Al vehiculo lo habían sustraído en febrero de un domicilio en playa Unión y en julio la madre del dueño se enteró que la tenían secuestrada en la subcomisaría del barrio INTA de Trelew. Fue a verificar, le habían hecho algunas modificaciones pero por el número de chasis y del motor constató que, efectivamente, era la moto de su hijo.
Hizo los trámites para ir a retirarla, presentó la documentación que acreditaba la propiedad del rodado, esperó la autorización de la fiscalía y tras cumplir con todos esos requisitos, cuando estaba por ir a buscarla; se comunicó con ella una empleada de la dependencia diciéndole que tenía una mala noticia: que la moto no estaba. Que la habían robado del patio de la subcomisaría.
La mujer denunció el caso en la fiscalía y en la declaración que le tomaron, además de dar detalles sobre la motocicleta; una Yamaha IBR, de 125 centímetros cúbicos, patente A005QUC, destacó sobre el final, cuando le preguntaron si quería agregar algo más, que hasta ahora no le han dado ninguna respuesta de cómo habían secuestrado la moto y sobre qué fue lo que pasó posteriormente, es decir, cómo desapareció de la subcomisaría.
El descontrol que hay en la policía de Chubut es realmente preocupante. Hay una anarquía pocas veces vista en la fuerza, que se profundizó en la gestión del ministro de Seguridad Miguel Castro. Y en este contexto ha habido varios de estos casos, y más graves también. Se han llevado vehículos secuestrados por la Justicia de puestos policiales y los han desguazado. Han desaparecido patrulleros que no se sabe dónde están y hasta encontraron “la carcasa” de uno que fue desmantelado tirada en un descampado camino a Punta Tombo, a pocos kilómetros de Trelew.
Castro, antes de irse (le quedan unos pocos meses) debería dar explicaciones de todos estos hechos que son muy graves y que lo rozan a él y a su ladero Rubén Becerra, el subsecretario de Seguridad por ser los máximos responsables de la policía.