A las primeras del cambio, la fase del K.O. en el Mundial arrojó una maravilla con el Francia-Argentina, uno de los partidos que el tiempo aguantará en el recuerdo por años. Obra maestra. Sobre todo por la actuación de Mbappe, el futbolista al que le faltaba una pasarela mundial para esto para reivindicar su talento. Seguramente, hasta donde alcanza la memoria, sólo Maradona en el partido contra Inglaterra en 1986 y Pelé en 1958 llegaron a completar una actuación de este tamaño. Quizás Zidane en la final del 98.
Fue una respuesta colosal. En muchas facetas. Fue asombrosa su carrera para forzar el penalti, su movimiento en el primer gol y su definición de depredador del área en el segundo. En ese momento, como si el tiempo se hubiese detenido, Mbappe se convirtió en la versión mejorada de Ronaldo Nazario. Hasta el momento se le había visto grandes maneras en la Liga francesa y una imagen un tanto apocada, con detalles, en la eliminatoria de la Champions del PSG frente al Real Madrid. El estruendo con el que se adentró en el Mundial de Rusia deberá ser recordado para siempre.
Añadan a eso que lo hizo delante de Messi -dos asistencias como si nada-, el jugador que ha dominado la era. Completar una actuación tan mastodóntica delante del futbolista de referencia agranda lo logrado por el jugador francés, un tipo que atléticamente no tiene comparativa en el fútbol actual.
La Francia de Mbappe ya está en cuartos con un futuro interesante. Tanto como su cotización. Este verano se consumará el traspaso al PSG por 180 millones. A ver cómo acaba la investigación de UEFA a los parisinos. Pero lo que está claro es que desde hoy, Mbappe, que tiene 19 años no lo olvidemos, por lo menos vale 221 (Neymar valió 222). O incluso algo más.
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