«Tengo 40 grados de fiebre, estoy casi a desmayo. No he comido desde ayer y, si es así, me voy a joder». El trabajador petrolero Javier Gutiérrez murió pocos días después de grabar un audio que recorrió las redes sociales para constatar que e l virus ya amenaza a Venezuela . Un relato desgarrador de su paso por varios hospitales sin que le atendieran: en uno le dijeron que sí sufría coronavirus, pero en otro le aseguraron que solo era neumonía.
Y todo ello en Maracaibo , la ciudad maldita. La capital petrolera asediada por las distintas plagas revolucionarias, gran paradigma del chavismo, es la primera gran afectada por el covid-19 , Como si estuviera predestinada para ello. Con los hospitales colapsados, con seis médicos muertos, con trabajadores petroleros infectados y con el mercado de Las Pulgas, donde se venden alimentos a cielo abierto bajo un calor sofocante y en medio de basura descompuesta, convertido en el mayor centro de contagio del país.
Los primeros estragos golpean a una población temerosa de ir a los hospitales públicos, y sin dinero para costear una clínica privada. La segunda ciudad de Venezuela enfrenta el peor brote de coronavirus en las peores condiciones posibles : con constantes apagones eléctricos, que van de la mano de la severa escasez de agua y gasolina.
Según el gobierno ya son casi mil los contagiados en el Zulia, pero la desconfianza es absoluta hacia las estadísticas revolucionarias, que actualmente reportan 5130 contagiados y 42 muertos nacionales. Cifras refutadas por los expertos que trabajan junto al Parlamento democrático, que elevan al menos a 72 los fallecidos no reportados para un total de 114. Entre los muertos no incluidos por el gobierno están 29 víctimas en Maracaibo, entre ellas Javier Gutiérrez.
En total 500 pruebas desaparecieron en el camino a Caracas, según la denuncia efectuada por el diputado José Manuel Olivares. Las alarmas prendidas en la que fue la región más rica del país son también una advertencia para el resto de la nación, pese a las constantes arengas victoriosas de las autoridades bolivarianas. Pánico a que la pandemia golpee a un país tan debilitado como lo hace un tornado sobre una cabaña de madera, el mismo pánico que se sintió el primer día ante una amenaza de tal tamaño en el país sin defensas.
Hasta ahora, más de 50 médicos del estado fronterizo del Zulia se han infectado y seis han fallecido, según el Colegio de Médicos. Otros dos facultativos están en hospitalizados en cuidados intensivos en el Hospital Universitario, el único «centinela» de la zona, como define el gobierno de Nicolás Maduro a los centros especializados contra el coronavirus.
Sin luz y agua
El hospital no se escapa de los constantes apagones, la otra epidemia que desde el año pasado golpea todos los días a sus habitantes, y nunca tiene agua. Los propios pacientes deben llevar el agua para tomar y asearse. A eso hay que sumarle que no hay suficientes equipos de protección para médicos y enfermeros, por lo que los trabajadores de la salud deben reciclar sus desgastadas mascarillas y guantes. Muchos sobreviven con sueldos de $4 dólares al mes, mientras que una mascarilla se vende a un dólar.
Según la última encuesta nacional sobre el impacto del covid-19, de esta misma semana, el 73,4% de los venezolanos sufren cortes en el servicio del agua, muchas veces de mala calidad. Más del 20% no tienen agua desde hace más de una semana.
En los hospitales del país las fallas en el suministro de guantes supera el 75%. Las carencias se extienden a los guantes (fallan el 75% de la ocasiones), los tapabocas (56,25%) y el gel desinfectante (87,50%). Los llamamientos para conseguir estos elementos de bioseguridad y en la demanda de voluntarios para el hospital son constantes en las redes sociales.
«Cuando se dañan y no consiguen reemplazo, simplemente no vuelven al hospital. Hay un déficit enorme de personal, tenemos salas con 40 pacientes atendidos por apenas un médico y dos enfermeras. Muchas veces decenas de pacientes deben compartir un solo baño, que nunca tiene agua. El olor es nauseabundo», confesó a LA NACIÓN una doctora del hospital que pidió no mencionar su nombre por temor a represalias. Ha habido despidos, incluyendo al director anterior del hospital, por denunciar lo que ocurre.
Ya hay casi 400 pacientes con coronavirus en ese hospital, que apenas tiene siete camas de cuidado intensivo para los casos más graves, según tres médicos consultados que hablaron bajo anonimato. El vicepresidente del Parlamento, Juan Pablo Guanipa, certificó que, de las 200 camas del hospital, 183 están ocupadas por pacientes con coronavirus. «El hospital está a punto de colapsar, olvídense de que hay suficientes respiradores», advirtió el diputado.
«Hay una renuncia masiva de enfermeros y médicos en todos los hospitales, porque no tienen insumos para protegerse ni para trabajar. Están en total indefensión. El otro hospital para casos de coronavirus está al Sur del Lago y está en las mismas terribles condiciones. El gobierno apenas reporta una parte de los casos, hay muchos más», aseguró la parlamentaria Nora Bracho.
Uno de los médicos aseguró que debido a las terribles condiciones de los hospitales, muchas personas con síntomas de coronavirus prefieren quedarse en casa sin hacerse la prueba, cuyos resultados pueden tardar hasta un mes porque solo se procesan en el Instituto Nacional de Higiene en Caracas. «Son muchos más los contagiados, y muchos de ellos están muriendo en sus casas», denunció.