Torres en Paraguay. Nacho Torres no es el primer gobernador argentino que llega a Paraguay atraído por su política fiscal y las oportunidades de negocios. Antes que él, el chaqueño Leandro Zdero y el cordobés Martín Llaryora fueron recibidos en Asunción por el presidente Santiago Peña. Esta semana fue el turno de Torres, gobernador de Chubut.
Torres no solo tuvo un cara a cara con Peña, también se vio con Eddie Jara, titular de Petropar, la petrolera estatal. Se trató de una reunión clave: Paraguay es importador neto de combustible y Chubut, una de las principales provincias petroleras de la Argentina. Pero el gobernador desembarcó en Asunción para cerrar acuerdos pesqueros.
Antes de terminar su viaje, Torres recibió a LPO Paraguay para hablar del modelo paraguayo, YPF, la relación con el gobierno nacional y la interna entre Mauricio Macri y los libertarios. El gobernador abordó además el caso Kueider, el cruce con Santiago Caputo y su rol en la Argentina post Milei. «Todo cura quiere ser Papa», dijo entre risas.
-En ese momento de la discusión de la ley bases tuviste un cruce fuerte con el Gobierno y hasta le pegaste directo a Santiago Caputo, algo que muchos dirigentes no se animan. ¿Cómo sigue tu relación con el gobierno?
-Yo empecé con una pelea muy fuerte con el gobierno nacional. Después de esa pelea pudimos entendernos, con la coherencia de lo que tiene que hacer un gobernador, al que lo eligen para defender los intereses de su provincia, independientemente de quien esté sentando en el sillón de Rivadavia. Eso no tiene color partidario. Cuando uno asume un rol ejecutivo ya no hay ellos y nosotros. Tengo que gobernar para los que me votaron y los que no. Voy a seguir defendiendo los intereses de mi provincia, como apoyé muchas medidas que me parecían buenas y necesarias y también repudié cuando no se avanzó con ciertos temas, como por ejemplo ficha limpia.
Yo a Santiago lo conozco de antes de que tuviera este rol y tengo la confianza suficiente como para sentarme y discutir en otros términos. Hoy la situación es distinta. Hubo un antes y un después de esa discusión en cuanto a los límites y las formas del gobierno. El peor enemigo de un dirigente es la soberbia y cuando uno se rodea de alcahuetes que te dicen que está todo bien y que sos Gardel, empiezan a fallar y ven una película que no es la real.
Trayendo a colación el caso Kueider, Chubut va a ser la primera provincia sin fueros. Vamos a presentar una enmienda constitucional la semana que viene, que los chubutenses van a poder votar en las elecciones de medio término para eliminar los fueros para los intendentes, los concejales, los sindicalistas, el gobernador. Que no haya privilegios que te lleven a ciudadanos de primera y de segunda. Todos tenemos que tener igualdad ante la ley y ojalá lo podamos replicar a nivel nacional. Hay rumores de que se va a tratar, esperemos que así sea y no pase como con ficha limpia.
-El cruce con Santiago Caputo fue bastante fuerte. ¿Cómo recompusiste el vínculo con Milei?
-Soy como cualquier ser humano, me enojo, puedo ser vehemente, pero desde lo institucional no se puede poner en riesgo los intereses de la provincia. Yo a Santiago lo conozco de antes de que tuviera este rol, generacionalmente tengo más diálogo que con otras personas del gobierno y tengo la confianza suficiente como para sentarme y discutir en otros términos. Hoy la situación es distinta. Hubo un antes y un después de esa discusión en cuanto a los límites y las formas del gobierno. El peor enemigo de un dirigente es la soberbia y cuando uno se rodea de alcahuetes que te dicen que está todo bien y que sos Gardel empieza a fallar y ven una película que no es la real. El caso de Chubut fue un poco eso. Somos un país federal y hay que respetar la autonomía de las provincias y lo que dice la Constitución. La justicia federal nos dio la razón y sentó un precedente porque nunca más el gobierno nacional quiso avanzar sobre los recursos de las provincias.
-Los gobernadores presentaron cinco puntos para que el gobierno los incluyera en el presupuesto, entre ellos que Nación pague la deuda por las cajas jubilatorias. Pero el gobierno parece que va a prorrogarlo. ¿En qué posición deja a las provincias?
-Es un error estratégico en un momento de baja del riesgo país, donde la Argentina necesita previsibilidad. Y nada te da más previsibilidad que el presupuesto, que básicamente es presuponer lo que va a recaudar y lo que va a ejecutar y cuáles van a ser las variables económicas. La previsibilidad es para el mercado, para los empresarios, para el ciudadano de a pie. No tener un presupuesto es no tener un horizonte. El gobierno subestima la importancia de tener un presupuesto, sobre todo teniendo los votos.
