La ciudad redobla su batalla contra los símbolos del narcotráfico. Abrirá en el lugar ocupado por el edificio Mónaco un parque dedicado a las víctimas.
Medellín lleva años tratando de sacudirse el estigma de símbolo mundial del narcotráfico. Más de dos décadas después de la muerte de Pablo Escobar, la segunda ciudad de Colombia se ha convertido en un modelo de reinvención y desarrollo urbano gracias también a un sistema de transporte aplaudido en toda América Latina. Pero muchos vestigios del pasado siguen ahí. Entre el aeropuerto y el Museo de Arte Moderno, donde se celebra este miércoles el congreso de la Agencia de Cooperación e Inversión (ACI) del municipio, el taxista enumera los que considera los atractivos locales. Entre ellos, la casa museo del capo del cartel de Medellín, convertida en destino de un esperpéntico narcoturismo. Las autoridades locales pretenden acabar del todo con esa imagen.
El alcalde de la ciudad, Federico Gutiérrez Zuluaga, ha anunciado su intención de «derrumbar un símbolo de la violencia», el antiguo cuartel general de Escobar. Se trata del edificio Mónaco, que perteneció al narcotraficante y que tras su expropiación fue entregado a la policía. «Así como en el pasado, en ese pasado oscuro de toda nuestra ciudad se convirtió en un símbolo de ilegalidad, ahora Medellin es un símbolo de legalidad, y por eso somos una ciudad resiliente», ha afirmado tras su intervención inaugural de la jornada. «Cambiar y derrumbar esos símbolos del terror, del narcotráfico es importante para cualquier sociedad. Si uno no cuenta la historia, la cuentan por uno», ha proseguido en declaraciones a los periodistas.
«Nosotros nunca vamos a negar nuestra historia, la vamos a contar cómo es, del lado de las víctimas, y siempre con solidaridad, y recordar esa historia para que nunca vuelva a ocurrir», ha manifestado. Por eso, ha agregado, tomó la decisión de derrumbar «eso que se había convertido en símbolo del terror del narcotráfico». Esa demolición, en su opinión, también busca convertirse en una acción simbólica, porque supone «derrumbar los antivalores, derrumbar esa cultura ilegal, mafiosa».
«En ese espacio donde hoy está ese edificio va a haber un parque en honor de miles de víctimas, de civiles, de policías, de militares, de jueces, de muchas personas que murieron en la época de la violencia», ha agregado. En definitiva, quiere transformar esa huella arquitectónica «en un símbolo que representa ese renacer de Medellín». El Ayuntamiento ha dispuesto también que en el museo Casa de la Memoria «exista una sala especial para recordar lo que ocurrió realmente». «Que nunca se nos olvide, pero contarlo desde el lado respetuoso de las víctimas», ha zanjado.
El edificio Mónaco, situado en el sector El Poblado, pasó a ser controlado por las fuerzas de seguridad. «En algún momento habían pensado que allá existiera y que se trasladara a la policía para allá y que fuera la central de inteligencia. Yo dije que no, yo no dejo que eso vaya a pasar. La decisión mía es pedirle a la policía que nos entregue el bien para nosotros hacer todo este proceso de demolición, de construcción del parque», ha resaltado el regidor, quien ha asegurado que «en eso está muy de acuerdo el director de la policía, el general [Jorge Hernando] Nieto». «Ya le envié la carta, estamos trabajando. Lo que siguen son temas legales que estamos resolviendo, pero lo importante es que la ciudad quiera que eso pase, y estoy seguro de que se convierte en un símbolo ante el mundo», ha concluido el alcalde.