En un informe publicado por el podcast Enfoque Internacional de Radio Francia Internacional, el debate sobre la inteligencia artificial generativa (IAG) se instaló con fuerza en escuelas de arte visual de París.
Estudiantes y docentes de instituciones como Gobelins, LISAA y ECV discuten su uso en la formación profesional y sus efectos en el trabajo creativo. “Con IA o sin IA, lo importante es la motivación y la sensibilidad que cada artista pone en sus proyectos”, afirmó Axel, alumno de fotografía, según publicó LA17.
ChatGPT, Midjourney y Firefly son nombres que ya forman parte del lenguaje habitual en las aulas. Su capacidad para producir textos e imágenes en segundos despierta admiración y alarma por igual. Para muchos, su avance representa una amenaza directa a los oficios ligados al arte.
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“Es regurgitar un montón de imágenes hechas por artistas a los que no han pedido su consentimiento. No tiene sentido”, expresó Lianne, estudiante de cine de animación en Gobelins. Junto a su compañera Laura, criticó el uso masivo de imágenes sin autorización en los algoritmos de IA. La falta de regulación y los vacíos sobre propiedad intelectual generan un fuerte rechazo.
“Una compañera hizo un logo con ChatGPT y pensó que así ya podía ser grafista”, contó Axelle, estudiante de diseño en LISAA. Ese comentario sintetiza una sensación compartida por quienes invierten años en formarse profesionalmente. El informe del Foro Económico Mundial refuerza ese temor: estima que el diseño gráfico será una de las profesiones con más pérdida de empleos hacia 2030.
Otros estudiantes adoptan una postura más técnica o pragmática frente a esta tecnología. “Te hace ganar mucho tiempo, pero siempre hará falta un director artístico que supervise”, explicó Noémie, también de LISAA. Para ella, el conocimiento previo sigue siendo central para usar la IA de forma efectiva.
Tony, alumno de ECV, opinó que todo depende del enfoque con que se trabaje. Comparó el vínculo con estas herramientas con la película Her, donde un hombre se enamora de una inteligencia artificial. “Mientras mantengas tu independencia y tus ideas, me parece bien”, aseguró.
En Gobelins, la IA ya es parte del programa desde el primer año. Yann Philippe, docente de fotografía y vídeo, indicó que los alumnos aprenden a integrar técnicas analógicas con el tratamiento digital mediante IA. “Con inteligencia, puede potenciar la creatividad de algunos alumnos”, sostuvo.
Paradójicamente, los alumnos más expertos en IA generativa son quienes más valoran los procesos tradicionales. En contraste, quienes aún no la conocen muestran mayor entusiasmo por incorporarla. Este fenómeno refuerza la idea de que el debate no es sólo técnico, sino también cultural y filosófico.
La falta de un marco legal claro sigue siendo una preocupación compartida en el ámbito educativo. Aunque la Ley de Inteligencia Artificial de la Unión Europea entró en vigor en 2024, muchos consideran que es insuficiente. La UNESCO también llamó a los gobiernos a regular el uso educativo de la IA de forma urgente.
“Hice el curso de Midjourney, pero me interesa más la autenticidad”, dijo Axel, con su cámara Leica analógica al hombro. Esa búsqueda por preservar el valor personal del arte sigue viva a pesar de la tecnología. “Es ahí donde está su valor añadido”, concluyó Yann Philippe.
Mientras la IA evoluciona a gran velocidad, la educación artística intenta no perder de vista su sentido más profundo. La pregunta que recorre las aulas de diseño ya no es si usar la IA, sino cómo hacerlo sin diluir el oficio. En París, el arte y la tecnología ya no pueden pensarse por separado.