Era una mañana agradable en Buenos Aires, sin nubes en el cielo ni viento sacudiendo el horizonte, cuando un avión con personal del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) alzó el vuelo para explorar durante cinco horas las 5.000 hectáreas de superficie de Campo de Mayo.
Situado a pocos kilómetros de la capital, este gigantesco recinto castrense, uno de los más importantes de Argentina, albergó al menos cuatro centros clandestinos de detención durante la última dictadura cívico-militar (1976-1983), unos lugares siniestros desde donde salían los llamados «vuelos de la muerte».
Casi cuatro décadas después de aquella barbarie, todavía no se sabe si hubo enterramientos en las inmediaciones de estos centros, una incógnita que ahora el EAAF pretende despejar mediante el uso de avanzadas tecnologías desde el cielo.
«El mayor desafío es encontrar las fosas. Lamentablemente, como sucede en muchas partes del mundo, los que cometieron estos hechos no dan información, no nos la suministran, entonces ese es el mayor desafío», cuenta a Efe por videoconferencia Luis Fondebrider, director del EAAF.
TECNOLOGÍA DE LÁSERES PARA ANALIZAR EL TERRENO
Ese primer y único vuelo sobre Campo de Mayo se llevó a cabo el pasado 18 de enero y los investigadores realizaron dos pasadas, prestando especial atención a siete puntos de interés en donde coinciden los testimonios de las víctimas con «posibles zonas de entierros».
«En particular, uno de los focos principales está vinculado al centro clandestino principal, que es ‘El Campito’, y también todo el tema del Aeroparque, que está adentro del aeródromo y está en pleno juicio ahora por los vuelos de la muerte», señala a Efe Marcelo Castillo, coordinador de la Unidad de Búsqueda Forense del EAAF.
La tecnología empleada para explorar esos vastos terrenos es LIDAR, un conjunto de láseres de «mucha precisión» que atraviesan todo tipo de construcciones y vegetación para así recrear las «curvas de nivel» de esas 5.000 hectáreas, con todas sus ondulaciones y depresiones.
Este tipo de «técnicas no invasivas», más propias de la ganadería o de la minería que de las ciencias forenses, consiguen esbozar una suerte de mapa tridimensional de qué hay bajo la tierra, sin alterar en modo alguno su superficie.
«La superficie se presenta por estratos, son capas de tierra. Estas capas se pueden ver alteradas por acción geológica o por acción del hombre. Si vemos algún tipo de alteración que no podemos descartar que sea humana, es ahí donde vamos a excavar», asegura Luis Fondebrider.
MESES DE ESTUDIOS POR DELANTE
El EAAF ya se encuentra en pleno análisis de todos los datos recopilados, un trabajo en conjunto con la Universidad Nacional de La Plata que podría demorar tres meses y en el que se emplearán «métodos de geofísica» para determinar posibles zonas de excavación.
Un componente fundamental de esta etapa de investigación consiste en cruzar toda la información del terreno con los testimonios de las víctimas y de los exmilitares que prestaron servicio en Campo de Mayo, una tarea de notable complejidad, puesto que ninguna persona ha visto directamente fosas clandestinas en este predio.
«Campo de Mayo aparentemente no era un lugar donde se enterraban personas, era un lugar donde ingresaban los aviones para subir a las personas y después arrojarlas al mar argentino o al Río de la Plata. No obstante, no podemos descartar que haya enterramientos», sostiene el director del Equipo Argentino de Antropología Forense.
«En general, no tenemos ninguna persona que haya visto un enterramiento (…). Hay testimonios de gente que dicen que vieron, que escucharon, pero no tenemos a nadie que nos diga «es acá» y nos indique un lugar», aclara Fondebrider.
LAS EXPECTATIVAS DE LOS FAMILIARES
Quince años después de arrancar sus trabajos en Campo de Mayo, la intención del EAAF con este proyecto es «dar certeza» a los familiares de los desaparecidos en la dictadura, que según estimaciones de los organismos de derechos humanos ascienden a unas 30.000 personas en total.
«Hace más de 40 años que (los familiares) vienen pidiendo que se investigue Campo de Mayo. El procedimiento siempre fue muy lento, con excavaciones puntuales, y lo que acá vamos a tener es si hubo o no enterramientos en el lugar», asevera Marcelo Castillo.
De hecho, la angustia de asociaciones como Abuelas de Plaza de Mayo fue máxima cuando el anterior Ejecutivo argentino, encabezado por el conservador Mauricio Macri, anunció su propósito de convertir Campo de Mayo en una reserva natural, lo que habría frustrado por completo las tareas de búsqueda e identificación de las víctimas.
Con el cambio de Gobierno a finales del 2019, esos planes se desecharon y el Equipo Argentino de Antropología Forense logró esbozar definitivamente su programa de análisis aéreo, siempre en colaboración con la secretaría de Derechos Humanos, el juzgado de San Martín e incluso con el Ministerio de Defensa, que les permitió sobrevolar un recinto todavía en funcionamiento.
En cualquier caso, desde el EAAF son cautelosos y prefieren no dar esperanzas a los familiares de las víctimas: en todo lo relacionado con los centros clandestinos de detención, las dudas siempre han sido mucho mayores que las certezas.
«Lo que tratamos de hacer nosotros es dar respuesta para que el familiar recupere los cuerpos, pueda dar un entierro digno, tener una sepultura, visitarlo (…). Lo que nos han dicho los familiares en muchos países del mundo es que para ellos es un alivio tener algo de verdad y de paz después de tantos años de oscuridad», reflexiona Fondebrider.
Además del realizado en Campo de Mayo, el Equipo Argentino de Antropología Forense efectuará otros seis vuelos más este año en las provincias de Santa Fe, Córdoba y Tucumán para arrojar un poco de luz sobre uno de los períodos más negros de la historia argentina.
Fuente: El Diario