Un equipo internacional de investigadores publicó en Nature Human Behaviour un trabajo que detalla cómo el cerebro humano logra crear memorias de seguridad que inhiben las respuestas de miedo aprendidas. El hallazgo, resultado de registros intracraneales en 49 pacientes con epilepsia, abre nuevas perspectivas en el tratamiento de la ansiedad y otros trastornos relacionados.
La investigación, realizada en hospitales de París y Guangzhou con participación de científicos de España, Alemania, Francia y China, empleó electroencefalografía intracraneal (iEEG) para acceder con precisión a la actividad de la amígdala, el hipocampo y la corteza prefrontal. A diferencia de métodos no invasivos, esta técnica permitió observar de cerca cómo estas regiones trabajan de manera conjunta.
El cerebro logra superar los recuerdos de miedo
De acuerdo con LU17. El estudio demostró que la extinción del miedo no elimina la memoria original, sino que crea una nueva huella inhibitoria dependiente del contexto en que se aprende. Es decir, el recuerdo de la amenaza persiste, pero aparece otra memoria que señala seguridad y que puede imponerse en determinadas circunstancias.
Durante los ensayos, los pacientes asociaron imágenes con estímulos negativos, como un grito acompañado de un gesto facial. Posteriormente, al cambiar las asociaciones, se observó la capacidad de ajustar respuestas y expectativas, aunque sin borrar por completo la reacción de miedo. Este fenómeno evidenció la coexistencia de memorias de amenaza y de seguridad.
A nivel neuronal, los investigadores registraron un aumento de oscilaciones theta en la amígdala durante la extinción, señal vinculada a la percepción de seguridad en contextos específicos. La consolidación de esta señal mostró cómo el cerebro establece memorias robustas capaces de modular las respuestas emocionales.
El cerebro y sus respuestas a los estímulos
La coordinación entre amígdala, hipocampo y corteza prefrontal lateral fue determinante. Cuando los estímulos se presentaban en el mismo contexto en que se había aprendido la extinción, la sincronización entre estas áreas aumentaba. Sin embargo, al cambiar de entorno, la memoria de miedo tendía a reinstalarse, revelando el peso del contexto en la adaptación conductual.
Los especialistas destacaron que la especificidad contextual es decisiva para entender fenómenos clínicos como la renovación del miedo. Si la memoria de extinción se limita demasiado al contexto original, el miedo reaparece al modificar el entorno. En cambio, cuando la huella de seguridad logra generalizarse, se reducen las probabilidades de recaída.
Según los autores, estos descubrimientos ofrecen bases concretas para mejorar las terapias contra la ansiedad. “La especificidad contextual durante el aprendizaje de extinción predice la reaparición de la memoria de miedo, mientras que la consolidación de la memoria de extinción anticipa respuestas de seguridad”, precisaron.
El avance no solo aporta información sobre la dinámica cerebral, sino que también sugiere caminos para optimizar tratamientos clínicos que buscan ayudar a los pacientes a convivir con sus recuerdos sin quedar dominados por ellos.