En tiempos en que se están viendo cosas nunca antes vistas en la policía del Chubut, como por ejemplo que agentes, cabos o sargentos vayan a retirar un bolsón de comida porque no llegan a fin de mes; a “los Gómez” que actúan como si fueran ´dueños´ de la institución no les falta nada y cada vez que tienen oportunidad buscan incrementar los beneficios que les da el poder y la impunidad. Hace poco, Miguel Ramón Gómez –el jefe de policía— mandó a Economía el expediente de su hermana Beatriz Gómez, jefa de Finanzas, para que se le apruebe otro incremento salarial que cobraría a partir de un nuevo asenso extraordinario con el que la beneficiaria.
Como ya lo hemos publicado, Beatriz Gómez debe ser el único caso en la historia no solo de la policía del Chubut sino de las policías del mundo, en el que siendo suboficial ascendió en cuestión de un año y medio –directamente, sin escalas, salteándose al menos cinco jerarquías— al grado de comisario inspector y ahora –dentro de poco— muy factiblemente en otro ascenso recontra-extraordinario; al cargo de comisario mayor. Eso, evidentemente, le incrementaría el ingreso mensual y el retiro, el día que se vaya de la policía.
Ahora, es indignante verlos a estos “tipos” buscando asegurarse el futuro –llevándose actualmente, entre los tres, cerca de dos millones de pesos por mes entre el negro y el blanco, que nunca han dejado de cobrar— mientras los policías que caminan la calle arriesgando sus vidas todos los días, deben ir a buscar un bolsón de comida porque el sueldo que les paga el Gobierno de Arcioni no les alcanza para vivir bien.
No son pocos los que coinciden que los Gómez, cuando se vayan, van a ser recordados en la historia de la policía del Chubut, como los eficaces colaboradores del inescrupuloso Massoni, que ayudaron a dejar una institución devastada.
Uno de esos policías que el otro día por primera vez, en los casi quince años que lleva en la institución, tuvo que ir a buscar una bolsa con alimentos hizo catarsis delante de otros empleados y claramente indignado les manifestaba a sus compañeros en la cuadra de una comisaría, durante un momento de descanso:
“Nadie quiere meterse en nada ni hacer nada, solo cumplir el horario y esperar que alguna vez se vaya esta cúpula (por los jefes de la institución)”.
“Solo sé que cuando estos se vayan va a haber un montón de bocas que ahí si van hablar o se van a descargar (…) Esta policía está muy corrompida y ya nos cansamos de chocar con esta cabeza, que si pensás diferente a ellos te persiguen, te viven cambiando o te mandan a lugares que no son de tu agrado. Pero bueno, todo pasa…”
“Nosotros podemos andar con la frente en alto y apoyamos la cabeza en la almohada y tenemos la conciencia tranquila, algo que a esta jefatura no les pasa hace rato…”