Restos petrificados de miles de coníferas y palmeras que tuvieron hasta cien metros de altura hace 70 millones de años conforman el mayor bosque petrificado del mundo, en la estepa del sur de Chubut, en jurisdicción de Sarmiento, una de las ciudades más antiguas de la Patagonia.
Toda esa zona fue fondo marino, luego una selva con lagos y pantanos en un clima subtropical y, tras surgir la cordillera de los Andes, un desierto árido que acabó con esa frondosa vegetación, de la que sólo queda la madera convertida en piedra.
En la soledad del desierto, a unos 150 kilómetros hacia el oeste de Comodoro Rivadavia, la ruta provincial 26 hace una curva cerrada tras la cual surge el verde valle del río Senguer, regado por canales de este curso de agua, donde dos grandes lagos -Colhué Huapi y Musters- flanquean Colonia Sarmiento, fundada en 1897.
Si la meta es el Bosque Petrificado José Ormaechea, se debe seguir unos 100 metros del acceso a la ciudad, girar a la izquierda -hacia el sur- y rodar otros 30 kilómetros por un camino de ripio.
Al alejarse del valle, el verde desaparece y el terreno se torna rocoso, con tonos grises y amarillentos y una escasa vegetación de arbustos retorcidos y matas bajas, espinosas y polvorientas.
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