Los frutos secos ocupan un lugar destacado dentro de una alimentación saludable, pero no todos ofrecen los mismos beneficios nutricionales.
Entre los más consumidos se encuentran las nueces y los pistachos, dos opciones ricas en proteínas, grasas saludables y micronutrientes esenciales. Sin embargo, sus aportes difieren en cantidad y tipo de nutrientes, lo que despierta una pregunta frecuente: ¿cuál conviene elegir según las necesidades del organismo?
Proteínas y fibra: el punto fuerte de los pistachos
Los pistachos se posicionan como una de las mejores fuentes vegetales de proteína. Aportan una mayor cantidad por porción en comparación con otros frutos secos y contienen todos los aminoácidos esenciales, una característica poco habitual en alimentos de origen vegetal. Información extraída del Canal26.
Además, se destacan por su aporte de fibra, con cerca de tres gramos por porción, lo que favorece la saciedad, mejora el tránsito intestinal y contribuye al control de la glucosa en sangre. Estas propiedades los convierten en una opción interesante para quienes buscan controlar el apetito o incorporar proteínas de calidad en dietas vegetarianas.
Omega-3 y salud cardiovascular: el diferencial de las nueces
Las nueces, en cambio, sobresalen por su alto contenido de grasas saludables, especialmente omega-3 en forma de ácido alfa-linolénico (ALA). Este tipo de grasa está asociado a la reducción de la inflamación y al cuidado del sistema cardiovascular, lo que posiciona a las nueces como el fruto seco con mayor aporte de omega-3.
Si bien contienen menos fibra que los pistachos, su perfil de grasas poliinsaturadas contribuye a reducir el colesterol LDL y a proteger la salud del corazón, además de brindar beneficios para la función cerebral.
Vitaminas, minerales y antioxidantes compartidos
Tanto nueces como pistachos aportan vitaminas y minerales esenciales como magnesio, potasio, fósforo, vitamina E y vitaminas del grupo B. A su vez, contienen antioxidantes naturales que colaboran en la protección celular y en la prevención de enfermedades crónicas.
Entre los beneficios comunes se destacan la mejora de la salud cardiovascular, el apoyo a la función cerebral, el control de la glucosa y una mayor sensación de saciedad cuando se consumen en cantidades adecuadas.
Cómo incorporarlos a las comidas
Ambos frutos secos pueden sumarse fácilmente a la alimentación diaria. Son ideales para ensaladas, yogures, cereales, pastas, salteados o como colación entre comidas. Especialistas coinciden en que, pese a sus beneficios, deben consumirse con moderación debido a su alto contenido calórico y siempre dentro de una dieta equilibrada.




