Fueron 570 los inscriptos que tuvo la carrera de Medicina en su año inaugural. Del total, 330 estudiantes quedaron habilitados para realizar la cursada y finalmente cerca de 100 llegaron al final del año luego de un duro primer parcial.
Pasaron casi cinco años de ese histórico primer paso y, más allá de los números, el año próximo seis alumnos podrán iniciar la práctica final obligatoria con la que se recibirán de médicos.
En la Facultad de Ciencias Naturales no lo dicen pero lo dejan sentir: no les gusta minimizar la cursada en números y están en lo cierto; dentro de un par de décadas la carrera que se comenzó a gestar en 2009, durante el rectorado de Adolfo Genini, será un pilar fundamental en la salud de la región, una zona donde se reclama médicos y especialidades.
Según confirmaron a ADNSUR desde la facultad, la carrera en la actualidad tiene 630 alumnos regulares y solo este año ingresaron 230.
Para cursar la práctica final estos seis estudiantes deberán rendir todas las materias y entregar todos los trabajos de investigación y extensión. Luego podrán iniciar su último recorrido por la carrera.
Se trata de una práctica de 10 meses, donde pasarán cuatro meses por Clínica, dos por Tocoginecologia, dos por Cirugía y dos por Pediatría, rotando en los centros de salud de la ciudad. Un total de 1600 horas de práctica.
El viernes ese grupo de jóvenes junto a otros que integran la segunda cohorte tuvieron una reunión con el decano de la Universidad de Tucumán y titular de la práctica profesional de la carrera de Medicina.
El encuentro fue en el marco de una visita que incluyó un recorrido por los lugares de práctica (el Hospital Regional, un centro de salud de la provincia y uno de la Municipalidad), capacitación a docentes y reuniones con autoridades. El objetivo de la reunión estudiantil fue hablar con los alumnos e implementar y reglamentar la práctica que se realizará a partir de marzo.
En ese sentido, el medico Gabriel Sebastián, director de la carrera, en diálogo con ADNSUR consideró como un paso a favor la visita, ya que esa facultad tienen una práctica profesional de 2 años que se denomina “Integro rotatorio”, y que en sexto año incluye una práctica periurbana y una práctica rural. “Es una de las prácticas más completas y más complejas que hay, que le permite al alumno salir más capacitado cuando se recibe”, admitió.
Pero para llegar a este presente la Universidad y la facultad tuvieron que recorrer un largo camino que no estuvo exento de obstáculos.
Una inyección de historia
La creación de la carrera de medicina se comenzó a gestar en 2009, cuando quien era vicegobernador de la provincia y presidente de la Legislatura, Mario Vargas, solicitó a la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco la confección de un estudio de factibilidad que terminó realizando la Universidad de la Plata.
Cuando Genini ya era rector, el Consejo Superior por unanimidad decidió avanzar con la creación de la carrera. La creación contó con el respaldo del Ministerio de Salud de la Nación, la Secretaría de Políticas Universitarias, el Gobierno provincial, el Ministerio de Salud de Chubut y la Secretaria de Salud Municipal que junto más de 2000 firmas para apoyar la causa.
Luego vino su aprobación formal en 2013, siendo la carrera más austral del país, por debajo de las universidades de Comahue y Bahía Blanca.
En 2015, ese primer año fue difícil. La carrera estaba en el ojo de la tormenta y era cuestionada duramente. El primer parcial fue un duro golpe: solo aprobaron dos alumnos y al final del año menos de 80 alumnos continuaban la cursada. Sin embargo, del tiempo ahora arroja los primeros frutos.
Los desafíos por delante
“Fueron años arduos de trabajo”, admite el director de la carrera al ser consultado por un balance. Lidia Blanco, la década de la Facultad, coincide y explica que la exigencia de la cursada doblegó a muchos estudiantes.
“Los chicos fueron dejando, no es que avanzaron en bloque. Año tras año cuando venían las exigencias o la gente que trabajaba no podía continuar fueron dejando porque las condiciones personales no le permitían cumplir con las exigencias. Pero la verdad que es un orgullo. Uno está feliz del objetivo porque convengamos que en sus comienzos era como que no iba a prosperar. Entonces hoy mostrar, dentro de la universidad y fuera, que esta carrera tiene la misma fortaleza que cualquier otra y que a pesar de todos los obstáculos salió adelante, es una satisfacción y a la vez un desafío para todos mostrar que se pueden hacer las cosas con calidad y buena intención”.
Para Sebastián la carrera en si es “una revolución”, principalmente por dos factores: la formación de docentes que nutren a la propia casa de estudios y el perfil de médico generalista comunitario que se forma.
“El eje socio médico es la revolución de nuestro plan. Se dan asignaturas ligadas a lo laboratorio y a lo clínico pero también a lo social, a la relación del médico y la comunidad. Nosotros empezamos con biotécnica, ciencias sociales y medicina, salud de la comunidad, epidemiologia, planificación de la salud, promoción de la salud y salud pública 1 y 2”, detalló.
Por esa razón considera que “el balance es positivo”, en virtud que no solo se está formando profesionales con un perfil distinto, sino que además se está formado a médicos docentes y chicos de los barrios de Comodoro que se quedarán en la ciudad y serán los futuros formadores de estudiantes, no solo en Medicina sino también en carreras afines como farmacia, bioquímica o enfermería.
Por lo pronto, mientras se espera la primera camada de graduados otros cientos de chicos cursan la carrera en las aulas de la universidad. Y otro grupo más avanzado ya comenzó a cursar clínica, pediatría y cirugía en el Hospital Regional y los Centros de Salud de los barrios Jorge Newbery, Josá Fuchs, 30 de Octubre, Pietrobelli.
Por supuesto que hay “algunas debilidades y desafíos” por delante, tal como dice Blanco. “La infraestructura que tiene la Universidad queda chica, pero no a la carrera sino a la universidad porque el crecimiento en los últimos 10 años ha sido muy significativo y los espacios físicos necesitan ser ampliados o tener colateralmente otras estructuras anexas”.
A esto se suma la deuda de la provincia, desde la gestión de Martín Buzzi, con el Hospital Escuela y el otorgamiento de becas protegidas para apoyar a estudiantes.
“Sin duda hay cosas pendientes y por qué no soñar que el día de mañana tengamos una cátedra de promoción de la salud que le pueda dar algo a la comunidad; por qué no poder tener un consultorio universitario habilitado como cualquier CPB y que sea de la universidad. Yo creo que con el tiempo vamos a ir creando esos espacios”, dice Blanco. “Desafíos aún pendiente”, tal como cierra Gabriel Sebastián.