al programa se autorizará un aumento del 4% mensual. A cambio las empresas obtienen autorización para traer importaciones al tipo de cambio oficial. Desde el gobierno confían en que podrán consolidar el programa avanzando en un acuerdo con los eslabones de fabricación de insumos difundidos necesarios para la producción.

Es un esquema que tiene sentido en un marco de estabilización de un conjunto de variables macroeconómicas (el dólar fundamentalmente), reconocen los funcionarios del ministerio de Economía. Esto también daría la pauta de una mayor efectividad de la política, si bien es difícil augurar que la pax cambiaria se conserve en los últimos meses del año que suelen recalentar la demanda de divisas.

Luego de conocer los datos publicados de la canasta básica alimentaria por el INDEC, el segundo semestre del año preocupa por el incremento de la gente de bajos recursos siendo que está por encima del 40% entre julio y diciembre de este año.

Las cifras oficiales apuntan a que, con la suba en octubre de ambas canastas de 9% y 9,5% respectivamente – muy por arriba del 6,3% de inflación general-, en el año acumularon una suba que, otra vez, supera por lejos el 76,5% acumulado de inflación. La canasta que mide la línea de pobreza aumentó 7 puntos más que el promedio de precios mientras que la que mide la indigencia sacó una alarmante diferencia de 11 puntos, señala Infobae.

El corolario de esa estadística en inevitable: si durante el primer semestre, la medición de pobreza había mejorado y caído a 36,5% de la población, esa mejora resultó insostenible. Pero el dato más fuerte es que en el contexto de la baja de la línea de pobreza en los primeros meses del año fue la indigencia de todos modos aumentó a 8,8% de la población. Con los datos de ayer, sólo cabe esperar que ese incremento sea aún mayor.

Existe una segunda conclusión obvia a la luz de las cifras publicadas por el INDEC: ya no es suficiente que los ingresos aumenten a la par de la inflación sino que, para mejorar los indicadores sociales, deberían correr muy por encima del avance de los precios. La realidad, huelga destacar, no podría estar más lejos de ese objetivo.

El índice de salarios que también publica el organismo que conduce el economista Marco Lavagna arrojó, hasta septiembre, una variación acumulada de 61,2% que contrasta con una inflación en los primeros nueve meses de 66,1%, es decir, 5 puntos por debajo. Pero el dato realmente relevante a la hora de estimar la pobreza e indigencia es el avance de los salarios de los sectores no registrados, claramente el sector de trabajadores más vulnerable. Esa estadística marca que los ingresos informales mejoraron apenas 49,9% cuando los precios de la canasta básica total, que mide pobreza, lo hizo en 68% y 72,1% la alimentaria, que mide la indigencia. Con la actualización de las cifras de octubre, esa diferencia entre la mejora de los ingresos y la suba de los precios de ambas canastas se amplía.

“La indigencia y la pobreza suben aún si los ingresos subieran a la par de la inflación. Complicadísimo”, posteó Leopoldo Tornarolli, el especialista en desigualdad y pobreza del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas). Previsiblemente, la foto es particularmente compleja en el Conurbano bonaerense.

Si bien la información oficial de pobreza se publica con un rezago de tres meses respecto a la evolución del semestre anterior y no existen mediciones trimestrales, distintas instituciones del sector privado proyectan esa estadística en base a los propios datos mensuales del INDEC. En este sentido, una de las estimaciones más difundidas es la que elabora el Centro de Investigación en Finanzas de la Universidad di Tella, a cargo del economista Martín González Rozada. De acuerdo a sus últimos datos publicados, la pobreza alcanzó al 39.4% en el tercer trimestre y crecería al 43.4% en el cuarto trimestre de 2022.

De confirmarse estas proyecciones, el dato oficial para todo el segundo semestre podría indicar que el nivel de pobreza volvió al récord de 42% registrado en plena pandemia, cuando las severas restricciones durante la cuarentena derrumbaron la actividad económica. La actividad ahora no está restringida pero el impacto de la inflación parece tener un impacto igual de demoledor: en octubre, según el nowcast de la Di Tella, casi 29 millones de personas estaban bajo la línea de pobreza.

“La proyección sugiere que alrededor del 40% de las personas viven en hogares urbanos pobres. La población urbana capturada por la Encuesta Permanente de Hogares en el semestre mayo-octubre de 2022 se estimó en alrededor de 28.9 millones de personas lo que implica que alrededor de 11.5 millones viven en hogares urbanos pobres”.

