Ayer, miércoles 25 de marzo, se cumplieron los 14 días desde nuestra salida de Chile e ingreso a Argentina, ocurrida el pasado miércoles 11 de marzo, y terminamos por lo tanto, con Graciela, nuestro aislamiento específico y total, por suerte sin que hayan aparecido hasta ahora, síntomas del famoso virus que acosa al mundo.
Desde hoy seguiremos con las indicaciones de orden general dadas por quienes les ha tocado tener la responsabilidad de gobernar en los órdenes nacional, provincial y municipal.
¿Son correctas y ajustadas las medidas adoptadas? No lo sé, me es difícil elaborar un juicio de valor en medio de tan agobiadora catarata de información y munido de escaso bagaje técnico en la materia. De lo que si estoy seguro es que los equipos a cargo, de este tema saben mucho más que yo, y tienen la autoridad para tomar decisiones, por lo tanto en la emergencia, tengo claro que lo mejor es cumplir con todas las instrucciones que se impartan, que se van ajustando día a día, en función de los acontecimientos y de la jurisdicción de que se trate.
¿Y el después, que nos deparará? Es prematura quizá la pregunta, pero me animo a decir, que al menos en nuestra provincia del Chubut, el modelo en el cual nos acostumbramos a vivir se terminó, está absolutamente aniquilado.
La emergencia durará un poco más o un poco menos, causará mayor o menor daño, pero en algún momento terminará, y la vida buscará y encontrará los vericuetos para seguir.
Ahora bien, ¿alguien piensa que se pueden seguir haciendo las mismas cosas, de la misma manera y que las cosas van a mejorar como por arte de magia?
Las crisis engendran sus propias oportunidades y también lo hará el cuadro resultante pos “coronavirus”. Creo que será la hora de los creativos, de los estrategas, de los estadistas, de los que tengan capacidad de entender la complejidad del momento, e imaginar escenarios futuros de bienestar adonde la comunidad pueda llegar en el menor tiempo posible.
Las estructuras de todo tipo, gubernamentales, políticas, empresariales, sindicales, sociales, deportivas, culturales, religiosas, requerirán de conducciones a tono con este desafío de futuro, no habrá lugar para mentes viejas aunque estén alojadas en cuerpos jóvenes.
Y no hay que confundir aptitud o vocación para atender emergencias, con capacidad estratégica para diseñar mejores futuros. En algunos casos, pocos, pueden concurrir ambas cualidades, no es lo frecuente.
Ahora, hay que respetar las instrucciones de los que están, mañana serán necesarias otras acciones para abandonar mentalidades y estructuras obsoletas e inoperantes, que han perdido el rumbo, la misión y los objetivos que les dieron origen y sentido.
Como decía Jorge Marziali en sus recordados versos: “Vamos a empezar de nuevo, cebollita y huevo, pan y libertad…”