La madre del niño con Asperger que ha sido desplazado de su clase en un colegio argentino después de la presión de los otros padres, que mostraron su alegría en un chat por la decisión de apartarlo, cuenta desolada que tanto el niño como el colegio han hecho muchos esfuerzos para que pudiera seguir con sus amigos, pero la presión de los padres ha sido más fuerte. “Al niño le gusta tener amigos, él lo intenta, más allá de a veces no entienda los juegos de sus amigos. Por ejemplo le gustan los Pokemon porque todos hablan de eso, él siente que está perdiendo ese vínculo, que se lo están sacando”, explicó en la cadena de noticias TN.
Paola, la madre de este niño, defiende a la escuela, un centro religioso privado llamado San Antonio de Padua y que está en Merlo, un municipio de clase media trabajadora de los alrededores de Buenos Aires. De hecho ha tenido una reunión en la que han acordado que el menor repartirá su jornada entre varias clases para no perder ese contacto de forma total con sus amigos. “Yo me saco el sombrero con como ha manejado el colegio, estaban desbordados por la presión de los padres”, cuenta.
En todo momento culpa a los otros progenitores, que según ella han hecho la vida imposible a los responsables de la escuela hasta que les forzaron a ceder. Incluso hicieron, según su versión, una huelga para exigir que cambiaran al niño de clase. Esto es, no mandaron a sus hijos al colegio como señal de protesta. “Fue en julio. De los 35 niños fueron solo 11 a clase ese día. Yo lo mandé como todos los días. Él me dijo que habían ido muy poquitos niños, y yo pensé que era por la lluvia. Fui una ingenua. Otra madre me contó después qué había pasado. Así pedían los papás que sacaran a mi hijo”.
Paola explica que ya desde la guardería se detectaron comportamientos especiales de su hijo, y por eso acabó diagnosticado con Asperger. Pero insiste en que para el niño es muy importante no perder el contacto con sus amigos, por eso el colegio está buscado ahora una solución intermedia después de la polémica creada.
“La mayoría de las escuelas en Argentina son inclusivas”, defiende Paola. “Pero esto son cuestiones sociales. Yo me puse en el lugar de estas madres pero ellas no se pusieron en nuestro lugar. Ahora hemos acordado con la escuela que él puede ser flexible en la agenda. No va a estar fijo en un curso, se va a repartir entre los tres o cuatro grados que hay”.
Lo que más le molesta es comprobar que las otras mamás no parecen arrepentidas una vez que se publicó el chat en el que mostraban su alegría por el traslado del niño. Una de esas madres, Cristina Peduzzi, también habló en los medios argentinos para justificarse. Asegura que “nunca discriminaron al niño”, y cuenta que desde la publicación en las redes sociales de la conversación en el grupo de whatsapp, que reprodujo la tía del niño, Rosaura Gómez, ha recibido más de 5.000 mensajes con insultos.
Claudia, que en el grupo decía “un alivio para los nuestros” ante la noticia del cambio de clase, asegura que el niño fue recibido “muy amablemente” cuando llegó a la clase hace dos años, pero después de varios episodios violentos los padres empezaron a protestar y reclamaron que tuviera un acompañante. “Pedíamos que al niño lo pasaran a otro lado hasta que esté mejor, pensando en él y en nuestros hijos. Este año agredió a otros chicos gravemente”, se defiende esta madre, que explica que esas agresiones consisten en que el niño tira objetos a los demás. La polémica crece en Argentina y la escuela se ha visto obligada a buscar esta solución intermedia de que el niño pueda cursar de forma flexible en varias clases.