El registro de la inflación de Octubre, lo que ya proyecta Noviembre y, en especial, la trepada de precios en los rubros más sensibles -alimentos, vestimenta- desnudan al menos por un momento la falta de sintonía entre la agenda política y la realidad. El tema, sin dudas, recorre al oficialismo, tomado por sus batallas y a la espera de cada pronunciamiento de Cristina Fernández de Kirchner. Es un interrogante hasta qué punto avanzará mañana en el escenario del acto por el Día de la Militancia.

Existe una cuestión de fondo. Entre los renglones salientes de cualquier gestión económica, se anota uno básico para ser sostenible: la base política. Y eso demanda, antes que nada, compromiso del espacio gobernante y reglas de juego con la oposición. Sin ese presupuesto, todo lo demás renguea, transforma en hueco cualquier discurso del consenso. Será seguramente -según publica Infobae– un punto a atender en la puesta en escena que organiza el kirchnerismo a medio siglo del primer regreso de Perón al país.

Por lo pronto, son dos los gestos. CFK mantiene los cuidados sobre la gestión de Sergio Massa, un soporte que exhibe de manera más explícita Máximo Kirchner. Eso constituye un piso básico para el ministro. Pero a la vez, el kirchnerismo alimenta la interna, factor de incertidumbre política. Reclama al Presidente el funcionamiento de una mesa política del oficialismo para resolver lo que resta de su mandato y la estrategia electoral. Es un modo de relegar aún más a Alberto Fernández, que busca recuperar algo de oxígeno. Eso explica en parte el empantanamiento de la movida para anular las PASO.

Las preocupaciones sociales están concentradas en la economía, según todas las encuestas y el sentido común. Y el informe del INDEC sobre la inflación de octubre vuelve a proyectar números alarmantes en general y, en particular, su efecto agravante sobre los niveles de empobrecimiento.

Tuvo ya reflejo interno. Pero CFK no volvió a hablar de ese tema después de que, a fines de septiembre, reclamara medidas concretas de contención de la inflación en rubros gravitantes para la conformación de las canastas básica total y alimentaria, que determinan en las mediciones oficiales los niveles de pobreza y de indigencia. ¿Lo volverá a hacer ahora?

El IPC de Octubre estuvo algo por debajo de mediciones privadas, aunque, tal como era previsible, se mantuvo por encima de los 6 puntos porcentuales. Anotó 6,3% a nivel general, una décima más que septiembre, y redondeó 88% en la medición interanual. El desagregado por regiones expone un par de datos más inquietantes. Y eso remite a las inquietudes de CFK con traducción electoral.

En el área GBA, el nivel general es mayor: llega al 6,6%. Y el rubro de alimentos y bebidas marca 6,7. Son números más cercanos a los del relevamiento del IPC de la Ciudad de Buenos Aires, que se ubicó en el 7% y quebró la línea a la baja. Esto último y la persistencia en un piso alto son los datos más preocupantes. Potencian, además, la increíble referencia de la ministra Kelly Olmos a las prioridades entre la escalada de precios y el Mundial que ya llega.

La posición que tome CFK y, antes que nada, si la hace pública será un mensaje saliente. Los anuncios del Gobierno en materia de precios buscan un equilibrio también en la interna. De todos modos, a nadie escapa que el tema no está resuelto. En cambio, la ex presidente dedicó lo que va de la semana a reafirmar su batalla en el terreno judicial. La última señal fue dada anoche, tarde, y tensa la cuerda con la Corte Suprema.

En términos prácticos, es el punto más crítico por sus estribaciones institucionales. El kirchnerismo busca reafirmar en el Senado la maniobra realizada para quedarse con tres de los cuatro representantes de esa Cámara en el Consejo de la Magistratura. La Corte ya había negado la designación del kirchnerista Martín Doñate y avalado al opositor Luis Juez en representación de una de las minorías. Esos mandatos, en rigor, vencen esta semana y el oficialismo decidió reiterar la jugada para el nuevo período.

El tema fue incluido de manera sorpresiva en el temario del Senado para hoy, con la firma de la santiagueña Claudia Ledesma Abdala y con el sello de la ex presidente. El oficialismo intentará que sea votada su decisión, como ratificación del combate con la Corte. Y todo indica que tal designación volverá a ser judicializada. Importa, de entrada, el mensaje al máximo nivel de la Justicia y la actitud unificada del oficialismo.