Los cinco puntos que planteamos los gobernadores no afectan el equilibrio fiscal, al contrario, lo único que planteamos es reconocer a lo que por ley está obligado el estado nacional. Incumplir lo que dice la ley o lo que dice la Constitución es un falso equilibrio. Es como si yo digo que voy a tener superávit primario, pero no les voy a pagar a los intendentes ni a los proveedores de las provincias lo que les corresponde. Igual no está todo dicho, hay conversaciones para llegar a un acuerdo en presupuesto, pacto fiscal. Subestimar el tener un presupuesto es un error grosero.
Es un error estratégico (no sancionar el Presupuesto en el Congreso) en un momento de baja del riesgo país, donde la Argentina necesita previsibilidad. Y nada te da más previsibilidad que el presupuesto. No tener un presupuesto es no tener un horizonte. El gobierno subestima la importancia de tener un presupuesto
-Estamos entrando a un año electoral. ¿No creés que hay una intención de limitar los recursos para los gobernadores?
-Una expectativa puede ser la discrecionalidad del manejo de los fondos. Estamos hablando de un volumen de dinero muy importante que podrán manejar de manera discrecional, que también es un error, porque esa discrecionalidad la tenés que justificar, hay organismos de control, te obliga a establecer las prioridades y te expone ante la sociedad. Tampoco es que podés hacer lo que querés.
-¿Cómo ves los choques entre el PRO y la Libertad Avanza?
-Primero lo que el PRO tiene que entender es que somos oposición. Yo tengo un frente en mi provincia que involucra al PRO, a la UCR, al peronismo no kirchnerista, a un sector de los libertarios. Es un espacio muy transversal. No gobernamos a nivel nacional, por lo tanto pensar que el gobierno puede fagocitar un espacio político y que el PRO pierda vocación de poder es un error. Esa intencionalidad de fusionar o de fagocitar lleva a tensiones propias de no entender que somos espacios distintos y que podemos pensar distintos. Eso no implica ser golpista, ni traidor a la patria. Es la base de la democracia, el sentido común y el espíritu crítico.
-¿Te seguís sintiendo parte del PRO o te fuiste provincializando?
-Yo soy un PRO raro, porque siempre el PRO en Chubut tuvo mucho provincialismo. Nace más como un movimiento ciudadano que como un sello partidario y la épica que se logró con ese esquema frentista tiene que ver con el provincialismo, no con un enlatado que viene de capital federal y se replica en otras provincias. Lo mismo pasa en Entre Ríos con Frigerio. Tenemos improntas distintas, pero tenemos ideas y premisas similares, valores que ponderamos, y eso nos hermana, más allá de que el espacio es heterogéneo también.
-No son pocos los que en el peronismo te consideran un peronista de centro…
-Me cuesta definir a mi gobierno como moderado, porque empezamos el día uno con un juicio político a la Corte, intervinimos la caja previsional, tuvimos un conflicto muy fuerte con uno de los gremios más pesados de la provincia, que terminaron presos. No es una impronta moderada, sino que fuimos muy firmes de entrada con el camino que queríamos trazar. Ante el gobierno nacional, más que moderación es coherencia con lo que uno cree. Lo que falta son dirigentes que crean en algo.
Me da lástima cuando veo dirigentes que en una época respetaba porque creían en algo y hoy se peinan o putean igual que Milei para tratar de sumar un voto. Lo impostado no va más.
A mí me da lástima cuando veo dirigentes que en una época respetaba porque creían en algo y hoy se peinan o putean igual que Milei para tratar de sumar un voto. Lo impostado no va más. Lo que necesita la política argentina es autenticidad, es debatir lo que uno cree y para tener esa autenticidad no hay que anclarse en dogmas partidarios, sino que hay que plantear el modelo de país. Hoy estamos dando una discusión pre ideológica que es la baja de la inflación. Acá sentás a un peronista, un radical, un PRO y un libertario y todos te vamos a decir que está bien. Sería un necio el que te diga que no hay que bajar la inflación. Después tenemos que debatir si queremos ser un país industrial, verdaderamente federal. Es la discusión que quiero dar desde mi provincia y también a nivel nacional. En muchos casos el gobierno nacional termina siendo más conservador que liberal.
-¿La política también necesita un recambio generacional?
