Se realizó ayer en Puerto Rawson el acto de descubrimiento de la placa que le da el nombre de Gerónimo Melivilo -un antiguo poblador de ese barrio-, recordado y querido por su gran trabajo de inserción social, al playón deportivo existente a muy pocos metros de la rotonda de la Virgen.
El acto fue encabezado por el concejal Dulio Monti, acompañado por su par Ester Luque y el secretario Legislativo Brian Wirz, y ante la presencia de funcionarios y vecinos.
Los hijos y los nietos del vecino homenajeado, como así también su esposa Cristina Pérez y su cuñado Julio Cifuentes completaron un auditorio que escuchó con atención la lectura de la Ordenanza que asigna el nombre de Melivilo para el playón deportivo que otrora fuera el lugar donde bajo la conducción del mencionado vecino los chicos de ese sector jugaban al fútbol diariamente y los fines de semana competían.
Al momento de referirse a Melivilo, el concejal Monti destacó el reconocimiento de los vecinos portuarios hacia el trabajo del «Negro» como popularmente y cariñosamente se lo llamaba. El concejal incluso trajo a colación vivencias de su propia infancia, recordando haber jugado en esa canchita de tierra en el fútbol infantil teniendo presente la imagen del vecino que ahora le da nombre al lugar.
Cerrando la lista de oradores, su hija Raquel asumió la representación de sus hermanos y madre agradeciendo el acto de reconocimiento hacia su padre y expresó la gran emoción que los embargaba.
Más tarde y luego del descubrimiento de la placa, como de las fotos de recuerdo, casi entre sollozos su esposa y su cuñado también manifestaron su profundo agradecimiento por el acto de homenaje. También reclamaron que la sociedad acompañe cuidando ese espacio para que lo puedan disfrutar los chicos del barrio.
«La verdad que fue muy emotivo y lindo poder ver a los chicos y los nietos que formaron esta familia», dijo Cifuentes, quien agradeció el respaldo dado por el concejal Monti y sus secretarias para que se concrete el reconocimiento.
Recordó su infancia, jugando junto a los hijos de Melivilo y los chicos del barrio jugando.
«Eramos pocas familias y esto era la diversión de todos nosotros», recalcó.
«Cocinábamos tortas fritas, pan, siempre les dábamos algo a los chicos», recordó su esposa Cristina quien mencionó que hace 50 años reside en ese lugar. «El Negro era de un corazón enorme», concluyó Cifuentes.