Roger Federer, que estuvo a punto de caer en tercera ronda contra John Millman, pasó de nuevo las de caín ante el número 100 del mundo, Tennys Sandgren, para entrar en las semifinales del Open de Australia «con mucha suerte»como él mismo reconoció tras el partido. Y es que el suizo levantó siete puntos de partido contra el estadounidense, tres en el décimo juego del cuarto set y otras cuatro en el desempate posterior. En la última manga, doblegó a un rival fundido y desmoralizado por las grandes oportunidades que había desperdiciado. Sea como fuere, Federer ganó por 6-3, 2-6, 2-6, 7-6 (8) y 6-3, en tres horas y 31 minutos, y se enfrentará en la penúltima ronda del torneo a Djokovic o Raonic.
«He tenido mucha suerte, porque este tipo de situaciones son muy difíciles de controlar. Pero estoy muy feliz de seguir adelante», dijo el helvético, que sigue vivo en la defensa de sus 20 títulos de Grand Slam ante el acoso de Rafa Nadal, que está a sólo uno de igualar el récord de Federer. Roger vivió un momento tenso y dramático en el tercer parcial, cuando tuvo que pedir asistencia médica por unas molestias en la pierna derecha cuando perdía por 3-0 en ese parcial. No pudo levantarlo, pero su determinación le permitió seguir luchando y salvar esas bolas de partido que no pudo convertir por muy poco Sandgren. El americano, que ya había llegado a cuartos del torneo en 2018 e hizo quizá el partido de su vida (27 saques directos para un total de 73 golpes ganadores), se marchó a los vestuarios cabizbajo, mientras Roger hablaba en la pista con Jim Courier, visiblemente emocionado.
«The Great Escape» (La gran escapada), así definió el extenista metido a entrevistador lo que había hecho Federer, que no logró imponer su juego, pese a que subió 70 veces a la red, ante el festival ofensivo de su rival y los problemas físicos que él arrastró durante gran parte del partido y que quizá le lastren en las semifinales del viernes. No obstante, su grandeza le permitió salir airoso de las situaciones límite que afrontó en la cuarta manga. Tres errores no forzados de Tennys (acumuló 53) le libraron de perder por 6-4 y despedirse. En el desempate, otros tres fallos de su adversario y un winner con el drive, rescataron de la derrota al de Basilea. En el quinto parcial, este resolvió con un quiebre para poner el 4-2 a su favor y mantener la ventaja. Sigue vivo, pero con la lengua fuera. Igual al final no iba de farol cuando dijo que sus expectativas para el torneo eran bajas. Ya lo veremos y quizá contra Djokovic.