-El recambio generacional no es tirar por la ventana a un dirigente de 60 por dos de 30. Es un cambio de mentalidad, porque en Argentina hay muchos jóvenes dirigentes con mentalidad vieja. Apuesto a ese trasvasamiento generacional. Mi gabinete promedia los 35-40 años de edad y la profesionalización, las ganas y la impronta que le dieron tiene que ver con eso. Tengo dirigentes peronistas, radicales, del PRO, independientes, del sector privado. También tiene que ver con discutir. Hace falta mucho más coraje para debatir con alguien que no piensa como vos que para alzar la voz, putear y nunca llegar a ponerse de acuerdo. En Chubut lo logramos. Ojalá en algún momento se pueda llamar a la unidad nacional. No quiere decir que estemos de acuerdo en todo. La unidad nacional quiere decir que hay algunos puntos que no vamos a discutir más.
Macri no le está disputando nada al presidente de la Nación. Es un error de concepto y alguna desconfianza que genera tensiones y debates inconducentes. Lejos de tomarlo como un enemigo, debería ser una voz de consulta.
-¿Qué pensás del rol que hoy tiene Macri?
Un presidente de Boca, jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires y presidente de la Nación tiene un recorrido, lejos de tomarlo como un enemigo, debería ser ni siquiera un aliado, una voz de consulta, sobre todo cuando no hay competencia. Macri no le está disputando nada al presidente de la Nación. Es un error de concepto y alguna desconfianza que genera tensiones y debates inconducentes. Para mí es valorable querer ayudar a ese trasvasamiento generacional y lo veo sincero. Si no te diría que no le creo a Macri, pero cuando me siento y escucho que quiere sentar las bases de ese cambio generacional para que la Argentina no vuelva a ese esquema pendular que no nos deja salir del pozo, yo le creo. Es un acto de madurez política que hay que aprovechar.
-Se especula con que podrías ser candidato a presidente…
-Creo que todo cura quiere ser Papa en algún momento. Pero la realidad es que lo que se viene en el post mileísmo tiene que ser con resultados tangibles, demostrar lo que uno hizo. Yo agarré una provincia dinamitada financiera e institucionalmente. Queremos mostrar que se pueden hacer las cosas bien, dar vuelta la página y cambiarle la vida a un pueblo. A nivel nacional, el gobierno plantea que la agenda tiene que pasar solo por las relaciones exteriores, la seguridad y la macroeconomía. No creo que por osmosis la macro ordene la vida de los argentinos. A lo que apuntaría, que es lo que falta, es a una agenda de desarrollo que ordene la micro, una revolución de competitividad. Nadie lo está mirando hoy. La próxima gran pelea que tenemos que dar es la de la competitividad, romper con esos cuellos de botella que atentan contra el desarrollo económico.
-¿Cuánto puede durar el mileísmo?
-Es indistinto cuanto dure. Somos un país que por suerte tiene alternancia en el poder. Pueden ser cuatro u ocho años, pero va a llegar. Lo importante es que las transiciones sean sanas y que no haya que discutir más ciertas cosas. El equilibrio fiscal, que Milei grabó a fuego, tiene que seguir grabado a fuego como la base del ordenamiento macroeconómico. Después hay variables que vamos a tener que discutir, no dentro de cuatro u ocho años, sino el año que viene, a más tardar el 2026.
-¿Qué te trae a Asunción?
-Hay dos ideas fuerza. La primera es una relación bilateral. En Chubut tenemos un crecimiento exponencial de la pesca, sobre todo del langostino salvaje, y mucho de ese recurso se está procesando en Paraguay. Lo que queremos es ordenar esa transición para agregarle valor en la provincia y que Paraguay pueda recibir ese recurso y agregarle otra escala más dentro de la cadena de valor. Después hablamos de oportunidades de negocio en materia de energía. La lógica de Paraguay, que es un país unitario, donde el estado nacional se hace cargo de la seguridad, la justicia, la educación, la salud, es muy similar a una provincia de la Argentina, que es un estado federal. Las provincias tenemos las mismas obligaciones y por lo tanto es muy amigable la relación bilateral, sobre todo teniendo en cuenta que hay un mercado potencial de ambos lados y más oportunidades que amenazas.
La lógica de Paraguay, que es un país unitario, donde el estado nacional se hace cargo de la seguridad, la justicia, la educación, la salud, es muy similar a una provincia de la Argentina, que es un estado federal. Por lo tanto es muy amigable la relación bilateral.
-¿En qué sentido?
