La globalización implica una mayor comunicación e interconexión entre las economías de todos los países del mundo. Los mercados han pasado de ser locales a mundiales… y lo mismo ha sucedido con las epidemias, que traspasan fronteras con gran rapidez convirtiéndose en pandemias en cuestión de semanas, como ha ocurrido ahora con el coronavirus (Covid-19). Los gobiernos y autoridades sanitarias recurren a todos los medios a su alcance para minimizar la expansión del virus y el número de afectados con métodos tradicionales como la cuarentena de quienes están infectados; siguiendo medidas higiénicas preventivas como lavarse las manos, con medidas drásticas como las que ha adoptado el gobierno chino, paralizando parte del país o utilizando las últimas tecnologías.
En China las autoridades pusieron en cuarentena a casi 60 millones de habitantes de varias ciudades y los controles que se han establecido comprueban dónde ha estado cada persona los últimos 15 días. Para ello utilizan los datos de las torres de telefonía a las que se han conectado sus teléfonos móviles, una información a la que acceden cuando el usuario envía un SMS solicitándola.
El gobierno chino ha pedido colaboración a dos gigantes tecnológico del país en el que se originó el Covid-19: Alibaba Group Holding Ltd. Y Tencent Holdings Ltd. El primero ha lanzado un sistema que utiliza códigos QR de tres colores diferentes, aignados por el Gobierno en función de dónde haya estado una persona y los síntomas que muestre. Quienes tengan un código rojo deben permanecer 14 días en cuarentena; los de código amarillo deben aislarse durante una semana y los que tengan uno verde pueden viajar libremente. Por su parte, Tencent tiene un sistema parecido en WeChat (la aplicación de mensajería más popular en china), que ha preparado en colaboración con el Consejo Nacional de Desarrollo y Reforma de China.
Otra forma en que China está controlando la expansión de la pandemia es una aplicación llamada Yixiaosou, que se descarga dentro de WeChat y que utiliza el GPS del móvil. Ésta determina la ubicación del dispositivo y muestra en un mapa los contagios cercanos, así como el tiempo transcurrido desde que cada persona contrajo el virus.
Aunque los creadores de esas aplicaciones sostienen que no se almacenan datos individuales, surge la duda de qué sucederá con toda esa información y parece bastante difícil que algo así pueda llevarse a cabo en los países occidentales, donde la recolección de datos está mucho más restringida. De momento, las autoridades intentan contener los avances del virus frente a un riesgo de expansión global que la OMS considera actualmente «muy alto». Los datos sobre la situación de la epidemia se pueden consultar en este mapa, creado por el centro Johns Hopkins.
Otro ejemplo de cómo la tecnología puede servir para prevenir y controlar epidemias es el uso de la inteligencia artificial (IA) para detectar cuándo un virus puede desencadenar una infección a escala mundial. Sin ir más lejos, la empresa canadiense BlueDot utiliza IA para monitorizar el principio de una posible epidemia rastreando noticias en múltiples idiomas, avisos oficiales o redes de enfermedades de animales y plantas. El pasado 31 de diciembre, ésta alertó sobre una neumonía que había afectado a 27 personas. relacionadas con un mercado de animales vivos de Wuhan, estableciendo que gurdaba similitudes con la epidemia del SARS en 2003. BlueDot también fue capaz de prever, utilizando los datos del tráfico aéreo, que el virus inicialmente se propagaría a Bangkok, Seúl, Taipei y Tokio. Su ordenador fue el primero en detectar la posibilidad del inicio del brote antes de que el 7 de enero la OMS confirmase que se había identificado un coronavirus nuevo: el conocido como Covid-19.
BlueDot no ha sido la primera empresa en investigar los brotes epidémicos; Google abrió en 2008 el programa Flu Trends (GFT) basándose en que, cuando alguien contrae la gripe, busca información relacionada con la enfermedad. Así, un aumento en el número de búsquedas se antoja significativo. Con todo, GFT falló en varias ocasiones, entre ellas cuando no logró captar los primeros indicios de la epidemia del virus N1H1, lo que llevó a la cancelación del programa.
En un futuro cercano la tecnología puede contribuir de forma más generalizada a detectar situaciones de contagio global. Hace pocos meses Google compró Fitbit, una empresa que fabrica wearables relacionados con la salud. Un equipo de investigadores del centro de investigación médica ‘Scripps Research Translational Institute’ (California, EE.UU.) sugiere que los dispositivos de Fitbit pueden servir para detectar brotes de una infección en tiempo real. Las pulseras y relojes inteligentes están equipados con tecnología de seguimiento del sueño y control de la frecuencia cardíaca lo que, para los investigadores californianos, puede mejorar la predicción de enfermedades como la gripe al comparar los datos que proporcionen esos dispositivos con los de las autoridades sanitarias (al sufrir una infección cambia la frecuencia cardíaca en reposo de una persona y sus patrones de sueño).
En el estudio se agregaron las variables de Fitbit registradas en esos dos apartados a un modelo que incluía los datos del ‘Center for Disease Control’ estadounidense, mejorándose las predicciones en tiempo real.