Un fuerte cuestionamiento al método oficial de medición de la pobreza surgió desde la Universidad Católica Argentina.
Eduardo Donza, investigador del Observatorio de la Deuda Social, afirmó que lo que disminuyó recientemente «es el indicador, no la pobreza», señalando graves problemas en la forma en que se calcula.
Una foto distorsionada de la realidad social
En declaraciones a Radio 10, Donza fue contundente: «La foto que se ve sobre la pobreza no es real. Lo que subió o bajó es el indicador de la pobreza, no la pobreza». El especialista reconoció que si bien es el índice más utilizado, presenta serias distorsiones que impiden captar la verdadera situación que viven los argentinos. Añadió que, a pesar de la mejora estadística, que tres de cada diez personas sean pobres en Argentina «es un valor excesivamente elevado».
El problema de medir con una canasta de 2004
El núcleo de la crítica radica en la metodología. Donza explicó que el cálculo se sigue realizando con la estructura de gastos de la canasta básica del año 2004. Esto genera una grave subrepresentación de rubros que hoy pesan mucho más en el bolsillo de las familias. «Hay peso relativo de cosas que aumentaron mucho, como los servicios y los impuestos, que en 2004 tenían subvención», detalló. Lo mismo ocurre con la educación privada, las prepagas y los medicamentos, que tienen una incidencia mucho mayor hoy que hace dos décadas.
Por qué la gente siente que «alcanza menos»
Este desfase metodológico explica, según el analista, la sensación generalizada de que «cada vez alcanza menos» a pesar de que los indicadores macroeconómicos puedan mejorar. «Los porcentajes de esos gastos fijos son cada vez mayores», afirmó. Esto significa que los hogares destinan una porción más grande de sus ingresos a servicios esenciales que la canasta oficial no pondera correctamente, lo que genera una brecha entre el dato estadístico y la percepción ciudadana.
La advertencia sobre la pobreza estructural
Más allá de la discusión metodológica, Donza hizo hincapié en un problema de fondo que persiste hace décadas: la pobreza estructural. «Hace más de 25 o 30 años que tenemos un núcleo duro de pobreza, de alrededor del 25% que está en esa situación. Es una pobreza estructural que no es monetaria», lamentó. Esto indica que casi un cuarto de la población enfrenta vulnerabilidades crónicas que van más allá de los ingresos momentáneos.
La advertencia del ODSA-UCA pone en evidencia la necesidad de actualizar la forma en que se mide la pobreza para que refleje fielmente el costo de vida actual. Mientras se utilice una lógica de gastos de hace 20 años, las cifras oficiales seguirán mostrando una realidad distorsionada, ocultando la profundidad de los desafíos sociales que enfrenta el país. Información extraída del medio C5N.