Al menos seis mujeres denunciaron ante la Justicia que Cristian Aldana las violó cuando todavía eran adolescentes. Ahora, el popular líder del grupo musical llamado “El Otro Yo” está preso en la cárcel de Marcos Paz.
Las evidencias y los testimonios de las víctimas enturbian severamente su futuro. Sin embargo, al ahondar en su pasado, aparecen los datos verdaderamente escalofriantes.
Bajo un falso manto de liberación creativa y producción artística, el cantante ocultaba y camuflaba mensajes siniestros.
En la “obra” de Aldana y su banda hay claros mensajes que fomentan la pederastía, el abuso sexual y la violencia contra la mujer.
Por ejemplo, el disco Mundo (1995), contiene una canción titulada 69. La letra es clara: “Esos gemidos dulces son un lenguaje extraño/ empiezo a escupirte, empiezo a patearte”.
Durante 1999, “El Otro Yo” difundió una canción que -también- lleva un mensaje macabro. La letra, dice: “Cuando no te acuerdes de nada, serás mía/ Y estás bajo mi control/ Solo yo puedo tocarte/ Y puedo ahogarte en el vértigo del sadismo / No me importa morir”.
En cuánto a los escritos que fomentan la pedofilia, aparece la canción Hoy aprendí. A través de esta letra, Aldana le habla a una menor de edad: “No quiero aprovecharme de tu inocencia y pureza/ ¡Mirame bien! Yo soy solo un niño mas”.
Las referencias a las mujeres menores vuelven en la canción titulada Crazy, del disco Fuera del tiempo (2007): “Dame tu boca pendeja/ dame tu lengua de nena”.
El disco Traka-Traka (1994) expone una canción titulada Vaselina: “Hoy conocí a una niña/más que una niña, una mujer/ Ella me ama, ella me ama”.
A su vez, la violencia de género aparece constantemente. Por ejemplo, en la canción Hombre de mierda, difundida en 1995, Aldana evita los eufemismos: “Todas las mujeres son unas putas/ y los hombres son todos maricones”.
En 1995, también en el disco Mundo, Aldana fomentaba los crímenes de mujeres: “Voy a enloquecer/ Una locura podría matarla/ Porque si no es mía, no es de nadie”.
Hay una producción audiovisual -videoclip de No me importa morir- en la que aparece un grupo de adolescentes, que llega corriendo a una lujosa casa.
Tienen mochilas y ropa deportiva, como si volvieran de la escuela, y se divierten en una pileta con juguetes inflables para niños. Durante varios pasajes, las cámaras enfocan directamente los órganos sexuales de las mujeres.