-Algunos creen que el régimen de alivio fiscal de Paraguay es una amenaza para la industria argentina. Yo creo todo lo contrario. Tengo que aprender de ese esquema e ir hacia una simplificación tributaria con ventanilla única. Es lo que queremos hacer en Chubut, con la autonomía provincial a nivel de la matriz fiscal podemos avanzar muchísimo.
-Chubut es una provincia petrolera y Paraguay es un importador neto de combustibles. Ahí hay una posibilidad de negocio.
-Sí, hay tres interesados. Paraguay tiene un esquema de compra de combustible, no refina. El 100 por cien del combustible se importa. Ahí tenemos unas oportunidades de provisión. Si bien no tenemos refinerías, sí tenemos empresas que están integradas con el upstream en Chubut que refinan en Bahía Blanca y que podrían ser proveedores de la principal empresa de hidrocarburos de Paraguay, Petropar. Hablamos de algunas limitantes respecto al corte de biodiesel, pero me parece que están dadas las condiciones para garantizar el abastecimiento y hacer las compras más eficientes. Si bien ha habido una política acertada por parte del gobierno de Paraguay para bajar los costos, creo que se puede ser todavía más eficiente.
-YPF se está desprendiendo de los pozos convencionales, pero hay un problema por el costo del pasivo ambiental para los compradores potenciales. ¿Cómo impacta esta situación en la provincia?
-En realidad, nosotros encontramos una oportunidad en lo que se veía como un conflicto. Dijimos: «YPF, te querés ir, retrotraemos las áreas y las licita la provincia». Obviamente a YPF no le convenía porque son áreas rentables, si bien es una cuenca madura. La diferencia es que una empresa que tiene 100 para invertir y tiene un pozo no convencional en Vaca Muerta que lo amortiza en seis meses y un pozo convencional en la cuenca del Golfo que lo amortiza en tres años, lógicamente va a hacer más esfuerzo en la inversión que le es más rentable. Por lo tanto, tener la posibilidad de que YPF se desprenda de esas áreas para tener empresas más chicas, pero que se enfoquen en la recuperación terciaria, habiendo logrado por ejemplo la eliminación de aranceles en la importación de polímeros, nos lleva a poder revertir el equilibrio de la cuenca. Chubut va a ser un caso de éxito en la salida de YPF y la posibilidad de tener un régimen de promoción de cuencas maduras.
La única que hoy tuvo éxito con las áreas convencionales que deja YPF fue Chubut con la entrada de Pecom, una empresa seria, con espalda financiera, que tiene claro hacia dónde va.
-¿Pero qué pasa con las otras provincias petroleras?
-La única que hoy tuvo éxito fue Chubut con la entrada de Pecom, una empresa seria, con espalda financiera, que tiene claro hacia dónde va. Santa Cruz y Mendoza están yendo por el mismo camino, pero lo más inteligente es aprovechar que hay un montón de empresas en Argentina que harían un esfuerzo mucho más importante que YPF, que ahora tiene la mirada puesta en otra unidad de negocio.
-Mencionaste el procesamiento del langostino chubutense en Paraguay. En septiembre LPO denunció pedidos de coima a las pesqueras y el Consejo Federal Pesquero tuvo que suspender la licitación de la renovación de la cuota de la merluza hubbsi. ¿Qué va a pasar con las licencias?
-Hasta la milla 12 tenemos facultad nosotros. El gobierno anterior había entregado permisos de manera espuria. Entregó permisos directamente con una comisión inventada con legisladores que no tenía ningún tipo de rédito para la provincia. Nosotros judicializamos el tema y decidimos licitar esos permisos para que Chubut pueda tener una contraprestación. Solamente con eso, la provincia se hizo de más de 7 millones de dólares, con lo cual pudimos equipar el hospital más importante de la región patagónica.
Creo que Nación puede hacer lo mismo, pero tiene que ser ordenado, con conocimiento, y licitar la merluza en igualdad de condiciones, no con distintas varas para amiguismos de empresarios prebendarios históricos. Lo que es una oportunidad también puede ser un escándalo, como decías vos. No se puede relativizar la importancia de la soberanía de las 200 millas argentinas. En su momento, cuando el gobierno empezaba con la ley bases, hicimos mucha fuerza para derogar el capítulo de pesca porque atentaba no solo contra la industria y los intereses de Chubut, Santa Cruz, Río Negro, Mar del Plata, sino que iba a en contra de la soberanía nacional. Por suerte se quitó. Hay algunos rumores que hay intenciones de volver en ese sentido, pero creo que hubo una curva de aprendizaje del gobierno para no cometer los mismos errores.