La aceleración de la inflación debilitó el poder adquisitivo de la mayor parte de la población. Los rubros más afectados, según el Indec.
Las ventas a precios corrientes para agosto de 2022 relevadas en la Encuesta de Supermercados en forma presencial en el salón comercial (96,8% del total) sumaron $225.510 millones, representó un incremento de 80,6% respecto a igual mes del año anterior, informó el Indec.
Significó un leve repunte en términos reales, luego de quitar el efecto de la inflación de 72,2% que midió el organismo oficial de estadística en igual período, publicó Infobae.
Sin embargo, los datos oficiales que se difundieron a comienzos de la última semana dieron cuenta de que el monto facturado por el conjunto de 101 empresas relevadas con un total de 2.984 locales activos disminuyó en el mes 0,2% respecto a agosto de 2021 en pesos constantes de diciembre de 2016, sobre la base de la variación promedio de los precios de los productos comercializados.
Y si bien la variación resultó mínima, pese a la aceleración del ritmo inflacionario que es el principal enemigo del presupuesto en gasto fijo de los hogares, como son los alimentos y productos de limpieza y perfumería, los datos del Indec permitieron advertir que ese fenómeno no solo ha provocado un movimiento de subibaja mes a mes desde el inicio de 2022, sino que consolidó un notable recorte de las compras en supermercados en comparación con el promedio de 2017, principios de 2018, previo al inicio del ciclo recesivo que fue agravado en el primer año de la irrupción de la crisis sanitaria.
Claramente, respecto de los mínimos registros observados al comienzo de la llegada del Covid-19, principalmente por efecto de las medidas de Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) que obligó al cierre transitorio de los establecimientos, el nivel real de ventas por el conjunto de las cadenas de supermercados es superior; pero aún, por la señalada erosión que provoca la inflación sobre la capacidad de gasto de los hogares que aumenta nominalmente con rezago, se ubica un 12,6% por debajo de los valores máximos del último quinquenio.
Frente a ese cuadro, la estadística del Indec muestra notables cambios en sólo 5 años en los hábitos de compras de productos por parte de consumidores que concurren a las grandes cadenas comerciales, forzados por la menor capacidad de gasto general y el cambio de precios relativos entre los artículos que se cargan en cada vez changuitos más vacíos.
Entre los que ganaron participación en agosto 2022 respecto de la que tenían en igual mes de 2017 se destacan carnes frescas, pasó de 9,5% a 11,6% del total; los productos de almacén de 26,6% a 27,9% -había alcanzado un pico de 28,5% en ese mes de 2020, en plena crisis sanitaria-; y en menor medida el agregado de bebidas -alcohólicas y no alcohólicas-, de 10,5% a 11,1 por ciento.
Por el contrario, perdieron relevancia en el monto ajustado por inflación de las compras de artículos de limpieza y perfumería, de 14,7% a 13,2%; lácteos de 11,6% a 11,1%; indumentaria, calzado, textiles y otros productos para el hogar -incluyendo electrónicos y grandes aparatos a gas y eléctricos- de 8,6% a 8,2%; y el agregado de “otros” de 18,7% a 16,8 por ciento.
El saldo neto contractivo del gasto de los hogares se reflejó también en la caída de la cantidad de operaciones en unidades de producto que midió el Indec: pasó de un máximo de poco más de 74 millones en agosto de 2019 a 70,6 millones en el último relevamiento, cayó 5%; pese a que se reactivó 33,6% desde el mínimo anotado en la crisis de Covid-19, y 16,6% en los últimos 12 meses.
Si se tiene en cuenta que desde agosto de 2019 hasta el presente la población aumentó en 3,8%, según la tasa intercensal anual que surgió de la última medición del Indec, las cantidades vendidas se redujeron en términos por habitante en 8,4% -pasó de una media de 1,625 a 1,488 por persona, en la actualidad-.
Financiamiento cortoplacista
La necesidad básica de satisfacer los consumos más esenciales, pese a no contar con los recursos monetarios líquidos al momento de la compra, llevó a la extensión del plazo de pago de las compras en supermercados a través del uso de la tarjeta de crédito.
Aclara el Indec que para la elaboración de su Encuesta de Supermercados y autoservicios Mayoristas: “Las ventas se pueden discriminar según el medio de pago con el que se realizan, los cuales comprenden efectivo, tarjeta de crédito, tarjeta de débito y otros medios de pago tales como vales, cuponeras, ticket canasta, gift card, etcétera”.
En agosto de 2022, las ventas totales a precios corrientes realizadas en efectivo ascendieron a $67.238 millones, lo que representó el 29,8% del total y muestra un aumento del 76,1% respecto a agosto de 2021; las efectuadas mediante tarjeta de débito sumaron $67.295 millones, lo que representa el 29,8% del total y una suba de 89,9% respecto a igual mes del año previo; las abonadas con tarjeta de crédito sumaron $81.530 millones, equivalente al 36,2% de la facturación agregada y aumento de 84,3% en valores nominales. En tanto, el resto de la forma de pago ascendió a $9.447 millones, equivalente a 4,2% del total y aumentó menos que la mitad del ritmo inflacionario en los 12 meses comparados.
El notable crecimiento de la bancarización, definida como la cantidad de cuentas de ahorro y emisión de tarjetas de débito activas, juntamente con la difusión que fueron adquiriendo las billeteras electrónicas al ser incorporadas por el conjunto de las entidades bancarias para competir con las Fintech, facilitó el uso de ese medio de pago en las compras cotidianas, en detrimento del efectivo.
Pero el agregado de un proceso inflacionario creciente y las promociones que alentaron algunas cadenas comerciales para el pago con tarjeta de crédito llevó a intensificar su empleo como estrategia de comprar hoy productos de consumo inmediato o en corto plazo a precios inferiores a los esperados al momento del efectivo pago al emisor del plástico.