En esta provincia hay una seguridad para unos pocos y otra distinta para los muchos.
Cualquier transeúnte que se le ocurra quedarse inmóvil observando un minuto la vivienda del procurador general Jorge Miquelarena sobre la calle Galina de la ciudad de Trelew, tendrá que soportar cómo dos gorilones de 2 metros de altura se le acercan para identificarlo y consultarle toscamente qué está haciendo allí.
Eso ya le pasó a dos personas que se han acercado con curiosidad a las rejas del inmueble para tratar de leer lo que dice en la brillante plaqueta de bronce que ostenta el procurador en la fachada de su domicilio.
Esos extraños individuos de gran porte, rostro inexpresivo, quijada prominente y algunos con “orejas de coliflor” (secuelas de los entrenamientos de lucha), son los efectivos del Grupo Especial de Operaciones Policiales (GEOP), que cuidan como granaderos la vivienda del procurador por las noches, ocultos en camionetas civiles.
La unidad especial es conocida por su destacado trabajo asesinando perros con sub-fusil, destruyendo casas de familias y traumatizando menores de edad con precintos y caños de escopeta en sus cabezas, ¡ah! y también por servir de “custodia VIP” para legisladores pro-mineros.
Por supuesto que a Miquelarena nunca le van a robar fortunas de dinero, el tipo se puede dar el lujo de dejar la puerta de su casa abierta de par en par mientras se ducha antes de ir a acostarse.
A Miquelarena no le basta con amasar todos los meses copiosas fortunas dinerarias provenientes de las arcas del estado como retribución por calentar la silla de su despacho, también utiliza empleados del estado para su seguridad personal.
Estaría genial que con el inmenso acervo patrimonial con el que cuenta, se pague un servicio de seguridad privado y no utilice unidades especiales de la Policía para su uso particular.
Se imaginarán que si todos los funcionarios hicieran lo mismo que Miquelarena, no habría suficiente personal para cubrir la seguridad de la provincia.
Una realidad distinta al procurador fue la que le tocó vivir a una pareja de abuelos empresarios, que viven a una cuadra de la casa del funcionario, en Galina y Urquiza al 1400.
Las víctimas fueron sorprendidas cerca de las 22 del pasado domingo, por un violento grupo comando compuesto por cinco delincuentes, todos encapuchados y armados.
Los asaltantes maniataron a los abuelos con precintos y cables telefónicos y los golpearon fuertemente para someterlos.
El hombre contó a los policías que los delincuentes entraron a la casa reclamando “los dólares”, y casualmente la víctima había atesorado recientemente en su domicilio una suma que superaba los 15 mil dólares, por lo que se especula que les habrían hecho tareas de inteligencia durante muchos días.
Además de dólares le robaron una importante suma de dinero en euros, su camioneta (la que apareció hace unas horas en el acceso norte a la ciudad) y una gran cantidad de dinero en peso argentino destinada a pagar los salarios de los empleados de su empresa. Se cree que los ladrones le habrían robado en total más de 1 millón de pesos.
Cómo si fuera poco, nos llegó el dato de que la policía estaría tratando de ocultar estos hechos a los medios. La versión que dieron a conocer las autoridades policiales consistió en que la banda estaba integrada por “3 individuos” y resulta que los malvivientes eran 5. Dijeron que sólo se habían llevado dólares y de pronto nos enteramos con que la suma es sideralmente mayor a la comunicada. Y como frutilla del postre, nos llegó la información de que un alto mando policial con severos problemas de alcohol y poca vida en la función pública sería el que estaría llevando a cabo estas operaciones de ocultamiento.
Sin más que decir, se puede ver a simple vista dos realidades, la del procurador general Jorge Miquelarena y la de los ciudadanos chubutenses.
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