En estos días previos al acto en La Plata, CFK ya había expuesto su decisión de dar batalla en este frente. En la causa Vialidad, volvió a descalificar al fiscal Diego Luciani, que defendió su alegato. Se espera ahora el pronunciamiento del Tribunal Oral Federal. “El Partido Judicial a full”, tuiteó para englobar este capítulo como parte de una operación en su contra.

También formalizó a través de sus abogados la recusación a la jueza María Eugenia Capuchetti, que tiene a su cargo el caso abierto por el ataque en Recoleta, hace dos meses y medio. “Ni sabe ni quiere investigar”, dijo de la magistrada, luego de sostener que se han cometido “irregularidades y arbitrariedades” en la instrucción de la causa. El kirchnerismo intenta vincular el atentado con Juntos por el Cambio.

CFK apunta a unir los dos temas con un mismo hilo. Dice que la Justicia no quiere investigar el ataque del que fue víctima y busca condenarla en causas como la del manejo de la obra pública. Le están dando forma como consigna. Y es base central de la movida para sostenerla como posible candidata y, antes o junto con eso, afianzarla como poder interno también en la estrategia para el 2023. Eso se verá mañana en el escenario que la tendrá como única oradora.

El director del observatorio de Economía pasó por los micrófonos de Actualidad 2.0 y anticipó que mañana darán a conocer la medición de la canasta básica alimentaria y de la canasta básica total del mes de octubre en Comodoro.

En cuanto a los precios en la región Herrera afirmó “están en un mismo estadio, hay diferencias pequeñas entre Comodoro y Caleta entre Comodoro, Trelew y Puerto Madryn pero no tantas como solía haber antes, entonces eso hace que los guarismos sean 6,6% en la Patagonia y más o menos se maneja en el mismo nivel que el 6,2% algunas veces la Patagonia estuvo por debajo y otras por arriba”.

El economista aseguró que hubo un fuerte aumento de precios en el rubro de las comunicaciones “después de los alimentos y bebidas tanto adentro del hogar como fuera del hogar las comunicaciones son un segundo rubro de mucha importancia, eso aumentó bastante”.

Aproximadamente con el 6,6% de suba de la inflación, en Comodoro una familia de cuatro integrantes para no ser pobre en octubre necesitó $150.000.

Los argentinos están acostumbrados a vivir con una inflación de dos cifras, pero saben que pagan por ello un precio muy alto: sentir que se empobrecen cada vez más y vivir sin planes a largo plazo. En octubre, los precios aumentaron un 6,3%, con respecto al mes anterior; acumulan así un 88% interanual y 76.6% desde enero. La moneda local, en tanto, se ha devaluado más de un 30%. Es un escenario donde es difícil arriesgarse a firmar un contrato de alquiler que quizás en unos meses no se puede pagar o a realizar una inversión para un negocio en medio de tanta incertidumbre. La mayoría de los trabajadores argentinos se ven obligados a vivir al día, a menudo con varios empleos distintos, mientras sus sueños se encogen.

Tres generaciones dialogan con EL PAÍS sobre las dificultades que enfrentan en un año donde la economía del país crece (6,4% interanual en agosto, el último dato oficial) y el desempleo baja (6,9%) pero pocos se benefician de esas mejoras.

Carla López quiere irse de casa de sus padres, pero no puede. No le daban los números a principios de año, con los 55.000 pesos (equivalente a 400 dólares al cambio oficial) que recibía como trabajadora de un centro de vacunación de covid-19, pero aún menos ahora, desempleada desde que el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires le informó en agosto que lo cerraba.

“Busqué, pero no encuentro nada y lo que aparece es por menos plata. Estoy estudiando abogacía y está la posibilidad de laburar como asistente, pero son laburos no remunerados o muy mal pagos”, cuenta esta joven en el parque Lezama de Buenos Aires, donde toma mate con excompañeras del centro de vacunación que están en una situación parecida a la suya. Sólo una de ellas pudo independizarse hace dos años, pero cuando la relación con su pareja terminó tuvo que volver al hogar familiar.

“Yo no pienso en el futuro porque me angustio. Creo que más que vivir, sobrevivimos”, dice López. Asegura que no recuerda haber visto a sus padres tan preocupados por el dinero como en los últimos años. “Cada vez les alcanza para menos”, lamenta y pone como ejemplo las vacaciones. Cuando era niña, se iban un mes a la costa; luego, tuvieron que recortar a 15 días. Este año sus padres están dudando si ir una semana o no ir. “Está carísimo. Por una semana piden el doble o más de lo que era mi sueldo de un mes”, lamenta.

