Un informe del Instituto Nacional de Estadísticas (Istat) proyecta que, de no revertirse las tendencias actuales, Italia perderá millones de habitantes para 2050, con una población más envejecida, concentrada en ciudades y con crecientes desafíos económicos y sociales.
Según La Nación, el país podría pasar de 59 millones de habitantes en 2024 a apenas 54,7 millones en 2050, con un golpe mayor en el sur de la península enfrentándose a una crisis demográfica.
El estudio revela que la natalidad en Italia sigue en niveles históricamente bajos desde hace tres décadas, mientras que la esperanza de vida aumenta y las familias se achican. En un cuarto de siglo, la edad promedio pasará de 46,6 a casi 51 años, y uno de cada tres habitantes tendrá más de 65 años.
El sur será el más afectado, perdiendo 3,4 millones de personas, principalmente jóvenes y familias, lo que acelerará el envejecimiento. Regiones como Basilicata, Molise y Cerdeña podrían ver desaparecer hasta una quinta parte de su población.
Impacto económico y social que han influenciado la crisis demográfica en Italia
La reducción de población en edad laboral plantea un interrogante crítico: ¿quién sostendrá el sistema de pensiones, la salud y la educación? El Banco de Italia advierte que, si no se modifican las tasas de empleo y productividad, el PBI podría caer 9 puntos porcentuales hacia 2050.
Aunque la inmigración podría atenuar el problema, su efecto a largo plazo es incierto. El demógrafo Alessandro Rosina denomina este proceso “dejuvenecimiento”, es decir, la pérdida de peso de las generaciones jóvenes en la sociedad y la política.
Más hogares, pero más soledad
El Istat también prevé un aumento de los hogares unipersonales. La soledad se convertirá en un fenómeno creciente, no solo por elección, sino por factores como rupturas familiares, precariedad laboral y el fallecimiento de cónyuges o familiares.
Rosina advierte que la crisis demográfica no es solo una cuestión de números: “Nos sentimos menos unidos, menos parte activa de un destino común. La única salida es reforzar los vínculos: entre generaciones, entre regiones y entre autóctonos y nuevos llegados”.
Un desafío político y cultural
Para revertir el rumbo, Italia deberá aplicar políticas que incentiven la natalidad, integren a los inmigrantes, eleven la edad de jubilación y fortalezcan el mercado laboral. De lo contrario, el país corre el riesgo de convertirse en una nación más pequeña, más vieja y con menos capacidad para sostener su bienestar social.