El Tribunal de Arbitraje Deportivo falló el 1 de mayo que las atletas con niveles de testosterona naturalmente elevados no pueden competir en pruebas para mujeres a menos que reduzcan el nivel de esa hormona en su cuerpo. La resolución fue resultado de un caso presentado por la corredora Caster Semenya contra la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF) que cuestionaba los mitos tradicionales acerca de la supuesta masculinidad de la testosterona y del efecto que tiene en el cuerpo. El hecho de que Semenya haya perdido su apelación demuestra lo arraigados que están esos mitos.
Durante un siglo, hablar de la testosterona como la «hormona masculina» ha entrelazado el folclore con la ciencia, de modo que afirmaciones supuestamente objetivas validan las creencias culturales acerca de cuál es la estructura de la masculinidad y cómo es la relación natural entre hombres y mujeres.
Etiquetar la testosterona como la hormona sexual masculina indica que está restringida a los hombres y es ajena al cuerpo de las mujeres, lo que confunde el hecho de que las mujeres también producen y necesitan testosterona como parte de un funcionamiento saludable. Incluso los primeros investigadores en el área de las hormonas sabían que la testosterona tiene una amplia gama de efectos en el metabolismo, la función hepática, los huesos, los músculos, la piel y el cerebro en ambos sexos.
Sin embargo, debido a que los primeros investigadores de esta área estaban obsesionados con la anatomía y la reproducción sexual, le dieron muy poca importancia a la infinidad de efectos de la testosterona, y la trataron como algo peculiarmente restringido -la idea de que dichos efectos atañen a aspectos más presentes en los varones- y extraordinariamente poderoso.
Etiquetar la testosterona como la hormona sexual masculina indica que está restringida a los hombres y es ajena al cuerpo de las mujeres, lo que confunde el hecho de que las mujeres también producen y necesitan testosterona como parte de un funcionamiento saludable. Incluso los primeros investigadores en el área de las hormonas sabían que la testosterona tiene una amplia gama de efectos en el metabolismo, la función hepática, los huesos, los músculos, la piel y el cerebro en ambos sexos.
Sin embargo, debido a que los primeros investigadores de esta área estaban obsesionados con la anatomía y la reproducción sexual, le dieron muy poca importancia a la infinidad de efectos de la testosterona, y la trataron como algo peculiarmente restringido -la idea de que dichos efectos atañen a aspectos más presentes en los varones- y extraordinariamente poderoso.
El resultado evidente es la discriminación contra las atletas, como Semenya, que tienen altos niveles de testosterona de manera natural. Sin embargo, el daño no termina aquí.
La asociación de atletismo insiste en que Semenya todavía puede competir, siempre y cuando se someta a tratamientos médicamente innecesarios para reducir sus niveles de testosterona. La IAAF minimiza el riesgo de esas medidas con el argumento de que las mujeres con altos niveles de testosterona pueden reducir drásticamente esos niveles si toman un anticonceptivo oral.
No obstante, los anticonceptivos hormonales a menudo no son suficientes para reducir la testosterona al nivel que se decidió permitir arbitrariamente. Esto significa que las atletas deben tomar medicamentos más fuertes y sufrir importantes efectos secundarios crónicos.
El Tribunal de Arbitraje Deportivo manifestó su preocupación sobre estos efectos secundarios y dijo que su aparición podría «inhabilitar prácticamente» a las atletas. De hecho, por esa razón el tribunal mencionó que su decisión era provisional y que se tenía que hacer un seguimiento de los perjuicios.
Sin embargo, cuando al presidente de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo, Seb Coe, le preguntaron si postergaría las reglas para las carreras de 1500 metros y de una milla -eventos regulados para los cuales el tribunal dijo que no existían pruebas de que hubiera diferencia alguna en el desempeño de las atletas con diferentes niveles de testosterona- su respuesta fue preocupante. Coe mostró un flagrante desprecio por la prudencia y simplemente respondió que no lo postergaría, dejándonos con la duda de quién supervisará la magnitud del daño y cómo se informará sobre los problemas y la forma en que se registrarán cuando aparezcan. ¿Qué alcance deben tener los daños antes de que el tribunal reconsidere su postura?
El asunto de los daños no puede quedarse en manos de los órganos rectores del deporte, porque están involucrados problemas más generales. Una resolución de las Naciones Unidas aprobada en marzo declaró que las reglas de la IAAF violan «las normas y los principios internacionales de los derechos humanos», incluyendo los derechos a no sufrir tortura ni otros castigos o tratos crueles, inhumanos o degradantes, y el derecho al respeto total a la dignidad, la integridad física y la autonomía de la persona. La resolución también advertía sobre los posibles efectos inhibitorios más generales en la participación de las mujeres y las jóvenes en el deporte al reafirmar los estereotipos de género.
Una cantidad cada vez más grande de atletas mujeres con niveles de testosterona más bajos ha sostenido que es injusto permitir que compitan atletas como Semenya. Es importante atender esa inquietud. Sin embargo, como ha argumentado la socióloga Madeleine Pape, quien alguna vez compitió contra Semenya, los órganos rectores como la asociación de atletismo han hecho esto de la forma equivocada, al validar mitos y alimentar los temores de las atletas.
Tal vez lo más importante al considerar un problema que cada vez es más polémico es que el Tribunal de Arbitraje Deportivo atenuó su decisión al señalar las «cuestiones científicas, éticas y normativas sobre las cuales podrían diferir de manera legítima opiniones razonables e informadas»; así que Semenya podría apelar. Sin embargo, la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo ya ha hecho muchísimo daño al reafirmar ideas erróneas y anticuadas acerca de la testosterona y al discriminar a las atletas que tienen todo el derecho de competir en su deporte sin que se viole su integridad física.