La expedición científica del Conicet al Agujero Azul, frente al Golfo San Jorge, reavivó el debate sobre la urgente necesidad de resguardar este ecosistema único del Mar Argentino.
Este “jardín” submarino, famoso por su biodiversidad, está amenazado por flotas internacionales que operan sin control efectivo en aguas fuera de la Zona Económica Exclusiva argentina. Según La 17, la zona alberga especies de alto valor comercial como calamares y merluzas, además de servir de refugio para ballenas, pingüinos y elefantes marinos que pueden bucear hasta 1.500 metros de profundidad.
El Agujero Azul combina cañones submarinos y fondos bentónicos que sostienen una enorme riqueza biológica. Sin embargo, su ubicación fuera del alcance legal argentino permite que flotas extranjeras utilicen redes de arrastre sin regulación efectiva, poniendo en riesgo la sustentabilidad del ecosistema.
Organizaciones ambientales advierten que “es un mar de nadie y un mar de todos”, en referencia a las libertades de Alta Mar que rigen en el área. Plantean que el lugar podría incluirse bajo el Tratado Global de los Océanos, aún pendiente de ratificación internacional.
Un vacío legal que facilita la depredación
En 2014, Naciones Unidas reconoció la extensión de la plataforma continental argentina, pero ese avance no cubre las aguas donde operan las flotas pesqueras. Esto genera un vacío legal que impide al país controlar la captura indiscriminada en uno de los ecosistemas más valiosos del Atlántico Sur.
Un proyecto de ley para crear un área protegida de 148.000 km² logró media sanción en el Congreso, pero perdió estado parlamentario. Hoy, más de 30 ONG del Foro para la Conservación del Mar Patagónico reclaman su reactivación urgente.
La expedición que encendió las alarmas
Las transmisiones en vivo de la reciente misión científica mostraron imágenes inéditas del Agujero Azul y su riqueza natural, lo que reavivó el interés público y político. El desafío es detener la depredación antes de que los daños sean irreversibles.
Los expertos coinciden en que proteger el Agujero Azul no solo es clave para la biodiversidad, sino también para el futuro de la pesca y la economía regional.