Enrique Máiquez trabajaba en una tienda de música de la que le despidieron por la caída de ventas hace seis años. “A partir de ahí me tuve que acomodar, pero estoy cada vez peor”, afirma. Con la indemnización que recibió y unos ahorros que tenía compró una licencia de taxi y compagina ese trabajo con el de jardinero municipal. “Pensé en invertir en un kiosko pero no la vi clara porque [el expresidente Mauricio] Macri subió todas las tarifas y los costos eran muy altos”.

“Salgo de casa a las cuatro de la madrugada y regreso a las siete, ocho de la tarde. Necesito dos empleos porque con uno no me alcanza, pero para ganar lo mismo cada año necesito trabajar más horas”, explica Máiquez, padre de tres hijos y residente en Ezeiza, a 30 kilómetros de Buenos Aires.

Este trabajador sostiene que los peores momentos de su infancia los vivió durante la hiperinflación de 1989, cuando el sueldo de su padre se esfumaba nada más cobrarlo y a menudo él y sus cuatro hermanos se iban a la cama sin cenar. Como adulto, cree que esta “es la peor crisis”, más que la de 2001. “Esa crisis fue de terror, pero gracias a Dios después la economía se levantó rápido. Ahora es una agonía lenta, que te roba los sueños, te saca la esperanza… Si laburás en la calle lo que ves es cada día más y más pobreza y unos políticos que sólo piensan en llenarse el bolsillo, todos por igual, no importa si son peronistas o radicales”.

El presidente Alberto Fernández afirmó este miércoles que “combatir la inflación es una tarea de todos los argentinos” y aseguró que el Gobierno nacional “le dio instrumentos a los intendentes para que ayuden en el control» del programa de Precios Justos, lanzado recientemente.

El Indec informó que el índice de precios al consumidor de octubre llegó al 6.3 por ciento, y el mandatario destacó que tras haber «tocado un techo del 7,5 por ciento» a mitad de año, la inflación «comenzó a bajar» con la llegada de Massa a la cartera de Economía.

«Tenemos que seguir bajando ese índice. La inflación es muy nociva para la economía del país y combatirla es una tarea de todos los argentinos”, señaló Fernández en declaraciones a Radio 10 formuladas desde Bali, Indonesia, donde el mandatario participó de la cumbre del G20.

En relación al programa de Precios Justos, que establece la fijación de los costos de casi 2.000 productos de primera necesidad durante cuatro meses, Fernández destacó la participación de los intendentes para la implementación de esa iniciativa.

“Se ha hecho todo lo necesario para darle instrumentos, fuerza, a los intendentes para que ellos nos ayuden en el control de los precios justos que se han acordado”, aseguró el mandatario en la entrevista que brindó en la mañana del miércoles desde Bali.

La inflación de los próximos meses difícilmente consiga perforar el piso del 6% mensual, según las proyecciones de las consultoras económicas que relevan precios. Incluso estiman que el efecto del programa Precios Justos lanzado la semana pasada por el Gobierno -con una canasta de precios congelados hasta febrero y un tope de 4% de aumento para el resto de los productos- tendrá un “efecto acotado”.

“Difícil que la inflación pueda perforar el piso de 6% mensual con el tipo de cambio oficial corriendo por encima de 6,5%, las paritarias convalidando la inflación, la emisión monetaria asociada a la compra de bonos del Tesoro en el mercado secundario y los intereses de los pasivos remunerados y las restricciones a las importaciones”, indicó Martín Vauthier, de la consultora Anker.

Según el relevamiento de la consultora EcoGo correspondiente a la segunda semana de este mes, la suba de precios de alimentos registró una variación de 1,1% con respecto a la semana anterior. “Con este dato y considerando una proyección de variación semanal del 1,5% para las próximas tres semanas del mes, la inflación de alimentos consumidos en el hogar en noviembre treparía a 6,3% mensual”, indicaron.

