Cada vez más personas recurren a la inteligencia artificial para hablar de sus emociones, buscar consejo o aliviar la soledad.
Modelos como ChatGPT ya no solo responden dudas técnicas: también se usan como una suerte de “terapia digital”. Esta tendencia, sin embargo, abre un debate clave en torno a la salud mental. Según Infobae, aún no está claro si la IA puede reemplazar a un profesional o si, por el contrario, expone a riesgos que no siempre son visibles.
Por qué crece la terapia digital
La falta de acceso rápido a psicólogos, los altos costos de la atención y las listas de espera impulsan a muchos a probar con la IA. La inmediatez, la disponibilidad 24/7 y la ausencia de juicios hacen que estos sistemas sean especialmente atractivos para jóvenes.
Algunos especialistas reconocen que los algoritmos pueden funcionar como complemento: ordenar pensamientos, dar ideas de autoayuda o incluso alertar sobre urgencias emocionales. Sin embargo, insisten en que no reemplazan la consulta profesional.
Los límites de la inteligencia artificial
A pesar de su sofisticación, los algoritmos no logran reproducir la experiencia humana. La terapia tradicional implica gestos, silencios, contacto visual y fenómenos emocionales complejos que exceden al lenguaje escrito.
La neurociencia demuestra que la regulación emocional ocurre a través de la interacción humana, algo que ningún sistema puede simular. Además, conceptos como la transferencia o la exposición social en una consulta terapéutica son imposibles de recrear en un entorno digital.
Riesgos de confiar en la IA como terapeuta
Especialistas advierten sobre riesgos concretos de usar inteligencia artificial en un contexto psicoterapéutico:
- Privacidad de datos: no existe una regulación global que garantice la confidencialidad de la información personal compartida con chatbots.
- Sesgos culturales y lingüísticos: muchos modelos fueron entrenados con textos anglosajones, lo que limita su comprensión de otras realidades emocionales.
- Dependencia emocional: el diseño comercial de estos sistemas busca mantener al usuario conectado, lo que puede generar vínculos poco saludables.
- Falsas seguridades en crisis: los modelos actuales pueden no detectar señales de riesgo vital, retrasando la ayuda profesional adecuada.
La terapia con inteligencia artificial puede ser un recurso de apoyo inicial, pero nunca debe reemplazar la atención psicológica. Usada con precaución, puede ser útil; usada como sustituto, representa un riesgo serio para la salud mental.