“No pudimos tenerlo en la Argentina, pero de cualquier manera estuvo absolutamente siempre presente”, dijo a su turno la senadora de Unión por la Patria, Alicia Kirchner, para luego pedir que “su ejemplo siga perdurando; que en cada acción de nuestra vida miremos a los otros, a nuestra sociedad, combatiendo la desigualdad”.
“Francisco amaba a la Argentina. No pudo venir siendo Papa. Yo temo que temía ser motivo de discordia”, dijo, a su turno, la senadora del Frente PRO, Carmen Álvarez Rivero, en una sesión que se caracterizó por su sobriedad. Además, la cordobesa recordó: «A los jóvenes, nos dejó una misión: ‘hagan lío’, dijo. Intentaré hacerle caso”.
A su turno, Ávila destacó que los argentinos «en muchos casos, no entendimos nada». Lo dijo en alusión a los insultos que recibió la vicepresidenta a la salida de la basílica de San José de Flores. Durante la alocución de la tucumana, Villarruel asentía con su cabeza.
«Que la fuerza del cielo lo reciba», dijo hacia el final de su discurso, la oficialista Vilma Bedia, en clara alusión al slogan de campaña de los libertarios.
“El argentino más importante para el resto del mundo en la historia de la Argentina fue Francisco. Sin embargo, aquí el Papa fue preso de la grieta, porque cada uno juzgaba a Francisco en función de los gestos que tenía para el otro lado de la grieta, sin comprender que representa otra cosa, no nuestras minucias terrenales”, afirmó el radical Martín Lousteau.
“Francisco no construyó desde la imposición, sino desde las ideas. Y nos dejó, además, un conjunto de máximas que deberían formar parte de cualquier programa político serio: Que ‘el tiempo es superior al espacio’, que ‘la unidad prevalece sobre el conflicto‘ y que ‘la realidad es más importante que la idea’”, añadió Lousteau.
“Fue revolucionario porque reconectó a la Iglesia con un montón de gente”, remató.
«Una cosa era Bergoglio, otra Francisco. Era la persona designada por el Espíritu Santo para llevar el mensaje», dijo a su turno el jefe de la bancada de Unión por la Patria, José Mayans, quien luego acotó: «Perdimos un papa, pero tenemos un santo».
Al cierre de su discurso, el formoseño remató: «Rezamos por su alma, por su eterno descanso, para que su espíritu ilumine la Argentina, para que la Argentina encuentre la justicia social».
Culminados los discursos, los senadores votaron, de manera unánime, un texto unificado en el que expresaron las condolencias por el fallecimiento del papa Francisco. Aquí radicó otra diferencia con la Cámara de Diputados en la que, por falta de acuerdo, no se votó ningún proyecto de declaración.
Hubo aplausos.