En tanto, la proyección de la inflación general para noviembre se ubicaría en 6,6%, en gran parte por el impacto en las facturas de los aumentos de las tarifas de gas y electricidad, que comenzaron a aplicarse desde octubre pasado. Los aumentos en servicios regulados a lo largo del mes fueron en promedio: tarifas de luz (18%), gas (10%) y agua (25%); taxis en la ciudad de Buenos Aires (20%), colegios privados en la provincia de Buenos Aires (6,5%), expensas (10%) y combustibles (7,2%), entre otros.

La inflación de Octubre trepó al 6,3% y el rubro educación llegó al 7,1%. Representantes de la enseñanza privada advierten que la aceleración de precios eleva los índices de morosidad.

Incertidumbre. Esa es la palabra que define la posición de los establecimientos educativos de gestión privada frente a la elevada y persistente inflación. Es que la hasta ahora indomable suba de precios impide proyectar, por ejemplo, a cuánto estará el valor de las cuotas para el inicio del ciclo lectivo 2023 -según publica TN-.

Pero lo que más preocupa a los empresarios del sector es la morosidad en los pagos de las cuotas mensuales. Allí el impacto inflacionario se siente más.

“La situación actual es de mucha incertidumbre. A diferencia de otros años, no podemos estimar ahora a cuánto estará el valor de la matrícula en Marzo próximo. Perdimos mucha matrícula en 2020 por la pandemia y pensábamos que este año podíamos recuperarnos, pero nos agarró la inflación y eso está provocando una fuerte morosidad”; resumió Gonzalo Peveri, asesor contable de la Asociación de Institutos de Educación Privada de la Provincia de Buenos Aires (AIEPBA).

Crece la preocupación por el índice de morosidad

De acuerdo con un informe realizado durante Octubre por esa entidad, el 60% de las escuelas bonaerenses tiene un índice de morosidad que llega a más del 30% del total de inscriptos. Sin embargo, en comparación con los dos años anteriores, los incumplimientos bajaron en 2022 por dos razones: la pandemia provocó en 2020 y 2021 el registro de deudores más alto de toda la historia y las tasas de interés por mora se incrementaron.

Según ese trabajo, en la actualidad cae notablemente el porcentaje de matriculación en los niveles educativos iniciales.

A lo largo de 2022, el incremento del costo de la matrícula en los colegios bonaerenses llegará al 89%, algo por debajo de la inflación anual proyectada, que se ubicaría por encima del 100%, según proyecciones privadas. Pero como la paritaria docente no está cerrada, se estima que los salarios se habrán ajustado por encima de las cuotas.

“Nuestros costos fueron este año más altos que los ingresos. Y eso se tradujo en pérdida de rentabilidad y acceso a moratorias para postergar pagos de cargas sociales. Hay que tener en cuenta que del 100% de los costos, el 82% son salarios”, puntualizó Peveri.

AIEPBA agrupa a 2300 establecimientos de la Provincia e incluye colegios de educación inicial, primario, secundario, escuelas agrarias y de educación superior.

De ellos, el 40% tienen hasta ahora menos matrícula para 2023 en comparación con 2022 y solo el 25% registra más inscriptos.

En la Provincia, las cuotas oscilan entre los $10.000 y los $150.000, dependiendo del nivel de subvención estatal que tenga cada colegio. Pero la gran mayoría de las escuelas que cuentan con el aporte del Estado cobran, en promedio, $20.000.

Peveri comentó que existe mucha movilidad dentro del sector privado, de padres que anotan a sus hijos en establecimientos con cuotas más económicas. “Pero la gente trata de quedarse en la enseñanza privada”, resaltó.

No obstante, aseguró que el combo más inflación-más morosidad “implica que está en riesgo el proyecto educativo”.

Llega un nuevo aumento en las cuotas de los colegios privados

En Octubre las cuotas de los colegios privados subieron 20% en la Ciudad de Buenos Aires y 6,2% en la Provincia de Buenos Aires. Los incrementos fueron autorizados por los gobiernos de ambos distritos para los colegios que reciben subvención estatal, como parte del plan de aumentos previstos para este año. El próximo aumento será el mes que viene.

En cuanto a la vertiente salarial, el sueldo mínimo inicial subirá a $77.137 a fin de año a nivel país.

En la Argentina hay unas 17.000 instituciones educativas privadas, de las cuales casi un 60% cuenta con algún tipo de subvención estatal.

