Existe una idea instalada que ubica a los huemules en los bosques de Patagonia. Pensando en alguna fotografía, seguramente vendrá la imagen que algún afortunado logró obtener de un ejemplar entre la vegetación. Ahí están, mansos, misteriosos, centinelas del viento. Hablamos del ciervo más amenazado de todo el continente. Pero ¿y si realmente el bosque no fuera su único lugar?
Estado y organizaciones ambientalistas trabajan contra reloj para preservar a este verdadero emblema patagónico. Investigaciones que se vienen realizando hace casi una década y una nueva experiencia de manejo activo traen esperanza para su conservación.
Con aproximadamente 1500 individuos remanentes -entre Chile y Argentina-, menos de 400 ejemplares adultos se encuentran en nuestro país. En 2015 fue categorizado en la ‘Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza’ (IUCN por sus siglas en inglés) como En Peligro de Extinción.
La patagónica es la región con más áreas protegidas, especialmente la zona de cordillerana. Sin embargo, la población del huemul no aumenta. “Mueren más ejemplares de los que nacen, y eso nos está llevando a una escalada dramática”, dice Miguel Escobar Ruiz, presidente de Fundación Shoonem (huemul en lengua aonikenk), de la provincia de Chubut.
Esta ONG comenzó a trabajar en 2014 en Alto Río Senguer, ubicado al sudoeste del Chubut. Su objetivo es colaborar con el Estado en la preservación y conservación de la naturaleza en la cuenca hídrica del río Senguer, mediante el fomento de proyectos de manejo e investigación científica, aplicada al entorno natural.
Afortunadamente, la provincia del Chubut tuvo una visión “progresista”, afirma Escobar Ruiz. “Logramos la autorización para empezar a construir – hace dos años- un sitio de recría”. La zona de recría cuenta además con instalaciones como para atender urgencias y laboratorio. El aporte financiero de la Erlenmeyer de Suiza fue vital para lograr la instalación del galpón. Actualmente, se encuentran en vistas de conseguir “sponsoreo de algún laboratorio que se interese por el desarrollo de ciencia alrededor de esto”.
“Hay que crear situaciones controladas donde el animal esté tranquilo. Nosotros tenemos reclutadas tres hembras y dos machos en distintas condiciones de salud y a partir de allí creemos que tendremos un plantel inicial importante como para empezar a desandar los agujeros negros de conocimiento en huemul”
Miguel explica que sus trabajos con el huemul fueron gestionados basándose en las acciones que inició la Fundación Huilo Huilo, en la Región de Los Ríos, en Chile. “Ellos tienen una experiencia exitosa de recría de animal, que empíricamente dejó atrás un camino de esperar a ver qué pasa con el huemul”.
Para las últimas acciones desarrolladas, contaron con la asistencia de la Fundación Temaiken, “que tienen mucha experiencia en rescate animal. Pedimos ayuda y nos mandaron un equipazo, con cinco veterinarios excelentes en lo suyo”.
Patologías que encendieron las alarmas
En 2017, Chubut fue la primera provincia en colocar un radio collar en un huemul macho, y la Fundación Shoonem logró hacerlo en seis ejemplares, de los que hoy solo queda viva una hembra, el resto han muerto. “Cuando comenzamos a trabajar en las rutinas de colocación de los radios, empezamos a notar ciertas patologías, especialmente una que nos llamó mucho la atención: el faltante de piezas dentales”.
Los huemules tienen ocho dientes en la parte frontal (los ramoneadores, con los que cortan el alimento que luego rumian) que deberían durarles 20 años promedio. “Nos encontramos con el faltante de piezas dentales en ejemplares jóvenes. Uno de ellos no llegaba a los 7 años. Es el momento en el que el animal puede ser más fértil”.
Estos hallazgos fueron derivando en líneas de investigación que permitieron hacer un diagnóstico: “Hay mucha mitología de que lo cazan, o de que el puma -el eterno malo de todas estas cosas- se lo come demasiado, pero son escasas las pruebas de que estos sean verdaderamente los factores de extinción. Para nosotros, la tragedia del animal está relacionada con la pérdida de la memoria migratoria”. Estas conclusiones fueron auditadas por pares y publicadas en revistas de ciencia.
Miguel explica que “a medida que hemos ido poblando la Patagonia, especialmente con nuestra rutina de campo, de manejo de perros y de ganado, hemos ocupado su territorio gradualmente y eso lo fue empujando hacia lugares que históricamente lo usaba solo como veranada”. Antes, bajaba a la precordillera y a la estepa para alimentarse donde incorporaba los nutrientes que el bosque no tiene. Al no migrar, hay muchos de esos nutrientes que no tienen forma de obtener.
Pero, ¿por qué trabajar en encierres? “Porque aislamos las condiciones que nos puedan sacar un ejemplar del juego. Además, si están frágiles en selenio, magnesio o lo que sea, podemos preparar suplementos y trabajar de esa forma para lograr planteles viables y de esta forma volver a colocar al huemul en lugares donde tenga ventajas de hábitat para poder empezar a recriar”, explica Miguel
“Estamos en una alerta de extinción y lo estamos viendo al huemul casi por última vez. Ya intervenimos bastante en su vida. Ahora lo hacemos por una cuestión de salvataje clínico”.
Lo próximo será la reintroducción del huemul, un sueño en el que ya están trabajando arduamente. “Es otra frontera a la cual llegar: generar planteles viables, ver en el camino qué va sucediendo. Hacer que interactúen ciencia, profesionales y técnicos”.