Aún no se conocen los fundamentos ni el monto de la pena. El líder mapuche está acusado de encabezar un incendio a una vivienda.
Una huella plantar en el terreno, un par de botas de cuero N° 42 y la ubicación de su celular. También el secuestro y reconocimiento de un revólver marca Bruni, una capucha de género brillante, una campera negra y un bolso de tela rojo marca Benetton fueron las principales evidencias para que la justicia de Chile condenara al fundador de Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), Facundo Jones Huala, por hechos ocurridos en 2013.
Al margen de esas pruebas indirectas hubo—según los argumentos del veredicto al que accedió Infobae —, otro cúmulo de indicios que, sumados, respaldados por los dichos de testigos y sopesados en conjunto, le permitieron al Tribunal Oral en lo Penal de Valdivia acreditar la participación de Huala como líder del incendio a una vivienda y, 20 días después, como infractor a la ley de armas, a partir del secuestro de una escopeta hechiza hallada arriba de la litera donde él dormía.
Huala pernoctaba solo —describe el fallo al enumerar los hechos acreditados y su vinculación con sendos delitos—, en un galpón contiguo a la casa de la machi Millaray Huichalaf, condenada por el encubrimiento de aquel ataque incendiario que forzó el éxodo de los nueve miembros de la familia Riquelme, también de origen mapuche, de la comuna de Río Bueno, en la región de Los Ríos.
Cuatro años después de profugarse y luego de tres meses de ser extraditado, la justicia trasandina lo halló culpable por unanimidad. Su defensa cuestionó el veredicto «por ausencia de pruebas» y anunció que interpondrá nulidades para apelar el fallo. Esa es la única vía procesal en el sistema judicial del vecino país para recurrir la sentencia, cuyos fundamentos y monto de la pena se conocerán el viernes.
A lo largo de las 17 fojas del veredicto, el tribunal reconstruyó las variadas piezas de un complejo rompecabezas para arribar a la convicción condenatoria. Y, según consignan los jueces, se omitió toda la prueba controversial surgida a partir de la Ley de Inteligencia chilena para preservar garantías y el debido proceso.
Durante las ocho jornadas del juicio, la prueba testimonial, pericial, fotográfica, planimétrica, documental y material exhibidas por la fiscalía fue suficiente —afirma el tribunal— para atribuirle a Huala la autoría del incendio. Seis de las víctimas habían descrito, entre llantos y con el trauma a flor de piel, vestimentas, accesorios y armas utilizadas en el ataque. Las reconocieron inmediatamente después ser de incautadas y nuevamente con sus testimonios desde el estrado. Pero no lograron identificar —aunque nadie se los requirió— a los agresores encapuchados.
Lo que sigue es el contexto en el que se recabó la prueba y una apretada síntesis de la evidencia y de los argumentos que sostuvo el tribunal en su pronunciamiento:
Conducidos por datos de vecinos, a las 6 de la mañana del 30 de enero de 2013, la policía de investigaciones allanó la casa de la machi Huichalf en el barrio El Roble, vecino al lugar del hecho. Huala dormía solo en un galpón contiguo, sobre una litera tipo cucheta. En la parte superior hallaron un bolso rojo con lazo negro marca Benetton, dentro del cual se hallaba una escopeta artesanal cargada y un revólver marca Bruni. Además, sobre el colchón se encontró una campera negra con bolsillos cuadrados y un bolso verde marca Escartes. Todo fue debidamente documentado mediante fotografías en el lugar del allanamiento.
También se incautaron otros elementos, identificados por las víctimas, sometidos a peritajes y evaluados como evidencia en el fallo: un par de botas, una mochila marrón con documentación argentina y un celular con chip, además de un walkie talkie, vinculado a una agresión armada contra Carabineros, hecho sobre el cual no fue imputado Jones Huala.
