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A Gimnasia no la alcanza ni el efecto Maradona para ganar en La Plata y Arsenal le dio otro golpe con el 1-0

Diego Maradona se debate entre el hombre que requiere paz y el ídolo que necesita ovaciones. En el medio de esas dos versiones está Gimnasia, que también tiene, al menos, dos caras: el club que está al borde del estallido por los avatares políticos y el equipo que precisa puntos para mantener viva la ilusión de permanencia. Y en medio de semejante revolución de emociones e intereses, el Lobo se desangra por dentro por una nueva caída en La Plata, porque Arsenal lo superó por 1-0.

Al hincha poco le importan todos esos líos. A su DT, el que se fue un martes y volvió un jueves, lo recibieron como a un héroe. Otra vez. Antes de que comenzara el partido, cuando Maradona se acercó al banco de suplentes, un hincha aprovechó un silencio y le gritó con furia: «Te amo, Diego, te amo». El entrenador se largó a llorar. Otra vez. Así está el Lobo por estos días: pura desorganización, pura emoción.

Arsenal es otra cosa. Es un proyecto. Mientras Gimnasia tuvo que entrenarse algunos días de la semana con la dupla técnica Messera-Martini, el elenco de Sarandí trabajó con tranquilidad con la premisa de consolidar un proceso que está por cumplir dos años.

Ojo, más allá de las diferencias, los dos conjuntos pugnan por lo mismo: esquivar el descenso. Era, entonces, un encuentro de suma trascendencia para la tabla de los promedios. Y lo encararon de forma distinta. El Lobo apostó por la agresividad y el juego directo. Arsenal, por la prolijidad y la paciencia; esa matriz, a la visita, le dio frutos enseguida. Después de la nueva bienvenida para Maradona, el equipo de Sergio Rondina avanzó a fondo y abrió el marcador. Apenas tres minutos tardó: jugada colectiva de derecha a izquierda y de izquierda al medio; definición de Juan Manuel García para el 1-0.

En el primer tiempo no pasó mucho más. El Tripero intentó sin inventiva y el equipo de Sarandí careció de profundidad. Si hubo peligro cerca de los arcos fue por los desacoples defensivos de Gimnasia: Maximiliano Coronel primero y Maximiliano Caire después, chocaron con el arquero Alexis Martín Arias y Gimnasia se salvó del segundo tanto.

En el complemento ambos conservaron sus posturas, pero el visitante se replegó demasiado y eso provocó que el Lobo tuviese vida hasta el final. En los últimos minutos, Maradona metió un delantero (Pablo Velázquez) y sacó un mediocampista. El propósito era claro: por abajo o por arriba, ahogar al rival. Lastimarlo, de una vez por todas.

No pudo. Trató, si rebeldía, aunque no supo. Choco, chocó y volvió a perder. Séptima derrota de local en la Superliga y una crisis deportiva que, por ahora, no la apaga ni Maradona.

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