El derrumbe del precio de las acciones en la bolsa es muy fuerte. En el mundo se registra un clima de fuerte incertidumbre y el 90 por ciento de las firmas argentinas que operan en el mercado de Nueva York pierden capitalización bursátil en 2020.
La empresa que lidera la lista es YPF con un retroceso de 33 por ciento. La acción cerró el viernes a 7,30 dólares por papel. Es el valor más bajo de su historia. En la crisis de 2001 la compañía llegó a ofrecerse a 9 dólares y en el proceso de recuperación estatal en 2012 a 10. La petrolera había marcado un pico de cotización en 68 dólares por acción a finales de 2005.
La caída del precio internacional del petróleo en las últimas semanas es uno de los motivos que permite explicar esa floja performance. La brasileña Petrobras también perdió capitalización bursátil este año pero se mantiene lejos de sus mínimos. Esto implica que la situación de la petrolera argentina no puede vincularse únicamente a la baja en el valor del crudo. Los balances entregados a la bolsa el jueves pasado lo dejan claro: la firma registró una pérdida de 33 mil millones de pesos en 2019, equivalente a 500 millones de dólares.
El informe que envió la petrolera a la Comisión Nacional de Valores tiene datos precisos para poder entender el deterioro productivo de la empresa en los últimos años. Las estadísticas de este informe no son sólo financieras sino que tiene un resumen de las variables físicas (o sea datos de la operación medidos en cantidades). En la página 34 del documento aparece uno de cuadros más relevantes con el título de Principales Magnitudes.
El cuadro muestra la situación de estancamiento en los pozos de petróleo en 2019. Entre los resultados se destaca que la producción de crudo fue 400 mil barriles menos respecto de la de 2018 y que las caídas se replicaron en la producción de gas y gas licuado natural. Los productos refinados para consumo del mercado interno como los despachos de gasoil fueron otro de los reglones en los que se computaron disminuciones de las cantidades ofrecidas. Lo mismo ocurrió con la venta de productos químicos como metanol.
Los indicadores de la empresa en el plano financiero tampoco fueron buenos. El balance consolidado al cierre del año pasado muestra que la deuda de la petrolera en concepto de préstamos se elevó de 270 a 419 mil millones de pesos entre 2018 y 2019. Estas cifras están incluidas dentro del pasivo no corriente de la compañía. A su vez los préstamos computados en el pasivo corriente se elevaron de 64 a 107 mil millones de pesos.
La petrolera en los últimos años no escapó a las lógicas de endeudamiento de la economía y buena parte de sus pasivos se encuentran en moneda extranjera. Las estimaciones del mercado indican que tanto en 2020 como en 2021 deberán desembolsarse más de 1000 millones de dólares por año para cumplir con los vencimientos de deuda con acreedores privados. La cifra resulta elevada para una empresa con capitalización bursátil menor a los 3000 millones de dólares y en la que deben reactivarse proyectos claves como el de la explotación del shale.
La tarea de recuperar el equilibrio tanto productivo como financiero de la empresa para los próximos años no parece sencilla. Pero tiene que ser una de las apuestas estratégicas de la economía para garantizar no sólo el autoabastecimiento en materia de energía sino una nueva fuente de exportaciones y generación de divisas. Esto debe escapar a las lógicas de especulación del mercado con los activos argentinos. Se trata de una de las prioridades de la política económica en la que no puede importar si la acción cuesta 8, 15 o 25 dólares.