En su pronunciamiento, el tribunal desestimó de entrada que el reconocimiento por parte de las víctimas de los elementos incautados hubiera sido inducido por la policía como planteó la defensa de Huala. Los tres jueces no vislumbraron «un ánimo espurio en sus declaraciones», señalaron. Consignaron que las víctimas, incluso, reconocieron que identificaron esos elementos por primera vez sin haberlos descrito antes, al momento de la denuncia, cuando todavía estaban en estado shock.
1-Huella en el terreno: la policía halló una huella plantar a 590 metros de la casa incendiada. Fue en dirección norte por el mismo lugar por donde las víctimas habían señalado que huyeron los agresores. Sometida a pericia planimétrica, el dibujo se corresponde con el relieve de la suela de la una de las botas de cuero negro N°42, que Huala las tenía al lado de su cama. Esas botas también fueron identificadas por las víctimas como las que usó el cabecilla de la banda
2-Celular con chip: Al ser detenido, el lonco exigió su teléfono y reconoció como suyo el aparato. Lo hizo sin saber que ese señalamiento podía usarse como evidencia en su contra. El análisis de las celdas determinó que el día del hecho el celular se posicionó dentro del radio de cobertura de la casa incendiada. Fue horas antes de consumado el ataque. Aunque esa celda también abarca a la casa de la machi.
3-Bolso de lona rojo, con lazo negro marca Benetton: La familia Riquelme lo identificó como el usado, cruzado en un hombro, por el «jefe» de los agresores. De allí se extrajo una pita de nylon para amarrar a las víctimas hombres.
4-Campera negra con bolsillos cuadrados: las víctimas también la atribuyeron como la que vestía el cabecilla.
5-Mochila marrón. Colgada cerca de la cocina, allí se encontró un boleto de transporte argentino, junto a yerba mate, billetes y monedas de la divisa pesos argentinos, además de un pape migratorio ilegible. Dentro se hallaba una capucha de género brillante que el total de las víctimas identificó como el usado por el líder del ataque. Los investigadores entonces, y el tribunal después, concluyeron que el dueño era un ciudadano argentino.
6-Bolso verde. Fue identificado por todas las víctimas como el que usó el segundo de los agresores y desde el cual extrajo otra arma.
7-Indicios de ADN sin cotejar. Durante la instrucción tanto Jones Huala como otros imputados se negaron a brindar muestras genéticas. La fiscalía las solicitó debido a que en una de las botas halladas al lado de la cama donde dormía el lonco, se obtuvieron dos perfiles genéticos. Uno era de mujer y otro de varón. El de varón coincide con el detectado en una billetera encontrada dentro de la mochila marrón con documentación argentina, lo que reforzó en el tribunal la sospecha de que esas botas junto a su cama pertenecíad, o al menos fueron usadas, por Jones Huala como identificaron las víctimas.
8-Walkie Talkie. Durante una agresión armada previa al incendio contra dos patrulleros de Carabineros en Río Bueno se encontró en las adyacencias del lugar un Walkie Talkie olvidado. El par que se correspondió con otro hallado en el galpón donde dormía Huala. Eso reforzó la presunción de que Jones Huala, quien no registraba ingresos migratorios en Chile a partir de 2009, cruzaba la frontera para apoyar atentados y extender el conflicto mapuche en Temuco hacia la región de Los Ríos.
«Los indicios referidos —argumenta el tribunal—, dada su multiplicidad y contundencia, son suficientes para estimar que a este acusado le ha correspondido participación en los términos del artículo 15 N°1 del Código Penal en el delito de incendio del artículo 476 N°1 del Código Penal, por estimar que le ha correspondido en ellos una intervención inmediata y directa».
Y agrega: «Lo que ha permitido a estos sentenciadores arribar a las conclusiones antes anotada, no ha sido ninguno de los antecedentes considerados de manera aislada, ya que tal como lo sostiene la Defensa ninguno de ellos se enarbola como prueba directa. Sin embargo, de la sumatoria de los mismos deviene la fuerza persuasiva necesaria para dar la convicción a estos sentenciadores, en los términos expuestos».
Infobae