Las ciudades crecen sobre el territorio a mayor ritmo que el aumento de los datos demográficos y eso impacta de manera directa en la planificación de los conglomerados urbanos, según evalúa un estudio difundido por la Secretaría de Planificación Territorial y Coordinación de la Obra Pública del Ministerio del Interior.
El informe, difundido en los últimos días a través de las redes sociales por Fernando Álvarez de Celis, titular del área, realiza un análisis de expansión urbana en 16 ciudades de Argentina entre 1991 y 2019, pero amplía su base a un total de 58 conglomerados urbanos si se contabilizan aquellos en los que se evaluó el periodo 1991-2010.
En general, el informe da cuenta de las ciudades ampliaron su superficie un 77% de promedio, aunque su población tuvo un incremento que promedia el 35%. Esa relación ha hecho caer abruptamente la densidad población, con una baja del 23% respecto al inicio de la medición.
A nivel general, el indicador sintetiza la tendencia generalizada al fuerte crecimiento de la superficie urbanizada en contraste con un crecimiento medio de la población y, como consecuencia, un marcado aumento en el promedio de superficie urbanizada por habitante, durante los últimos 20 años, en los 58 casos observados. El promedio de consumo de suelo por habitante de la muestra creció un 26% (de 286 a 360 m2/hab).
Como referencia, al realizar un análisis de los datos del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) entre 1991 y 2019 creció 57% en superficie, y su población un 32%, lo que impactó en una caída de la densidad de población de 16%.
Trelew y Rawson
Entre 1991 y 2010 la población del conglomerado Trelew – Rawson (incluido Playa Unión), creció un 31% según datos oficiales, aunque en ese mismo periodo la superficie de territorio ocupado para uso residencial urbano pasó de 1.376 km2 a 3.336, lo que implica en términos porcentuales un incremento del 142%.
El consumo de tierras por habitante en la zona de Trelew y Rawson pasó de 140 metros cuadrados por habitante a 258 metros, es decir un 85% más.
La tendencia que con datos o menos extremos se da a lo largo de todo el país, tiene otros dos casos que involucran a la provincia de Chubut.
El estudio tomó como caso el conglomerado conformado por las localidades cordilleranas de El Bolsón (Río Negro) y Lago Puelo (Chubut). Allí, en 1991 la superficie urbana ocupada era de apenas 50 km2, pero se extendió a más 254km2 en 2001 y ya para 2010 era de 322, forzando una variación de la superficie ocupada del 544% en 19 años.
El otro caso de muestra es Sarmiento, con un crecimiento poblacional del 57% para el mismo periodo de tiempo, y una variación creciente de la superficie urbana del 220% según refleja el estudio.
Distribución del tejido urbano
Un análisis paralelo, respecto a las construcciones en el Tejido Urbano en áreas de Expansión Territorial, permite conocer algunos otros datos respecto al tipo residencial establecido en esos lugares.
Así, en el conglomerado Trelew- Rawson, las grandes parcelas residenciales ocupan el 15% de la superficie, mientras que las viviendas sociales alcanzan un 29% y los loteos formales un 21%. El porcentaje mayoritario, con un 34% está conformado por los vacíos urbanos. El porcentaje minoritario, con un 1% corresponde a villas y asentamientos.
En Sarmiento por ejemplo las grandes parcelas residenciales apenas ocupan un 5%, y al igual que en el VIRCh las villas y asentamientos solo alcanzan un 1% del total de las nuevas áreas. El 58% se lo llevan los loteos formales, y los vacíos urbanos suman un 14%.
De acuerdo al estudio “uno de los fenómenos más marcados es el aumento de la demanda de suelo residencial, en la medida que los sectores de ingresos medios y altos han optado en los últimos años por desplazar su residencia principal a las periferias de las ciudades, adoptando tipologías residenciales de baja densidad que no superan los 60 habitantes por hectárea; al mismo tiempo que los procesos de verticalización en las áreas centrales no están acompañados necesariamente de un aumento de densidad residencial sino del incremento de las superficies destinadas a servicios y la construcción de vivienda para resguardo de valor, con altas tasas de vacancia”.
Del análisis de la información producida, se observa un generalizado aumento del consumo de superficie por habitante, sin distinción de escala de ciudad o pertenencia regional de los casos.
Esta tendencia tiene como consecuencia una mayor dificultad de los gobiernos locales para proveer a la población de equipamientos, infraestructuras y servicios urbanos básicos, a lo que se suman los efectos ambientales de la expansión, vinculados al consumo energético, la pérdida de suelo destinado a la producción agrícola, las dificultades en materia de movilidad (ver indicador Accesibilidad al transporte público), etc.
Este patrón de crecimiento con alto consumo de suelo implica la conformación de una ciudad cada vez más fragmentada con, por una parte, grandes extensiones de territorio destinadas a la residencia de los sectores de mayores ingresos y dejando, por otra parte, espacios desvalorizados, ambientalmente críticos y desprovistos de los atributos de la urbanización, para los sectores de menores ingresos.
La evolución de este indicador plantea la necesidad de diseñar políticas públicas e instrumentos de gestión territorial que apunten a contener la expansión urbana indiscriminada, a encontrar formas de densificación que se integren a los tejidos urbanos existentes, y a una redistribución equitativa de los costos y beneficios de la urbanización.