Sin dudas, la derrota del ministro de Seguridad en las elecciones generales fue realmente un suceso que provocó un gran sentimiento de algarabía chubutense.
El paupérrimo resultado de su aún más patética campaña política, fue el mensaje que el pueblo manifestó en los comicios, y ese mensaje consistió en la expresión de un desagrado mayúsculo hacia la persona del funcionario. Algo que ya se venía demostrando desde hace tiempo, pero que para el ministro pasaba desapercibido, él estaba en su nube de gas muy preocupado por ver de qué manera podía engañar a la sociedad con sus locuras, subestimando totalmente la inteligencia del ciudadano.
A principio de año, Mario, un chico de 14 años, oriundo de Trelew y sin ningún antecedente delictivo, se encontraba tomando mate por la noche con sus amigos en un plazoleta del barrio INTA, como acostumbraba; de repente apareció un móvil policial y los echó del lugar.
A escasas cuadras, los interceptaron otros vehículos policiales pero esta vez, con un grupo de al menos 10 violentos uniformados a bordo, quienes bajaron y los pusieron a todos contra una pared para requisarlos, pero terminaron golpeándolos sin motivo alguno.
A Mario le pegaron cachetazos y patadas mientras se encontraba con los brazos extendidos frente a la pared. El resto de sus amigos también fue golpeado por los efectivos.
Mario llegó dolorido a su casa y le contó a su padre lo que había sucedido. Avanzadas las horas se comenzó a sentir muy mal y tuvieron que llevarlo al hospital para que lo atiendan, puesto a que lo que desconocían los efectivos que lo golpearon, es que Mario tenía clavos en las piernas a causa de un accidente que tuvo en bicicleta hace poco tiempo.
Sumado a la impotencia que generaba el mismo hecho, el papá de Mario, tuvo que soportar que además en la comisaría de la zona no le hayan querido recibir la denuncia.
Casos como el de este chico han sucedido en incontables ocasiones, y la mayoría de las personas responsabilizan a Federico Massoni, pues se cree que el funcionario lo único que ha hecho durante todo este tiempo ha sido exacerbar el apetito represivo del policía violento.
Como estos efectivos sienten tener alguien que los proteja, pretenden hacer lo que quieren en el desempeño de sus funciones.
Ignacio Torres junto a Mario Segundo Pulgar y el hijo de éste “marito”, víctima de la violencia policial.
Hoy, Mario Segundo Pulgar y su hijo “Marito”, pueden permitirse, si se quiere, una “cuota de justicia”; celebrando el triunfo de Ignacio Torres, candidato al que decidió apoyar. Pero al mismo tiempo, disfrutando de un verdadero desahogo emocional al ver a un sujeto tan deplorable como Massoni, responsable de que lo que le pasó a al menor haya quedado en vano, ser colosalmente humillado por la decisión política del pueblo chubutense.
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