Fernando Peralta es parte de la nueva generación de “jóvenes brillantes” del gabinete provincial, de esos que como varios, tiene pocos antecedentes laborales para exhibir, más allá de su capacidad como militante sobre todo desde las redes.
Hábil descalificador de opositores en épocas de la reconstrucción dasnevista, pisó fuerte en el armado provincial con nombre propio y ya sin el alias informático en la previa 2015, aunque el paño termina siendo chico y la misma red que supo ser su trampolín, terminó siendo su trampa.
Fue por esa vía que en cuanto asumió al frente de la subsecretaría provincial de Derechos Humanos, comenzaron a trascender presuntas denuncias por violencia de género, sindicándolo además como propietario de un boliche rawsense apto para cualquier actividad non sancta. Peralta negó una y otra vez la titularidad del antro en cuestión, “Mil demonios”, hasta que los allanamientos de este fin de semana terminó por identificarlo en el lugar, junto al hallazgo de 22 menores indocumentadas en su interior, entre ellas una niña de 14 años víctima de prostitución infantil.
Como si no bastara con el operativo para que los hechos cundan por todo el territorio provincial, el Ministerio Publico Fiscal de Trelew confirmó vía Twitter la identificación de Peralta en el lugar, y ayer se producían allanamientos en Rawson para establecer la titularidad del cuestionado boliche.
Involucrado en una investigación por facilitación y promoción de la prostitución infantil, Peralta optó por presentar su renuncia, y nuevamente lo hizo sin dar la cara sino a través de su red favorita, Twitter. Allí compartió un escrito asegurando que las publicaciones sobre su persona son absolutamente falaces, pero que decidió dar un paso al costado para trasparentar la investigación. Irónicamente, Peralta encabezó el comunicado de su renuncia con la frase “se hace lo que se debe en el momento que corresponde”, lema que se ve, no aplica los fines de semana, ni cuando baja el sol.
La Tribuna