El mundo tiene un grave problema con la inflación, pero Argentina mucho más. Los precios subieron un 6,3% en octubre con respeto a septiembre; acumulan un 88% interanual y un 76,6% desde enero. Las previsiones para diciembre se acercan peligrosamente al 100% por primera vez en 30 años, según los datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) difundidos este martes, pese a los esfuerzos del Gobierno de Alberto Fernández por evitarlas. Un dato preocupa especialmente: el resultado de octubre supone el fin de la curva descendente que la inflación había iniciado en julio, cuando alcanzó el 7,4%.

Las subidas se han ensañado especialmente con los costos en vivienda, electricidad, agua y gas, resultado de la reducción de los subsidios a la energía y la consiguiente subida de las tarifas de los servicios públicos que pagan los hogares. Los alimentos, el sector que más preocupa al Gobierno por su incidencia entre los más pobres, se mantuvieron apenas por debajo del promedio del mes, un 6,2%. Por fuera del promedio, el impacto fue especialmente duro en verduras y frutas, con una subida del 9%.

El presidente, Alberto Fernández, anunció en marzo pasado que iniciaba una “guerra contra la inflación”. No le ha ido bien en el frente de batalla. El IPC de febrero había subido 4,7% y el del mes siguiente escaló hasta el 6,7%. La derrota le costó el cargo al ministro de Economía de entonces, Martín Guzmán, artífice del acuerdo que Argentina firmase a inicios de este año con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para postergar pagos por 44.000 millones de dólares. En agosto, y en medio de una agria disputa entre Fernández y su vice, Cristina Kirchner, por el rumbo de la economía, asumió como ministro Sergio Massa, tercera pata de la coalición peronista en el Gobierno. Massa llegó con poderes de superministro -esto es, la venia del kirchnerismo- para hacer un duro ajuste fiscal, detener la emisión monetaria, sumar reservas al Banco Central y, sobre todo, bajar la inflación, como le exige el FMI.

Massa se ha convertido en un malabarista. Mientras trata de contener el gasto, destina fondos extraordinarios a la ayuda social y negocia con el sector exportador para que liquiden ante el Banco Central los dólares que reciben por sus ventas al exterior. El problema de fondo es la falta de reservas internacionales, cercanas a cero, una sequía que limita las herramientas oficiales para contener la depreciación del peso. Ha sido, hasta ahora, como verter agua en una canasta de mimbre a la que se llena de parches contra las fugas. Los esfuerzos están puestos en contener una devaluación brusca que dispare aún más el IPC y los índices de pobreza, hoy por encima del 35%. Las armas elegidas por Massa han sido variadas. Algunas ortodoxas, como tasas de interés positivas; otras extraordinarias.

Esta semana, entró en vigor un nuevo listado de precios máximos para más de 1.800 productos. La intención es mantenerlos a raya al menos durante cuatro meses, y luego se verá. Gabriel Rubinstein, viceministro de Economía, fue en el pasado un crítico de los precios controlados, pero ahora que está en la trinchera ha decidido respaldarlos. En una charla ante ejecutivos de finanzas, dijo que se trata de salvar el consumo. “El 100% de inflación que estamos teniendo ahora es una suerte de overshooting, una inercia. Estamos en un círculo vicioso. Cuando es así, tiene incentivos hacer política de consumo”, dijo.

La otra cara de la escalada de los precios es la depreciación de la moneda. Rubinstein descartó una devaluación violenta, por el impacto social que tendría. “Estamos a brazo partido todos los días para llegar a cumplir las metas del presupuesto y con el Fondo. Nadie quiere financiar al Estado y no se puede hacer sin acuerdo de precios y salarios”, dijo. Sin embargo, hay una devaluación de hecho que apenas puede disimularse. Argentina tiene hoy más de diez tipos de cambio diferentes, donde el oficial está fijado a razón de 168 pesos por cada dólar. Ese cambio se usa para comprar divisas para saldar importaciones o fijar precios de commodities como los combustibles en el mercado interno. Para el resto de los mortales hay una larga lista de cotizaciones que duplican a la fijada por el Gobierno: soja, tarjeta, Qatar, ahorro, MEP, cripto o mayorista. Los productores presionan a la Casa Rosada para tener su propio tipo de cambio para liquidar divisas, atentos a la desesperación oficial por sumar reservas al Banco Central.

El escenario para la guerra contra la inflación no es, además, el mejor. En octubre de 2023 Argentina elige nuevo presidente y no es buen momento para hacer ajustes fiscales o recortar la ayuda social, imprescindible para millones de familias que no llegan con sus ingresos a fin de mes. Las tensiones políticas complican cualquier solución.